¡®Apret¨®n de tuercas a los pol¨ªticos brasile?os¡¯
Las pr¨®ximas elecciones en Brasil tendr¨¢n un nuevo factor: la opini¨®n p¨²blica fiscaliza cada vez m¨¢s las acciones pol¨ªticas
Los pol¨ªticos brasile?os, a partir de las manifestaciones del pasado junio, no tienen la vida tan f¨¢cil como anta?o. Ahora son vigilados de cerca por la opini¨®n p¨²blica que fiscaliza cada vez m¨¢s sus actos. Todo ello crea una reacci¨®n en cadena. Apretados por los votantes, los pol¨ªticos, a todos los niveles, hacen esfuerzos para aparentar que escuchan ¡°el eco de la calle¡±.
As¨ª, desparraman promesas; se convierten en jueces de ellos mismos y pretenden aparecer sinceros y democr¨¢ticos. En el Congreso acaban de ser obligados m¨¢s de mil funcionarios a devolver parte del sueldo que hab¨ªan cobrado y que no les pertenec¨ªa pues superaba el techo del salario m¨¢ximo previsto.
Hasta ayer se hac¨ªa la vista gorda. Ahora hasta el presidente del Senado, Ren¨¢n Calheiros, est¨¢ llevando los gastos de la corporaci¨®n con mano firme, casi como un Savonarola, a pesar de estar ¨¦l mismo bajo proceso en el Supremo Tribunal Federal por un asunto de presunta corrupci¨®n y de acumularse en el Senado m¨¢s de un mill¨®n de firmas pidiendo su salida del cargo.
En las asambleas regionales y municipales, diputados y concejales tampoco tienen vida tranquila. Muchas de esas C¨¢maras acaban siendo ocupadas por la fuerza por los ciudadanos de a pie que quieren estar presentes y ofrecer su opini¨®n cuando sus se?or¨ªas discuten proyectos de leyes que les ata?en personalmente.
En algunos casos, como en el de los profesores de R¨ªo en huelga desde hace casi dos meses, los que hab¨ªan ocupado la C¨¢mara Municipal tuvieron que ser expulsados con gases lacrim¨®genos, lo que llev¨® a un agravarse de las protestas.
El senador Cristovam Buarque, exministro de Educaci¨®n del exprersidente Lula da Silva y exrector de la Universidad de Bras¨ªlia, un intelectual serio que nunca ha aparecido involucrado en casos de cualquier tipo de esc¨¢ndalos de corrupci¨®n, ha presentado un proyecto de ley que aprieta a¨²n m¨¢s las clavijas de los pol¨ªticos a todos los niveles: senadores, diputados, gobernadores, alcaldes y hasta concejales.
Seg¨²n su propuesta que dif¨ªcilmente podr¨¢ ser rechazada, todo pol¨ªtico, antes de presentarse a las elecciones, deber¨¢ presentar un programa detallado de lo que piensa hacer si fuera elegido. Con fechas incluso de realizaci¨®n.
Deber¨¢ indicar incluso sus intenciones de permanecer en el partido en el que fuera elegido sin emigrar, a la primera de cambio, a otro que le ofrezca mejores prebendas. Ha habido, en efecto, pol¨ªticos que ya han cambiado hasta cinco veces de partido. En algunos casos porque uno de ellos le ofrec¨ªa, por ejemplo, un despacho mayor en el Congreso.
Hoy los pol¨ªticos que cambien de partido deber¨ªan perder su esca?o. Fue legislado para evitar esos ¨¦xodos. Sin embargo, han quedado rendijas por donde escapar a la ley: bastar¨¢ por ejemplo demostrar que en el partido en el que fue elegido no puede desarrollar su ideolog¨ªa o, en caso de que se funde un nuevo partido, les sigue siendo permitido afiliarse a ¨¦l sin consecuencias. Hay partidos que se crean s¨®lo para recoger a los tr¨¢nsfugas que corren en busca de mejoras.
Todo esa vigilancia o acoso a los pol¨ªticos que hasta ayer viv¨ªan en la mayor de las tranquilidades haciendo y deshaciendo a su antojo convencidos de que los electores no se recordar¨ªan meses despu¨¦s de las elecciones a qui¨¦nes hab¨ªan votado, es algo nuevo en este pa¨ªs. Y es un fruto de las protestas y del despertar de los ciudadanos a una mayor conciencia pol¨ªtica.
No piden la luna. No est¨¢n atizando una revoluci¨®n. Les exigen a sus representantes sencillamente que cumplan con su deber y les recuerdan que no han sido elegidos para legislar y vivir a favor propio o de sus intereses personales y hasta patrimoniales, sino de la sociedad.
Les est¨¢n recordando que ejercitar la pol¨ªtica es algo que les compromete con el bien com¨²n y que deben ser los primeros a ser transparentes y al servicio de la comunidad. Ayer, v¨ªsperas del D¨ªa Nacional del Maestro, en una vi?eta un ni?o le dec¨ªan a su padre que de mayor quer¨ªa ser profesor. ¡°Mejor que seas pol¨ªtico, hijo, y si corrupto mejor, porque podr¨¢s sacarnos de apuros a toda la familia¡±, le respondi¨® su padre.
Es algo parecido a lo que el novelista Jo?o Ubaldo, siempre c¨¢ustico, escribi¨® en una de sus suculentas columnas de O Globo explicando por qu¨¦ en Brasil no exist¨ªan ¡°indignados¡±. Fue antes de las protestas callejeras. Escribi¨® que eso era imposible porque el sue?o de las familias era poder tener ¡°un pol¨ªtico corrupto" para que "les resolviera todos los problemas¡±.
Todo ello empieza a quedarse m¨¢s lejos despu¨¦s que los brasile?os se hayan hecho, de repente, m¨¢s exigentes con los que deciden su destino. Ahora, los pol¨ªticos van a ser examinados antes y despu¨¦s de ser ungidos con el voto. Voto por el que muchos de ellos vender¨ªa su alma al diablo. Lo ha se?alado la mism¨ªsima presidenta, Dilma Rousseff.
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