Ciudad Ju¨¢rez lustra sus estatuas con salsa picante

La salsa Valentina es una marca industrial de salsa picante ubicua en todo M¨¦xico. En los puestos de la calle o en restaurantes populares se puede ver a la gente consumi¨¦ndola sin ataduras. Salsa Valentina con patatas fritas, con patatas onduladas, con vegetales, con mariscos, con cortezas de cerdo, aqu¨ª y all¨¢ chorros de salsa Valentina. Pero en Ciudad Ju¨¢rez, en un contexto de carest¨ªa econ¨®mica, su influencia ha traspasado incluso las fronteras de la gastronom¨ªa: los operarios de limpieza han descubierto que sirve para lustrar estatuas de bronce.

Ju¨¢rez es una urbe manufacturera que limita con Estados Unidos. En los ¨²ltimos a?os su nombre ha resonado infinidad de veces por dos motivos lamentables: una atroz cadena de asesinatos de mujeres y una ola de violencia ¨Cahora en disminuci¨®n¨C vinculada a la militarizaci¨®n de la ciudad durante la guerra al narcotr¨¢fico del expresidente Felipe Calder¨®n en la legislatura 2006-2012.

Ahora uno de los puntos d¨¦biles de este lugar azotado por las desgracias es la carencia de recursos p¨²blicos. Un nuevo alcalde, Enrique Escobar, acaba de tomar el mando, y en sus primeras declaraciones ha denunciado que la administraci¨®n anterior le ha dejado una deuda millonaria y una pobreza tal que, seg¨²n ¨¦l, no alcanza ni para pagarle la quincena a los empleados. En vista de esto, no sorprende que en el ¨²ltimo a?o de la anterior alcald¨ªa se haya dado un fen¨®meno como el de la adopci¨®n de la salsa picante como producto de limpieza de estatuas.

Todo empez¨® en la primavera de 2012 mientras un grupo de operarios estaba de ch¨¢chara comiendo al pie de una estatua en honor del d¨ªa de los Trabajadores.

Uno de aquellos empleados cuenta por tel¨¦fono desde Ciudad Ju¨¢rez lo que ocurri¨®. Pero pide el anonimato por si acaso la narraci¨®n del suceso de la salsa le trae problemas laborales. Dice el empleado an¨®nimo que a un compa?ero se le cay¨® el bote de salsa y se le rompi¨® encima de los zapatos de bronce de la estatua a los Trabajadores. De inmediato, trataron de arreglar el problemilla y tuvo lugar el descubrimiento.

¡°Cuando quisimos limpiarla, la estatua se embarr¨® de salsa y nos dimos cuenta de que brillaba. Entonces nos vino a la mente mancharla un poco m¨¢s y result¨® que brillaba tan bien como con el qu¨ªmico que nosotros us¨¢bamos¡±.

Aquel d¨ªa los limpiadores dejaron bru?idos de salsa los pies de la estatua y se fueron, sin m¨¢s. Pero la siguiente vez que tuvieron que hacer la ruta de embellecimiento de estatuas, unas semanas m¨¢s tarde, se encontraron con que los pies de aquella, enlucidos con salsa de chile, segu¨ªan ¡°brillosos¡±, y el resto de la escultura, tratada con los productos qu¨ªmicos usuales, ya se hab¨ªa puesto sucia y deslucida.

En vista de eso decidieron hacer el experimento de probar a limpiar toda la estatua con la salsa. Lo hicieron. Pasaron otras cuantas semanas y les volvi¨® a tocar el turno de poner bonitas las figuras de bronce de Ciudad Ju¨¢rez, entre ellas algunas tan ilustres como la dedicada a Benito Ju¨¢rez, el presidente que consolid¨® la Rep¨²blica de M¨¦xico, o la del comediante Tin Tan. Llegaron a ver la estatua y esta vez toda la superficie segu¨ªa brillando.

¡°Decidimos hablar con nuestro supervisor¡±, recuerda el operario an¨®nimo. ¡°Al principio pensamos que nos iba a rega?ar, pero se lo comentamos y nos dijo que volvi¨¦semos a intentarlo. ?l mismo nos acompa?¨®, y nos advirti¨® de que si le pasaba algo a la escultura nos lo iba a descontar de nuestro sueldo¡±.

Otra vez, el resultado fue satisfactorio. A partir de ah¨ª, desde principios de verano del a?o pasado, el ayuntamiento de Ciudad Ju¨¢rez ha empleado esta salsa, ideal para sazonar cortezas de cerdo, como bru?idor de estatuas honorables. El operario dice que el efecto es m¨¢s bello, m¨¢s duradero, m¨¢s econ¨®mico. ¡°H¨ªjole, el botecito de un kilo de qu¨ªmico pasa arriba de 150 pesos y un litro de Valentina son 30 o 35 pesos¡±. Al ver lo que se ahorraba y que el resultado no era malo, la alcald¨ªa de Ju¨¢rez comenz¨® a comprarle a granel a sus empleados de limpieza botes de salsa Valentina.

El operario an¨®nimo reivindica m¨¢s all¨¢ de lo econ¨®mico la idoneidad de este aderezo picante para limpiar estatuas. Dice que con ¨¦l se tarda mucho menos en hacer la faena, que se requieren menos empleados por casa escultura y que encima, a diferencia de lo que suced¨ªa con los qu¨ªmicos, no exige protegerse de efluvios t¨®xicos.

Con todo, y pese a los apuros econ¨®micos de la maltrecha Ciudad Ju¨¢rez, la continuidad de este m¨¦todo de limpieza no est¨¢ asegurada. Seg¨²n este operario, por el cambio de gobierno el ¨¢rea municipal de cultura est¨¢ en transici¨®n de dirigentes y los trabajadores de limpieza a¨²n no saben si los nuevos jefes querr¨¢n seguir usando un condimento industrial para sacarle brillo a las figuras hist¨®ricas de la naci¨®n.