Cort¨¦s rotundidad o comprensi¨®n alemana hacia Rusia
Merkel teme ofender a los l¨ªderes rusos mucho menos que los socialdem¨®cratas
En ning¨²n otro terreno queda tan plenamente colmado el anhelo alem¨¢n de armon¨ªa y concordia como en el de la pol¨ªtica exterior. Todos los partidos, aparte de los Linken (La izquierda) est¨¢n de acuerdo al menos en sus l¨ªneas maestras. Nadie pone seriamente en duda la v¨ªa seguida por la canciller federal y presidenta de la CDU, Angela Merkel, consistente en dosificar con cautela el propio poder con el fin de evitar al m¨¢ximo los riesgos. Las cosas podr¨ªan seguir as¨ª, con total independencia de cu¨¢l sea la composici¨®n final del Gobierno. Sin embargo, hay un caso en el que el gran consenso alem¨¢n pierde fuelle cada cierto tiempo, y es cuando se trata de la postura frente a Rusia.
El asunto viene de lejos. La camarader¨ªa del antiguo canciller, Gerhard Schr?der, con Vladimir Putin en su primera etapa como presidente, no qued¨® libre de resistencia. No obstante, con la vuelta al Kremlin de Putin, la antigua pol¨¦mica se ha agudizado considerablemente. Desde ese momento, dos l¨ªneas se enfrentan con furia acerca de cu¨¢l es la postura correcta ante un presidente que basa su pol¨ªtica interior en la represi¨®n, y su pol¨ªtica hacia Occidente en la agresi¨®n. Rusia fue incluso un tema de debate en una batalla electoral en la que, por lo dem¨¢s, el mundo fuera de Alemania apenas se tom¨® en consideraci¨®n: el candidato a primer ministro del SPD, Peer Steinbr¨¹ck, recrimin¨® a Merkel el haber hecho demasiado poco para estimular la cooperaci¨®n de Rusia en el drama sirio.
El reproche fue injusto, pero revelador. Injusto, porque en el tema de Siria, Merkel se esforz¨® desde muy pronto en relaci¨®n con Putin, y por ello tuvo que permitir que el Ministro de Asuntos Exteriores, Sergu¨¦i Lavrov, la pusiese en rid¨ªculo. Revelador, porque pone de manifiesto las muy diversas perspectivas desde las cuales se contempla a Rusia en Berl¨ªn. Y es que en todas partes reina el desconcierto, la decepci¨®n y tambi¨¦n el temor a la vista del premeditado distanciamiento de Putin de Occidente y de la agresividad con que intenta mantener apartados de la Uni¨®n Europea a Ucrania y a otros pa¨ªses de la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica. A partir de aqu¨ª se llega a conclusiones muy diferentes.
¡°Basta de atacar a Rusia¡±, exig¨ªa recientemente el responsable de Pol¨ªtica Exterior del SPD, Gernot Erler. El pol¨ªtico reclamaba comprensi¨®n para la ¡°frustraci¨®n¡± que se ha generado en Rusia en relaci¨®n con Occidente desde la d¨¦cada de 1990. La OTAN y la Uni¨®n Europea se habr¨ªan aprovechado ¡°sin compasi¨®n¡± de la debilidad de Rusia, al menos desde el punto de vista de Mosc¨². Esta l¨ªnea ¨C absolutamente dominante en el SPD ¨C toma como modelo la tradici¨®n de la pol¨ªtica de Brandt hacia el Este, exige que se acepte a Rusia tal como es y advierte del riesgo de responder al fr¨ªo con m¨¢s fr¨ªo.
Angela Merkel, por el contrario, se ha inclinado por una cort¨¦s rotundidad en el trato con Putin, al que conoce desde sus comienzos como canciller. Durante un debate en el Kremlin el a?o pasado, le hizo saber que la cr¨ªtica no siempre se debe desestimar por considerarla ¡°destructiva¡±. Y cuando Putin, como ocurri¨® hace poco, suprimi¨® el discurso que Merkel deb¨ªa pronunciar en una exposici¨®n de arte expoliado durante la guerra, la canciller amenaz¨® sin vacilaci¨®n con marcharse antes de lo previsto. Y, adem¨¢s, con ¨¦xito. El episodio muestra c¨®mo reacciona la canciller ante Putin. Considera que responder con moderaci¨®n a sus provocaciones no tiene sentido e incluso es contraproducente. El hecho es que tanto ella como su asesor para pol¨ªtica exterior, Christoph Heusgen, temen ofender a los l¨ªderes rusos mucho menos que el SPD y su responsable de pol¨ªtica exterior.
Si hay una gran coalici¨®n, se puede prever con bastante seguridad que se producir¨¢n discrepancias en lo que respecta a la pol¨ªtica con Rusia. Esto es v¨¢lido sobre todo en el caso de que el SPD reclame el Ministerio de Asuntos Exteriores. En la anterior coalici¨®n con la CDU, el socialdem¨®crata Franz-Walter Steinmeier, ministro de Asuntos Exteriores, continu¨® la misma pol¨ªtica que hab¨ªa seguido como Jefe de la Canciller¨ªa con Gerhard Schr?der. P¨²blicamente fue cauteloso a la hora de formular cr¨ªticas a las violaciones de los derechos humanos en Rusia. La noci¨®n de ¡°colaboraci¨®n para la modernizaci¨®n¡±, concebida por Steinmeier durante su etapa en el Ministerio, se mantiene como lema, aunque con la salvedad de que, en el mejor de los casos, en la Rusia de Putin por modernizaci¨®n se entiende progreso tecnol¨®gico.
?Por otra parte, con total independencia de a qu¨¦ partido pertenezca el nuevo ministro, en lo que se refiere a los funcionarios, el Ministerio de Asuntos Exteriores pasa por ser un basti¨®n de los ¡°compresivos con Rusia¡±; es decir, de los que advierten que no se irrite al Gobierno ruso con consejos. Una coalici¨®n de la CDU con Los verdes y el nombramiento de un Ministro de Exteriores verde promete un escenario muy sugerente. Dentro del espectro pol¨ªtico de Berl¨ªn, hasta ahora nadie ha reclamado con m¨¢s claridad que Los verdes que se defiendan con firmeza los derechos humanos en las relaciones con Rusia. Desde luego, es algo que cabe esperar de un ministro de Exteriores verde, como ya pas¨® antes con su predecesor Joschka Fischer. Mosc¨² se limit¨® a ignorar al verde Fischer; prefer¨ªan hablar con el canciller Schr?der y los suyos. Fischer sencillamente se apresur¨® a evitar la capital rusa.
Daniel Br?ssler es corresponsal parlamentario del S¨¹ddeutschen Zeitung.
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