Glenn Greenwald, el cruzado de las libertades p¨²blicas
Desde sus primeras revelaciones sobre la dimensi¨®n del programa se ha desencadenado un terremoto diplom¨¢tico
?Y si en el origen de uno de los mayores casos mundiales de espionaje no hubiera m¨¢s que una gran pena de amor? Es muy posible que nadie hubiera o¨ªdo hablar jam¨¢s de Glenn Greenwald, ni del vasto programa de vigilancia electr¨®nica llevado a cabo por Estados Unidos y cuya existencia ¨¦l revel¨®, si no hubiera ido a curarse una pena de amor a Brasil.
Al llegar a R¨ªo se acerc¨® con su perro (?hoy tiene 14!) a la m¨ªtica playa de Ipanema. ¡°Acababa de romper una relaci¨®n de 11 a?os y lo ¨²ltimo en lo que pensaba en aquel momento era en conocer a alguien¡±, recuerda hoy con aire divertido.
Sin embargo, el destino quiso otra cosa. O, mejor dicho, una pelota de voleibol le cambi¨® el destino. Y con el suyo, el de la NSA, la poderosa agencia nacional de seguridad de Estados Unidos, puesto que Greenwald acabar¨ªa convirti¨¦ndose en su m¨¢s feroz enemigo. Pero eso vendr¨ªa m¨¢s tarde.
En aquel d¨ªa de febrero de 2005, Glenn Greenwald cruz¨® la mirada con la de David Miranda, que se hab¨ªa acercado a recuperar la pelota extraviada y aterrizada a sus pies mientras se tomaba un t¨¦ helado. Como ocurre en el cine, ¡°el flechazo fue inmediato¡±. Sin embargo, todo separaba al abogado estadounidense de 38 a?os y a David, de 20, ¡°un hu¨¦rfano criado por dos t¨ªas alcoh¨®licas en una favela de Rio¡±, cuenta Gleen Greenwald con un punto de orgullo.
Para vivir con David ten¨ªa que quedarse en Brasil, porque su nueva pareja, que no ten¨ªa titulaci¨®n alguna porque hab¨ªa abandonado la escuela a los 14 a?os, ten¨ªa pocas posibilidades de obtener un permiso de residencia en Estados Unidos. Greenwald no lo dud¨® y se estableci¨® en R¨ªo. Su trabajo de abogado mercantil en Estados Unidos comenzaba a ser una carga para ¨¦l. Pero, como ten¨ªa que ganarse la vida, sigui¨® gestionando su bufete a distancia, al tiempo que inici¨® un blog, tanto para distraerse como para ¡°intervenir en la conversaci¨®n pol¨ªtica¡±.
Su primera entrada de blog ya hizo referencia a un caso de espionaje en el que estaba implicado Dick Cheney, entonces vicepresidente de su pa¨ªs. ¡°Gracias a mi conocimiento del derecho, pude demostrar que el gobierno ment¨ªa¡±, recuerda con placer. El ¨¦xito fue inmediato y en una semana logr¨® la fidelidad de mil lectores. Unos meses despu¨¦s, Glenn Greenwald ten¨ªa m¨¢s de 100.000. Hoy tiene el doble y vive en parte del blog, gracias a una suscripci¨®n anual de sus lectores que le permite redondear los ingresos obtenidos de sus cinco libros, sus conferencias y sus art¨ªculos.
20.000 DOCUMENTOS
Glenn Greenwald abandon¨® sin reservas su carrera ¡ª¡°siempre me hab¨ªan dicho, desde peque?o, que ser¨ªa abogado¡±¡ª para abrazar su vocaci¨®n, la que le ha dado hoy, a los 46 a?os, fama mundial: whistleblower, denunciante de los ¡°abusos¡± del Estado que ¡°amenazan las libertades p¨²blicas¡±. Y ello gracias a Edward Snowden, el exmiembro de la NSA refugiado en Mosc¨², que rob¨® unos ficheros de la NSA que Greenwald recogi¨® en colaboraci¨®n con la documentalista estadounidense Laura Poitras. Una monta?a de informaciones incre¨ªble, ¡°alrededor de 20.000 documentos¡±, dice Greenwald, sobre el alcance del espionaje electr¨®nico realizado por Estados Unidos en todo el mundo.
Desde sus primeras revelaciones sobre la dimensi¨®n del programa, publicadas en junio en el peri¨®dico brit¨¢nico de izquierdas The Guardian, Glenn Greenwald desencaden¨® un terremoto diplom¨¢tico. Pocas veces un solo individuo ha provocado tal conmoci¨®n planetaria. No es extra?o, por tanto, que varios estudios de Hollywood se hayan puesto ya en contacto con ¨¦l, si bien ¨¦l ha rechazado las ofertas, porque quiere conservar a toda costa el control de la historia. Los documentos de Snowden le garantizan una visibilidad formidable y un negocio inagotable. ¡°No ha habido nunca una filtraci¨®n de datos de esta envergadura, el gobierno estadounidense me detesta¡±, asegura.
Sin embargo, la tarea es demasiado pesada para un solo hombre, incluso con la ayuda de su socia Laura Poitras. Para protegerse y asegurar una mayor difusi¨®n de los documentos filtrados por Snowden, la pareja ha decidido deslocalizar su labor mediante acuerdos de asociaci¨®n con numerosos medios de comunicaci¨®n, entre ellos Le Monde.
Para ser alguien en el centro de una tempestad, Glenn Greenwald tiene una tranquilidad asombrosa. Aunque vive en Brasil desde hace varios a?os, sigue siendo muy estadounidense: nunca una palabra m¨¢s alta que otra, respuestas concisas y una cortes¨ªa inquebrantable, a pesar del tel¨¦fono m¨®vil que suena tanto como la centralita de una comisar¨ªa.
UN ORDENADOR NUEVO CADA TRES SEMANAS
Greenwald recibe a marchas forzadas en un gran hotel de R¨ªo que da, como es debido, a una playa adornada con palmeras. Nada m¨¢s sentarse, abre su bolsa en bandolera, de la que no se separa jam¨¢s, y saca uno de sus numerosos ordenadores. Por precauci¨®n, compra uno nuevo ¡°cada tres semanas¡±, que no conecta nunca a internet para evitar cualquier riesgo de pirater¨ªa.
No cabe duda de que Glenn Greenwald es un hombre con una misi¨®n: ¡°Hacer todo lo posible para limitar el poder del Estado y obligar a quienes lo ejercen a rendir cuentas¡±. Un esp¨ªritu irreverente que asegura haber sido ¡°un ni?o problem¨¢tico, en conflicto con la autoridad desde muy peque?o¡±. Criado con su hermano peque?o en Florida, en Lauderdale Lakes, una ciudad residencial t¨ªpicamente norteamericana, ten¨ªa ¡°una relaci¨®n tensa¡± con su padre, que era contable, mientras que su madre trabajaba de cajera donde puede, sobre todo en McDonald¡¯s.
Greenwald asegura que ¡°nunca ayudar¨¢ a los pa¨ªses enemigos de Estados Unidos a eludir el espionaje
Desde muy pronto se refugi¨® en su abuelo paterno, ¡°un socialista de los a?os treinta, gran admirador de Roosevelt¡± y concejal en el ayuntamiento, que le introdujo en la pol¨ªtica. Hasta el punto de que Glenn Greenwald lleg¨® a presentarse tambi¨¦n a las elecciones locales, cuando todav¨ªa estaba en el instituto. No gan¨®, pero de aquella experiencia extrajo una lecci¨®n que todav¨ªa le acompa?a: ¡°Me gusta el combate, los debates p¨²blicos, pero sab¨ªa que mi talento no consist¨ªa en complacer a la mayor¨ªa¡±. Un eufemismo, visto el esc¨¢ndalo mundial que ha desatado.
Antes, el joven abogado ya hab¨ªa suscitado pol¨¦micas al defender a grupos neonazis estadounidenses en nombre de una visi¨®n radical de la libertad de expresi¨®n. La misma que hoy le empuja a afirmar que ¡°Estados Unidos es la mayor fuente de mal en el mundo¡±, por su poder¨ªo, dice, que le hace responsable, en su opini¨®n, ¡°de la mayor parte de las muestras mundiales de violencia, empezando por la guerra de Irak¡±. Unas afirmaciones que, por supuesto, indignan a sus compatriotas y a todos quienes no comparten la perspectiva libertaria de Greenwald.
90 MINUTOS DE SUE?O CADA NOCHE
Ahora bien, si no hubiera conocido a Edward Snowden, Glenn Greenwald habr¨ªa permanecido en la sombra, seguir¨ªa siendo un polemista de talento como tantos otros. Con Snowden, dice, ¡°hubo una conexi¨®n inmediata¡±. Se entrevistaron a petici¨®n de este ¨²ltimo, que hab¨ªa visto los escritos de Greenwald sobre los peligros del espionaje digital. La primera cita se celebr¨® a principios de junio en un hotel de Hong-Kong, donde el antiguo colaborador de la NSA hab¨ªa decidido huir con sus explosivos documentos.
Entusiasmado por los papeles que Snowden acababa de darle, Greenwald trabaj¨® a destajo: ¡°No dorm¨ª m¨¢s que 90 minutos cada noche durante 11 d¨ªas¡±. A finales de junio, sus primeras denuncias ocuparon las portadas de la prensa mundial. Pero el caso no est¨¢ cerrado, ni mucho menos. Aunque se apoye en una paradoja cruel: Edward Snowden, el ap¨®stol de la transparencia, debe su protecci¨®n a Rusia, un pa¨ªs que tambi¨¦n practica a ultranza el espionaje y la vigilancia de sus ciudadanos.
Otro matiz: Greenwald asegura que ¡°nunca ayudar¨¢ a los pa¨ªses enemigos de Estados Unidos a eludir el espionaje¡± dando a conocer documentos que podr¨ªan poner en peligro las actividades de los servicios estadounidenses en pa¨ªses hostiles. Hasta el momento, todas las revelaciones procedentes de los documentos de Snowden se refieren en exclusiva a pa¨ªses aliados de Washington.
Aun as¨ª, cuesta imaginar que los chinos y los rusos no hayan sentido la tentaci¨®n de examinar con m¨¢s detalle el contenido del ordenador de Edward Snowden. ¡°No existe ninguna prueba de que Snowden haya entregado nada ni a Rusia ni a China¡±, cree Greenwald. ¡°Adem¨¢s¡±, proigue, ¡°la idea de que se pueda acceder a los archivos de Snowden, tan hiperprotegidos, sin su consentimiento, es absurda¡±. Para Glenn Greenwald y Edward Snowden, es vital que esta versi¨®n sea cierta. De no serlo, en Estados Unidos no dejar¨¢n de sonar las acusaciones de traici¨®n. Con graves consecuencias.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
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