Los franceses pierden la paciencia con Hollande
Recortes, paro e impuestos, sumado a las pulsiones racistas en la sociedad, marcan el punto m¨¢s bajo del l¨ªder socialista
La crispaci¨®n y frustraci¨®n de la derecha francesa despu¨¦s de sus dos derrotas electorales de 2012 lleva meses agitando las aguas pol¨ªticas francesas. Poco a poco, ese estado de ¨¢nimo se ha ido contagiando, y la exasperaci¨®n ha alcanzado de lleno a las clases medias y a muchos votantes de izquierda. La rica y envidiada Francia, quiz¨¢ el ¨²ltimo para¨ªso del viejo Estado de bienestar europeo, vive tiempos convulsos: la econom¨ªa sigue estancada, el paro ronda ya el 10,5%, la industria pierde cada semana miles de trabajadores ¡ªlos pen¨²ltimos, 1.800 empleados de la filial de Fagor¡ª, mientras el Gobierno y la mayor¨ªa socialista no reaccionan y el presidente Fran?ois Hollande permanece mudo en el El¨ªseo.
El presidente normal lleg¨® al poder prometiendo un cambio tranquilo, una Europa distinta y m¨¢s justicia social para dejar atr¨¢s el voluntarismo y la ineficacia de su detestado antecesor, Nicolas Sarkozy. A?o y medio despu¨¦s, la sociedad francesa emite se?ales cada vez m¨¢s inquietantes.
La revuelta de los bretones contra la ecotasa muestra el desgarro social
La revuelta de los bonnets rouges (gorros rojos) ¡ªuna alianza de agricultores, obreros y empresarios¡ª en Breta?a contra la ecotasa, finalmente suspendida sine die; la detenci¨®n de la ni?a gitana Leonarda Dibrani en plena excursi¨®n escolar y las posteriores manifestaciones de estudiantes en Par¨ªs, y la barbarie de un grupo de extrema derecha en Angers, donde unos ni?os llamaron mono a la ministra de Justicia, Christiane Taubira, son los ¨²ltimos s¨ªntomas del desgarro que vive la segunda potencia del euro.
En su primer a?o en el poder, el Gobierno socialista vendi¨® un programa que parec¨ªa socialdem¨®crata. Recortes moderados del gasto, combinados con un 10% de subidas de impuestos ¡ªsolo para uno de cada 10 ciudadanos, los m¨¢s ricos y las empresas¡ª, refuerzo de la inversi¨®n en educaci¨®n, correcci¨®n de la mini-reforma de pensiones de Sarkozy, y ley del matrimonio gay.
La deportaci¨®n de la ni?a gitana
Hollande no era especialmente amado, pero todo parec¨ªa ir razonablemente bien. Hasta que en marzo de este a?o, todo cambi¨®, y los ¨ªndices de popularidad del presidente se hundieron.
Las encuestas revelaban que los franceses de clase media se ven cada vez m¨¢s pobres. Y, por primera vez desde 1984, los datos confirmaban que la ciudadan¨ªa ha perdido poder adquisitivo: cuatro d¨¦cimas en 2012. Al mismo tiempo, presionado por el exceso de d¨¦ficit que tanto alarma a Bruselas y a Berl¨ªn, el equipo econ¨®mico de Hollande anunciaba recortes de 18.000 millones para 2014 y m¨¢s impuestos para todos; un mill¨®n de personas con bajos ingresos tendr¨¢ que pagar renta el a?o que viene. Y mientras, las estimaciones afirman que los para¨ªsos fiscales esconden al fisco franc¨¦s entre 60.000 y 80.000 millones..
Adem¨¢s de los datos, la improvisaci¨®n y la ausencia de credibilidad del Gabinete socialista parecen hoy incontestables. En septiembre, el ministro de Econom¨ªa, Pierre Moscovici, reconoc¨ªa que su pol¨ªtica hab¨ªa producido un ¡°hartazgo fiscal¡± entre los franceses. Poco despu¨¦s, Hollande promet¨ªa en televisi¨®n una ¡°pausa fiscal para 2014¡±. Al d¨ªa siguiente, el primer ministro, Jean-Marc Ayrault, la retrasaba hasta 2015.
Las cr¨ªticas a la voracidad impositiva socialista se extendieron entonces desde la patronal, las pymes y el millar de millonarios que iban a pagar el c¨¦lebre impuesto del 75% ¡ªlimitado hoy, tras muchas fatigas, a los 12 clubes m¨¢s ricos de la Liga de f¨²tbol¡ª al resto de la poblaci¨®n. Y hace un par de semanas, la izquierda empez¨® a hervir donde menos se esperaba: en el feudo socialista y europe¨ªsta bret¨®n, y contra una tasa que ni siquiera se aplica, pues debe entrar en vigor en 2014.
¡°Detr¨¢s del movimiento de descontento generalizado hay dudas muy profundas sobre la perennidad del modelo franc¨¦s¡±, explicaba ayer en Le Monde J¨¦r?me Fourquet, del instituto sociol¨®gico IFOP. ¡°Hemos pasado de un clima social ¨¢tono a una resignaci¨®n rabiosa¡±, enfatizaban Mich¨¨le Rescourio-Gilabert y Jean-Pierre Basilien, autores de un estudio que pulsa la opini¨®n entre directivos y asalariados. ¡°Es como si la Francia de abajo se rebelara contra el Estado central¡±, a?ade Fran?ois Miquet-Marty, presidente de la casa de sondeos Viavoice.
El malestar, la cerraz¨®n y la desconfianza en la clase pol¨ªtica son cada vez m¨¢s palpables en la calle. Pero lo m¨¢s alarmante es que la xenofobia y el racismo vuelan libremente desde los caf¨¦s y los medios hasta los pasillos del poder, aunque las ¨²ltimas cifras de Eurostat nieguen de plano que Francia est¨¦ sufriendo una invasi¨®n de inmigrantes: entre los 65,7 millones de franceses, viven 2,5 millones de extracomunitarios, un 3,8% del total.
La oleada de rechazo a los gitanos, lanzada por la derecha en verano e incitada m¨¢s tarde desde la c¨²pula del Estado ¡ªcon la excusa de intentar frenar el avance del Frente Nacional¡ª por el ministro del Interior, el barcelon¨¦s de nacimiento Manuel Valls, que acus¨® a los 17.000 roman¨ªes europeos ¡ªla mitad de ellos, ni?os¡ª de tener una cultura muy distinta y de no querer integrarse, ha tenido un efecto multiplicador y legitimador.
La ¨²nica r¨¦plica desde arriba a ese racismo de Estado ha sido la de su compa?era de Gobierno Christiane Taubira, nacida en la Guayana y una de las personas m¨¢s cultas y refinadas del orbe pol¨ªtico franc¨¦s, acostumbrada a ser llamada ¡°gorila¡± desde los esca?os de la derecha populista.
¡°Las inhibiciones est¨¢n desapareciendo y los diques caen¡±, ha alertado Taubira, recordando que ¡°los ataques racistas van contra el coraz¨®n de la Rep¨²blica¡±.
Abandonada a su suerte por Hollande, que se ha limitado a hablar ante el Consejo de Ministros, la ministra ha culpado de esa deriva a la derecha (¡°menos republicana de lo que fue¡±) y, sin citarlos, a Valls y al propio jefe del Estado: ¡°Durante el ¨²ltimo quinquenio, construimos un enemigo interior. Hoy, los que son incapaces de trazar un horizonte pasan su tiempo diciendo al pueblo franc¨¦s que est¨¢ acosado, asediado, en peligro¡±. ¡°?Hace un a?o que se habla de los gitanos casi cada d¨ªa! Y se sigue diciendo a los franceses: ¡®Seguid con el escudo en la cabeza porque est¨¢is rodeados¡¯, en lugar de dar respuestas eficaces. ?Basta ya de manipulaci¨®n!¡±.
?Es hoy Francia m¨¢s racista que ayer? Solo bastaba echar un vistazo a las televisiones y a las redes sociales durante el caso Leonarda para pensar que s¨ª. Los ¨²nicos datos disponibles, de la Comisi¨®n Nacional de Derechos Humanos, afirman que, en 2012, se registraron 1.530 actos racistas, un 23% m¨¢s que en 2011.
Aur¨¦lie, de 30 a?os, diplomada en la Escuela Nacional de Comercio, directiva en una pujante empresa de I+D y votante de la derecha, da una visi¨®n poco esperanzadora. ¡°La ilusi¨®n por la capacidad de la pol¨ªtica para cambiar las cosas se ha acabado. Las generaciones de nuestros padres dise?aron un sistema que no puede durar eternamente. Y los franceses somos unos ni?os mimados. Tenemos una calidad de vida muy alta y m¨¢s vacaciones que nadie, pero no paramos de quejarnos. Aunque luego nos resistimos a reformar nada. Somos un pa¨ªs poco acogedor, y entre nosotros la relaci¨®n es rara, poco sana. Nos movemos en c¨ªrculos casi impermeables¡±.
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