Costa Rica vive una in¨¦dita apat¨ªa pol¨ªtica a tres meses de las elecciones
El abstencionismo amenaza los comicios presidenciales y legislativos del 2 de febrero
San Jos¨¦. Hab¨ªa una vez un pa¨ªs centroamericano que hac¨ªa de sus campa?as electorales una fiesta y no un parto. Se llama Costa Rica y, clavada en mitad de una regi¨®n acostumbrada a los derrocamientos, las guerras y las dictaduras, se ufanaba de un sistema pol¨ªtico vigoroso, estable y respaldado por la gente. En las campa?as electorales los ni?os agitaban banderas de cualquier color al borde de una calle para ver cu¨¢ntos coches sonaban la bocina. Algunos iban contando las banderas en los techos de las casas para pronosticar el resultado de los comicios. Era parte del juego.
Pero muchas cosas ocurrieron y ahora el sistema pol¨ªtico costarricense echa mano de sus reservas democr¨¢ticas a¨²n fuertes para sobrellevar la actual campa?a electoral en un clima de fastidio. Hay desconfianza en la clase pol¨ªtica, una a?eja apat¨ªa de participar en grupos organizados y un desencanto en los partidos pol¨ªticos, en parte por los pecados de estos y en parte por una generaci¨®n de j¨®venes que representan un tercio de los tres millones del padr¨®n electoral y son incapaces de matricularse en masa con las agrupaciones tradicionales.
Transcurrido un mes de la campa?a pol¨ªtica para escoger al sustituto de Laura Chinchilla (con su popularidad en el piso), la l¨ªnea com¨²n de los candidatos presidenciales ha sido disimular sus banderas y llamar a los electores de cualquier color. El crecimiento del abstencionismo es un fantasma que amenaza los comicios presidenciales y legislativos del 2 de febrero, como lo previ¨® el propio presidente del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), Luis Antonio Sobrado. Los c¨¢lculos de analistas, basados en elecciones anteriores y en la apat¨ªa popular, hacen prever que solo votar¨¢n dos de cada tres electores y eso, para la tradici¨®n hist¨®rica del voto en Costa Rica, es poco.
El candidato oficialista Johnny Araya aparece primero en las encuestas, aferrado a su fama de alcalde capitalino por 22 a?os, a la dispersi¨®n de sus opositores y a un discurso de autocr¨ªtica contra su Partido Liberaci¨®n Nacional (PLN), que a pesar de todos tiene posibilidades de ganar un tercer per¨ªodo consecutivo. ¡°Hemos puesto la prioridad en lo econ¨®mico y hemos descuidado lo social. Por ratos perdemos la esencia socialdem¨®crata. Nos hemos equivocado¡±, dec¨ªa este domingo ante decenas de personas en un mitin en la provincia de Puntarenas (costa pac¨ªfica), donde a?os atr¨¢s llegaban centenares. Costa Rica, con una clase media m¨¢s robusta que el resto de pa¨ªses de Centroam¨¦rica, es el pa¨ªs donde la desigualdad m¨¢s creci¨® en los ¨²ltimos diez a?os, seg¨²n un estudio del Banco Mundial del 2012.
Araya compite contra propuestas de todos los ¨¢mbitos ideol¨®gicos. La derecha la empu?a el Movimiento Libertario con el candidato Otto Guevara, quien se postula por cuarta ocasi¨®n. La derecha de centro la representa el otrora grande Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), con abogado llamado Rodolfo Piza, quien asumi¨® la postulaci¨®n despu¨¦s de la sorpresiva renuncia del candidato inicial. El centro izquierda lo representa el Partido Acci¨®n Ciudadana (PAC), segunda fuerza pol¨ªtica del pa¨ªs en la ¨²ltima d¨¦cada, de la mano de un polit¨®logo llamado Luis Guillermo Sol¨ªs, que tiene el reto de darse a conocer en pa¨ªs que no quiere conocer nuevos pol¨ªticos. Y m¨¢s a la izquierda, un joven congresista llamado Jos¨¦ Mar¨ªa Villalta lleva el estandarte de Frente Amplio, con un apoyo electoral sorprendente para una agrupaci¨®n que nunca ha tenido m¨¢s de un solo diputado. Sin m¨¢rgenes significativos en las encuestas aparecen otros siete aspirantes presidenciales.
Los partidos saben que van remando en seco. Solo dos de cada 10 ciudadanos costarricenses tiene inter¨¦s en la pol¨ªtica, indica el m¨¢s reciente Latinobar¨®metro. Corren malos tiempos por causa de los cambios generacionales, pero sobre todo por las sospechas de corrupci¨®n que recaen sobre la clase pol¨ªtica, en especial despu¨¦s de los esc¨¢ndalos que incriminaron en el 2004 a dos exmandatarios y l¨ªderes del PUSC, Rafael ?ngel Calder¨®n y Miguel ?ngel Rodr¨ªguez. Encima, el gobierno de Laura Chinchilla despert¨® el malestar de m¨²ltiples sectores y acumul¨® m¨¢s protestas que sus antecesores, seg¨²n mediciones constantes del programa independiente Estado de la Naci¨®n. Ella enfrenta la dura cr¨ªtica de una poblaci¨®n insatisfecha con la gesti¨®n de los problemas de cada d¨ªa, como la infraestructura vial, a pesar de que esta administraci¨®n logr¨® aquietar la preocupaci¨®n popular por la inseguridad.
El PLN de Johnny Araya, de Chinchilla y del premio Nobel ?scar Arias (2006-2010) es el partido m¨¢s grande del pa¨ªs y el m¨¢s tradicional de ellos. Carga con parte de la culpa en el reclamo ciudadano de que ¡°los partidos no escuchan a la gente¡±. En este punto, el pa¨ªs del ¡°pura vida¡± aparece de ¨²ltimo al compar¨¢rsele con el resto de naciones de Am¨¦rica Latina, seg¨²n un estudio del Proyecto de Opini¨®n P¨²blica para Am¨¦rica Latina (Lapop, por sus siglas originales en ingl¨¦s), basado en la Universidad de Vanderbilt, Estados Unidos. Este factor y otros hacen que la legitimidad del sistema pol¨ªtico costarricense sea la m¨¢s baja en 34 a?os, seg¨²n este estudio.
¡°Est¨¢n desenchufados de la colectividad¡±, resumi¨® el presidente del Tribunal electoral, que tampoco exime a los medios de comunicaci¨®n de su responsabilidad en la erosi¨®n del respaldo popular al sistema pol¨ªtico. El desprestigio toca a agrupaciones tradicionales y nuevas, de derecha y de izquierda. Es tanto, que un diputado, presidente del Congreso en el 2012, se atrevi¨® a consultar a la Sala Constitucional la posibilidad de que los ciudadanos puedan postularse a elecciones legislativas o presidenciales sin necesidad de pertenecer a agrupaciones pol¨ªticas.
Pese a los partidos desacreditados y a una ciudadan¨ªa poco participativa (solo 4 de cada diez est¨¢n en grupos organizados), el proceso electoral en Costa Rica se permite alardes. Aqu¨ª los cinco principales candidatos pueden reunirse sin problemas una ma?ana cualquiera en una de las esquinas m¨¢s transitadas de la capital. Aqu¨ª nadie presupuesta actos de violencia motivados por los comicios y los organismos internacionales en general reconocen la pureza de los resultados electorales, aunque se?alan inequidades financieras entre los partidos. Tambi¨¦n se ufana este pa¨ªs de incorporar a mujeres, pues por ley el 45% de los esca?os legislativos quedar¨¢ en manos de ellas.
La desmotivaci¨®n y el descreimiento alcanza todos los sectores, pero el reto est¨¢ en los j¨®venes, como public¨® en su ¨²ltima edici¨®n el semanario Universidad, un peri¨®dico no oficial adscrito a la Universidad de Costa Rica. Un tercio de los electores tiene menos de 29 a?os. Son m¨¢s esc¨¦pticos, enfrentan dificultades de acceso a empleo y est¨¢n lejos de sentirse identificados con los partidos y sus or¨ªgenes. Incluyen tambi¨¦n los 50.000 j¨®venes ¡°ninis¡± (que no estudia ni trabaja) registrados en el pa¨ªs.
Estos j¨®venes poseen tambi¨¦n un mayor acceso a las redes sociales, donde la campa?a electoral se mueve con un ritmo m¨¢s explosivo. Este es uno de los factores del sorpresivo apoyo que ha obtenido el candidato Jos¨¦ Mar¨ªa Villalta, diputado de 36 a?os de edad, representante de Frente Amplio y abanderado de la izquierda en un pa¨ªs donde ¡°izquierda¡± es casi una mala palabra en el electorado adulto. Villalta ha logrado acercarse al grupo de cuatro aspirantes que pelean por ser ¡°el segundo¡±, el contendor de Johnny Araya y su posible adversario en una eventual segunda ronda (en abril), algo que tambi¨¦n depende del porcentaje de participaci¨®n electoral.
¡°Tiene un discurso directo, contestatario. El candidato Villalta ha sabido leer la coyuntura de unos partidos pol¨ªticos desinflados y las reglas del juego para poder figurar en una campa?a¡±, dijo a El PA?S el polit¨®logo Gustavo Araya, profesor en la Universidad de Costa Rica. Villalta, sin embargo, tiene un techo, reconoci¨® el analista. ¡°El mercado de los j¨®venes de clases medias y de las redes sociales es un mercado corto¡±, agreg¨® el polit¨®logo, tras atribuir a las plataformas en l¨ªnea una ventaja: resultan casi gratis en momentos dif¨ªciles para conseguir dinero con qu¨¦ financiar la publicidad. En Costa Rica no existen las franjas electorales obligatorias.
En contra de las redes sociales juega la credibilidad de las informaciones, el port¨®n abierto para las acusaciones an¨®nimas y su incapacidad de incluir a sectores de bajos recursos y poca educaci¨®n. Este sector es el m¨¢s propenso al abstencionismo en estas elecciones, seg¨²n una encuesta de la empresa Unimer publicada en setiembre por el diario La Naci¨®n.
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