El silencio democr¨¢tico de Rousseff y Lula
Tras el anuncio de encarcelamiento a viejos compa?eros de partido por el 'caso mensal?o', ambos han callado ante la prensa
Tanto la presidenta Dilma Rousseff como su antecesor, el expresidente Lula da Silva han preferido el silencio a las cr¨ªticas al Supremo, como algunos esperaban, tras el anuncio de que los condenados del mensal?o empiezan a entrar en la c¨¢rcel.
Un silencio con simbolismo democr¨¢tico que no les debi¨® de ser f¨¢cil si se tiene en cuenta que han empezado a apresar a personajes de primera plana de la formaci¨®n pol¨ªtica en el Gobierno, el Partido de los Trabajadores (PT). Entre ellos dos personas emblem¨¢ticas: Jos¨¦ Dirceu, fundador con Lula del partido y su primer ministro de la Casa Civil, una especie de primer ministro, lo que era Rousseff antes de llegar a la presidencia.
De hecho, Dirceu que fue el gran art¨ªfice de la llegada al poder del sindicalista Lula, estaba, desde el primer momento preconizado para ser el candidato del partido a su sucesi¨®n. Dirceu hab¨ªa sido varias veces presidente y hombre fuerte del PT.
Con ¨¦l entrar¨¢ en la c¨¢rcel otra figura emblem¨¢tica de entonces, Jos¨¦ Genoino, que era el presidente del PT cuando estall¨® el esc¨¢ndalo del mensal?o. Genoino fue tambi¨¦n una figura clave de la formaci¨®n pol¨ªtica creada por Lula despu¨¦s de la dictadura militar y es a¨²n hoy diputado federal.
Hab¨ªa dentro del partido quienes defend¨ªan la tesis de que se hab¨ªa tratado m¨¢s bien de un proceso ¡°pol¨ªtico y sin pruebas¡± para intentar neutralizar la experiencia progresista del primer Ejecutivo de izquierdas del pa¨ªs.
Y esperaban una reacci¨®n p¨²blica de cr¨ªtica al Supremo y un gesto de solidaridad de Lula y de la presidenta Rousseff a sus viejos compa?eros de partido que siguen consider¨¢ndose ¡°presos pol¨ªticos¡± y no ¡°pol¨ªticos presos¡±, como cabe en una democracia.
Tras una reuni¨®n de dos horas de Dilma y Lula, a la que asistieron el ministro de Justicia, Eduardo Cardozo, el de Educaci¨®n, Aloizio Mercadante -preconizado como posible nuevo ministro de la Casa Civil-, el reci¨¦n reelegido presidente del PT, Rui Falc?o y el director-presidente del Instituto Lula, Paulo Okamoto, la respuesta escogida por la mandataria y el exmandatario, fue un gesto de democracia. Rousseff, a su estilo, escogi¨® el silencio en sentido literal y ni siquiera en su cuenta de Twitter, siempre muy activa, escribi¨® una palabra sobre el asunto.
Lula escogi¨® el silencio de las palabras. Para ¨¦l no hablar es imposible. Habl¨®, pero para responder a los periodistas que insist¨ªan en arrancarle un juicio sobre la decisi¨®n del Supremo de encarcelar a sus viejos compa?eros y amigos, con la ya c¨¦lebre frase del papa Francisco pronunciada en el avi¨®n en julio pasado a la vuelta de la visita a Brasil, ¡°?Qui¨¦n soy yo para juzgar a los homosexuales?
Al salir de la reuni¨®n del Palacio del Planalto, abordado por los periodistas, Lula les dijo enseguida que no hablar¨ªa sobre el tema. La consigna concordada era el silencio. Ante el aprieto de los reporteros para que lo quebrara, se limit¨® a acogerse a la frase del papa y dijo: "?Qui¨¦n soy yo para emitir cualquier juicio o insinuaci¨®n sobre la Corte Suprema?¡±. Y volvi¨® a enfundarse en su silencio.
Un silencio, el de ambos, dos pol¨ªticos claves de este pa¨ªs, que refuerzan la convicci¨®n, a veces perdida por parte de la opini¨®n p¨²blica, de que, en Brasil, se respeta la separaci¨®n de poderes y que incluso en los momentos dolorosos como este, prevalece la defensa de los valores democr¨¢ticos sobre los intereses partidarios por fuertes que sean y por mucho que puedan doler.
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