Europa no espera un tir¨®n alem¨¢n
La alianza CDU-SPD prev¨¦ m¨¢s inversi¨®n, pero los expertos no creen que estimule la econom¨ªa de la UE
¡°Nuestro problema no es la competitividad de Alemania. Pero queremos verificar si su alto super¨¢vit afecta a la econom¨ªa del euro en su conjunto¡±. El pu?al lo lanz¨® hace dos semanas el presidente de la Comisi¨®n Europea, Jos¨¦ Manuel Dur?o Barroso. El movimiento era inusual. Alemania, que acostumbra a comportarse como la institutriz que reprende a los alumnos poco aplicados, era la que recib¨ªa el cap¨®n. Por primera vez, Bruselas abr¨ªa un expediente a la primera econom¨ªa del continente por sus desequilibrios econ¨®micos. El acuerdo logrado en la madrugada del mi¨¦rcoles por los tres partidos que mandar¨¢n en Berl¨ªn da algunos pasos en la direcci¨®n que le reclaman sus socios, pero quiz¨¢ demasiado t¨ªmidos.
Habr¨¢ un plan inversor, pero de tan solo 23.000 millones de euros para toda la legislatura, lo que equivale, m¨¢s o menos, a invertir cada a?o un 0,3% del PIB. Un anuncio que se queda muy lejos del Plan Marshall que se hart¨® de anunciar en sus m¨ªtines el candidato socialdem¨®crata ahora desaparecido de la primera l¨ªnea, Peer Steinbr¨¹ck. Habr¨¢ salario m¨ªnimo, que deber¨ªa contribuir a aumentar la demanda interna: ese es el cambio de m¨¢s calado, pero no est¨¢ claro que la medida, que entrar¨¢ en vigor en 2015, sea capaz por s¨ª sola de impulsar la demanda interna. ¡°Esta va a ser una d¨¦cada de crecimiento muy bajo. La contribuci¨®n alemana para equilibrar la zona euro no ser¨¢ cero, pero s¨ª muy baja¡±, sostienen los analistas del think tank Eurointelligence.
No solo es la econom¨ªa. Los democristianos y socialdem¨®cratas alemanes han discutido hasta la extenuaci¨®n asuntos relacionados con el mercado laboral, los impuestos o la energ¨ªa. Pero Bruselas echa de menos un debate m¨¢s europeo, en el que la superpotencia del continente marque la pauta de por d¨®nde va a ir la nueva UE y, sobre todo, la eurozona. ¡°La palabra que mejor define el acuerdo es decepcionante. No veo por ninguna parte un texto que dise?e el futuro de Alemania o de Europa¡±, asegura Guntram Wolff, de Bruegel, un centro de estudios con sede en Bruselas.
A priori, aquellos que esperaban un giro radical en la pol¨ªtica europea de Berl¨ªn tras las elecciones del pasado mes de septiembre tendr¨¢n que seguir esperando. Nada hace pensar que el nuevo equipo que acompa?e a Angela Merkel en su tercer mandato como canciller aplicar¨¢ recetas muy diferentes a la crisis de la eurozona. Solo la posibilidad de nuevos accidentes en el camino ¡ª?tercer rescate a Grecia?, ?segundo a Portugal?, ?sorpresas que den los mercados a Italia o a Espa?a?¡ª podr¨ªa forzar a Berl¨ªn a tomar decisiones de mayor calado. La uni¨®n bancaria, por ejemplo, sigue poni¨¦ndose en marcha, pero al ritmo pausado que marcan Merkel y los suyos.
Hay un posible motivo de fricci¨®n entre Bruselas y Berl¨ªn: el peaje en las autopistas para turismos matriculados fuera de Alemania que metieron con calzador los socialcristianos b¨¢varos de la CSU. Nadie duda de que un impueso que discrimine por nacionalidad ir¨ªa en contra de los principios de la UE. Pero no est¨¢ claro que pueda salir adelante: ¡°No diremos nada hasta ver c¨®mo se plantea la medida. El infierno est¨¢ en los detalles¡±, dicen fuentes comunitarias.
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