Made in China
Hace alg¨²n tiempo los chinos eran una epidemia o una amenaza. Hoy, ya no
Ahora, tengo la certeza de que el mundo en el que vivir¨¢n nuestros hijos -si es que no los mata la contaminaci¨®n, el cambio clim¨¢tico o el estruendo de las armas- ser¨¢ uno conformado por dos ejes fundamentales: Estados Unidos y China.
Conozco el gigante asi¨¢tico desde 1979. Cuando se cumplieron los 60 a?os de la gloriosa revoluci¨®n del camarada Mao, en 2009, tuve la oportunidad de vivir en ese pa¨ªs un mes. En aquel momento, el entonces vicepresidente -y ahora primer mandatario chino, Xi Jinping-, me explic¨® que una de las grandes lecciones de la historia (ca¨ªdo el Muro y dejado sin dios a mil millones de personas), era encontrar un elemento de sustituci¨®n espiritual entre el papel del Partido Comunista y la necesidad de que el pueblo tuviera espiritualidad.
Eso mismo es lo que pens¨® el teniente coronel Vladimir Putin. ?l nunca supo que necesitaba tanto perd¨®n, ni que estaba abrazado a una cruz doble ¨Cla de la iglesia ortodoxa rusa- que se ha convertido en una parte fundamental de la Rusia heredera de la Uni¨®n Sovi¨¦tica que lo vio nacer, lo form¨® y le ense?¨® lo que sabe.
Actualmente, China tiene una presencia que se desborda en todo el orbe. En 2008, a unos meses de que Pek¨ªn fuera sede de los Juegos Ol¨ªmpicos, tener espiritualidad para los chinos significaba apoyar el sinto¨ªsmo. ?Por qu¨¦? Porque la otra alternativa oriental -la budista que es igual al ¡°Made in China¡±-, por el problema del Dalai Lama y del T¨ªbet era sospechosa a los ojos del Estado.
En aquel momento hab¨ªa una gran pregunta en el aire: ?C¨®mo lograr que la riqueza, los Mercedes y ¡°la miseria¡± de Prada, fuera para todos?
Cuatro a?os despu¨¦s, he vuelto a Pek¨ªn. Al saber que a finales de 2013 los chinos habr¨¢n metido 200.000 millones de d¨®lares en Am¨¦rica Latina, he comprendido algunas cosas.
F¨ªjese usted: las previsiones que tiene la Comisi¨®n Econ¨®mica para Am¨¦rica Latina y el Caribe (CEPAL) sobre la necesidad de generar infraestructura en esta regi¨®n, oscila entre los 500.00 y 600.000 millones de d¨®lares. Pues ent¨¦rese: los chinos tienen previsto -entre 2013 y 2017-, llegar a una inversi¨®n neta por encima de los 500.000 millones.
Sin m¨¢s, son jugadores de primer orden que adem¨¢s, van cambiando sus l¨ªneas. Toda Am¨¦rica Latina con los trenes de Bolivia, las l¨ªneas del metro de Cristina Kirchner, los trenes de Pe?a Nieto, el istmo de Tehuantepec, todos, hablan en chino o comen con palillos.
Por eso la gran pregunta es: ?Vivimos en un mundo multilateral? No. Vivimos en uno bilateral. Por una parte, tenemos a los chinos y por la otra, a los estadounidenses.
En el caso de M¨¦xico y su gente, la implicaci¨®n es doble. M¨¢s vale que se acostumbren porque all¨ª es donde los puso Dios, o los dioses: con el gran drag¨®n inundando el mercado y las barras y las estrellas como los vecinos del Norte.
Pero, ?qu¨¦ va a pasar en China? Nada. Comprend¨ª algo muy importante en mi ¨²ltima visita a la Ciudad Prohibida. Hace cinco a?os los chinos ten¨ªan la inmensa duda de c¨®mo conseguir que todos tuvieran derecho al ¨¦xito, pues bien, comprendieron que eso es imposible.
Entonces hicieron dos cosas: primero, basarse en su mercado interno que es gigantesco ¨Cno solamente por los 1.600 millones de habitantes, sino porque todo se lo pueden comer- y, segundo, como sucede en la pel¨ªcula The Hunger Games, el Gobierno ha comprobado que ¡°todos¡± no pueden ser, pero s¨ª puede ser ¡°cualquiera¡±. Y para que sea ¡°cualquiera¡±, entre ¡°todos¡±, qu¨¦ mejor que luchen entre ellos y que gane el mejor.
Visto de esta manera, la transformaci¨®n de c¨®mo se hacen ¡°dos econom¨ªas y un pa¨ªs¡± regido por el Partido Comunista chino es sencillo. Si tiene dudas, ah¨ª est¨¢n todas las normas que acaban de aprobar.
Se?oras, se?ores: empez¨® la lucha interna. ?Quieren ustedes tener un Mercedes y pertenecer a la parte de los 400 millones de habitantes que dieron el ¡°salto hacia adelante"? Luchen entre ustedes, selecci¨®nense. Es una consideraci¨®n fundamental.
Por eso, con el nacimiento del mercado interno, China ya no necesita trasladar 100.000 chinos a un pa¨ªs a la hora de enfrentar grandes subvenciones. Van a jugar en Asia y ese es el juego de la primera potencia bis de los Estados del mundo junto con Estados Unidos.
El resto est¨¢ en un cuento chino, en el sentido de saber que el tiempo juega a su favor. A fin de cuentas, todo el dinero que les hemos dado en los ¨²ltimos 25 a?os, a base de un pa¨ªs de esclavos, nos lo est¨¢n devolviendo copando nuestras minas, infraestructuras, trenes, aviones y metros.
Cambiaron el concepto del ¡°cu¨¢nto¡± por el concepto del ¡°c¨®mo y el qu¨¦¡±. Ya no es un sistema basado en la cantidad sino en la calidad y eso los convierte en jugadores que van a competir en tecnolog¨ªas propias con Jap¨®n, Corea del Sur y finalmente, con Estados Unidos.
En cuanto a ?de qu¨¦ color pinta la pr¨®xima guerra? No es ya la de las galaxias, no. Es la de los alambres. No es casualidad que Edward Snowden hiciera explotar el esc¨¢ndalo en Hong Kong. Las m¨¢s grandes medidas de seguridad estadounidenses son para evitar los ciberataques que dominan -como nadie-, desde Hong Kong, Macao o Pek¨ªn, los chinos.
El pa¨ªs del drag¨®n no solamente ser¨¢ due?o del cemento, tambi¨¦n ser¨¢ el que m¨¢s y mejor escuche el contenido de nuestras conversaciones y se entere de nuestras debilidades. A fin de cuentas, menos las cruces, menos lo que representa donde habitan nuestros dioses, todo lo dem¨¢s es ¡°Made in China¡±.
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