San Francisco se est¨¢ convirtiendo en ¡°una ciudad s¨®lo para ricos¡±
Crecen los movimientos sociales de protesta contra los desahucios y el aburguesamiento de la ciudad
Gentrification que significa aburguesamiento y evictions (desahucios) son dos de los vocablos que m¨¢s se oyen estos d¨ªas en la ciudad. Forman parte de la conversaci¨®n local y se han instalado en la conciencia colectiva.
Desde que las tech desembarcaron en San Francisco y Silicon Valley extendi¨® sus arterias hasta aqu¨ª, un malestar creciente se ha ido instalando entre muchas capas sociales. Entre ellas la de los artistas, el San Francisco bohemio que siempre ha contribuido a dar un aura especial a la ciudad, y la de los trabajadores cuyo poder adquisitivo no puede afrontar los precios estratosf¨¦ricos que se han instalado en la ciudad.
Ambos grupos son los que m¨¢s est¨¢n sufriendo los efectos de lo que se conoce como gentrification of San Francisco, es decir aburguesamiento y renovaci¨®n de la mano de los nuevos hipsters (una palabra que designa a quienes siguen las modas y tendencias del momento), fundamentalmente los j¨®venes que trabajan en las compa?¨ªas tecnol¨®gicas, bien remunerados y mimados por la industria, que han decido hacer de San Francisco su meca.
Ellos est¨¢n transformando el paisaje urbano y sus residentes. Los hipsters y las tech han regado de dinero San Francisco y los precios se han disparado hasta alturas imposibles. A consecuencia de ello son muchos los que se han visto obligados a dejar la ciudad e irse hacia Oakland y Berkeley, emplazamientos m¨¢s econ¨®micos. Y ello en el mejor de los casos, pues lo m¨¢s com¨²n es el desahucio.
Los arrendadores, amparados por la Ellis Act, una ley que pone en manos del propietario de un inmueble mecanismos para acabar con los arrendamientos de precio limitado, no quieren seguir cobrando por un alojamiento 1000 d¨®lares o menos a los antiguos inquilinos, cuando un apartamento con dos habitaci¨®n est¨¢ en una media de 3.250$ d¨®lares al mes, la rentas m¨¢s caras de toda la naci¨®n. As¨ª que prefieren gastarse miles de d¨®lares en abogados y pleitos hasta conseguir echar a la calle al inquilino ¡°pobre¡± y sustituirlo por otro que les va a pagar a tres veces m¨¢s. En muchos casos deciden vender el apartamento y cobrar cantidades con las que nunca hab¨ªan so?ado, amparados en la escasez de viviendas en San Francisco y los precios por las nubes. S¨®lo el 14% de los inmuebles son accesibles para las familias de la clase media, seg¨²n datos de la web inmobiliaria Trulia.
En este ¨²ltimo a?o los desahucios han aumentado el 60%, seg¨²n cifras que baraja el movimiento AIDS Housing Alliance, y la tendencia va en aumento. Distritos como el de Mission, tradicionalmente el barrio de los hispanos, han sufrido especialmente las dentelladas. En el mes de noviembre la tradicional Procesi¨®n de los Muertos reflejaba en pancartas la rabia y el resentimiento entre los residentes que est¨¢n viendo como muchos vecinos y peque?os negocios son expulsados de la zona, a la vez que se instalan restaurantes y boutiques a la ¨²ltima que ofrecen productos org¨¢nicos cultivados en los tejados de los locales de moda.
Muy bien lo sabe Mia de los ?ngeles (no quiere ser reconocida, as¨ª que utiliza este alias para dar su opini¨®n), una artista pl¨¢stica y activista, que dej¨® Mission hace ya tiempo en protesta por los cambios que estaba sufriendo su entorno. ¡°Este siempre fue un barrio de gentes muy pobres que se ayudaban y solidarizaban entre s¨ª, pero las cosas empezaron ya a cambiar con la primera burbuja de las punto com . Los hipster desembarcaron aqu¨ª y todo empez¨® a cambiar: subieron los precios de la comida y de la vivienda, y lo que siempre hab¨ªa sido un barrio amable, compasivo, se evapor¨®. Ellos piensan que han nacido con el derecho de campear a sus anchas en el mundo, que todo les pertenece. No tienen ni idea de lo que significa ser pobre y tener que hacerte un hueco para sobrevivir¡±.
Tambi¨¦n lo sabe muy bien por propia experiencia, Jean Paul, un homeless que lleva viviendo en Mission nada menos que 33 a?os y ha asistido a la transformaci¨®n de un barrio al que acuden los turistas para admirar los famosos murales, muchos de ellos reivindicativos de inquietudes que est¨¢n en la calle, como los desalojos. ¡°Estos ¨²ltimos a?os se me est¨¢ haciendo muy duro salir adelante, nadie quiere ayudar. Todo lo contrario, muchas veces pasan por delante de mi y me dicen ¡°fuck you¡± (te jodes)¡±, comenta Jean Paul arrastrando su carrito del supermercado cargado con sus pertenencias ¨Calgo muy com¨²n entre los 6000 homeless de San Francisco-.
Jean Paul va parando a los transe¨²ntes de Mission para pedirles 50 c¨¦ntimos (la mitad de un d¨®lar). Cuando tiene suerte puede reunir lo suficiente para dormir una vez por semana en un hostal barato (56 d¨®lares) y lavarse un poco, pero en los ¨²ltimos tiempos no siempre la fortuna le sonr¨ªe.
No todos opinan lo mismo. Hay quienes piensan que los nuevos residentes han mejorado el distrito y que la violencia ha disminuido mucho. ¡°Hace diez a?os esto estaba lleno de droga y pistolas. Mucho mejor ahora, donde va a parar¡±, comenta Jos¨¦ G¨®mez en una chocolater¨ªa muy chic de Valencia, la calle paralela a Mission, una zona de moda en San Francisco, llena de clubs, boutiques y restaurante caros.
El enfado contra la transformaci¨®n, se?alada como aburguesamiento por muchos, que est¨¢ sufriendo San Francisco es palpable en manifestaciones callejeras, como la que ten¨ªa lugar a finales de noviembre en Castro, en la marcha de homenaje para conmemorar el 35 aniversario del asesinato del alcalde de San Francisco George Moscone y de Harvey Milk. Cientos de activistas se dirigieron a los manifestantes conmin¨¢ndoles a ¡°retomar la lucha contra los desahucios y el aburguesamiento¡±.
Tom Temprano, presidente de Harvey Milk LGBT Democratic Club, manifest¨®: ¡°Es imposible tener esperanza sin contar con un tejado sobre tu cabeza, sin una casa afrontable. Es por lo que nos estamos manifestando hoy¡±.
Para Brian Basinger, miembro de AIDS Housing Alliance, ¡°el derecho a tener una casa forma parte de los derechos humanos¡± y apunta que ¡°el precio de las rentas ha subido un 21% este a?o¡±, una cifra que sit¨²a a San Francisco como la ciudad m¨¢s cara para arrendar una casa en EE.UU.
Las tech y los hipsters est¨¢n en el ojo del hurac¨¢n de lo que est¨¢ sucediendo, tanto que quien fue alcalde de San Francisco, Willie Brown, en la columna que escribe en el peri¨®dico San Francisco Chronicle aconsejaba a los techies prestar atenci¨®n a la animadversi¨®n que se est¨¢ creando contra ellos en la ciudad y hacer algo para revertir ese sentimiento. ¡°Cada d¨ªa por diferentes motivos, desde la subida del arrendamiento de las viviendas al incremento de los precios en los restaurantes o los autobuses privados, el mundo de las tech est¨¢ despertando un gran resentimiento. Esa imagen positiva que se ten¨ªa de los j¨®venes de las tech se est¨¢ diluyendo y es s¨®lo cuesti¨®n de tiempo para que empiecen a ser considerados como una extensi¨®n de Wall Street¡±.
¡°Lo que necesitan hacer ¨Ccontin¨²a el columnista diciendo- es bajar de su nube y en lugar de enfocar sus esfuerzos a salvar ?frica o el lugar donde pasan sus vacaciones de aventura, empezar a prestar atenci¨®n a la gente que tienen alrededor para hacerles las cosas m¨¢s f¨¢ciles¡±.
Y a¨²n llevando las cosas m¨¢s al extremo hay quienes piden que Twitter devuelva a San Francisco los 56.000 d¨®lares que, en concepto de exenci¨®n de impuestos, perdon¨® la ciudad a la compa?¨ªa por instalarse aqu¨ª.
Est¨¢ claro que muchos no comparten el punto de vista del alcalde, Edwin M. Lee, quien opina que las ¡°tech est¨¢n creando tambi¨¦n muchos trabajos en San Francisco¡±. Lejos de ello piensan que ¡°el esp¨ªritu bohemio de San Francisco se acab¨® y cada vez m¨¢s se est¨¢ transformando en una ciudad s¨®lo para bolsillos pudientes¡±.
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