Como ciudadano de EE UU, pido al Congreso la reforma migratoria
Si todos los inmigrantes tuvieran la oportunidad de perseguir sus sue?os, todo el pa¨ªs se beneficiar¨ªa
La primera vez que vi Estados Unidos fue desde el m¨¢stil de un barco de la marina espa?ola, donde la estatua de la libertad levantaba orgullosa su antorcha hacia un cielo americano que parec¨ªa infinito. En la noche, me preguntaba si ese cielo pod¨ªa ser la explicaci¨®n de las estrellas que vemos en la bandera americana, puestas ah¨ª para que el mundo supiera que este es el lugar de las posibilidades, donde cualquiera, venga de donde venga, puede so?ar con una vida mejor.
Record¨¦ ese cielo estrellado el 13 de noviembre, cuando, despu¨¦s de 23 a?os en Estados Unidos, mi mujer Patricia y yo juramos como ciudadanos norteamericanos. La ceremonia de naturalizaci¨®n en Baltimore, a la que asistieron, conmovidos, otros 72 inmigrantes originarios de 35 pa¨ªses, fue el momento con el que siempre hab¨ªa so?ado desde el d¨ªa que llegu¨¦ a Am¨¦rica con apenas $50 d¨®lares en el bolsillo y un juego de cuchillos para cocinar. Quer¨ªa pertenecer a este pa¨ªs. Finalmente me establec¨ª en Washington, donde mis socios y yo hemos sido afortunados al poder crear una compa?¨ªa de restaurantes que contrata a miles de americanos por todo el pa¨ªs.
Sin embargo, me he convertido en ciudadano estadounidense en un momento en el que la legislaci¨®n, que podr¨ªa proveer a millones de inmigrantes la oportunidad de obtener su ciudadan¨ªa, est¨¢ detenida en el Congreso. Con este proyecto de ley, que cuenta con el apoyo de muchos republicanos y la mayor¨ªa de los senadores dem¨®cratas, estamos a¨²n m¨¢s cerca de alcanzar una reforma migratoria. Por lo tanto, me gustar¨ªa dirigirme a los miembros del Congreso que a¨²n son reticentes a aprobar esta legislaci¨®n:
Este proyecto de ley har¨ªa m¨¢s para asegurar nuestras fronteras que ninguna otra ley en la historia
Entiendo que es esta una situaci¨®n complicada. Pero no estamos pidiendo una pol¨ªtica de puertas abiertas que permita una inmigraci¨®n sin reglas. De hecho, este proyecto de ley har¨ªa m¨¢s para asegurar nuestras fronteras que ninguna otra ley en la historia. Lo que estamos pidiendo es que se le d¨¦ a los 11 millones de indocumentados, quienes ya forman parte del ADN de Estados Unidos, una oportunidad: una oportunidad de comprobar que son dignos de la ciudadan¨ªa americana; una oportunidad de contribuir m¨¢s a este pa¨ªs tan incre¨ªble; una oportunidad de pertenecer.
Los compa?eros inmigrantes que conozco y con los que he trabajado, esos con un estatus legal y aquellos que no lo tienen, est¨¢n aqu¨ª por las razones correctas. No quieren causar ning¨²n problema, recibir ninguna limosna, ni quitarle a nadie su trabajo. Muchos ya pagan impuestos y tienen trabajos aqu¨ª¨Ctrabajos duros, dif¨ªciles y agotadores de los cuales depende este pa¨ªs, como recolectar tomates, limpiar pescado o enlatar productos con salarios bajos y sin beneficios.
Porque mucho de nosotros asumimos riesgos al venir aqu¨ª y mantener a nuestras familias, muchos inmigrantes tienden a tener una ¨¦tica de trabajo muy profesional. Mi amigo Rodolfo empez¨® su carrera en Estados Unidos colocando azulejos en los pisos de Jaleo, nuestro primer restaurante. Muy pronto ¨¦l se puso a lavar platos y a cocinar pan por las noches, muchas veces manteniendo dos o tres trabajos mientras aprend¨ªa a cocinar. Y hoy, ese obrero de Bolivia es un chef principal, un inversionista en restaurantes, un padre maravilloso y un orgulloso ciudadano americano.
Si otros inmigrantes tuvieran la oportunidad de perseguir sus sue?os como Rodolfo, todo Estados Unidos se beneficiar¨ªa. Los residentes legales, inmigrantes, contribuir¨ªan m¨¢s en impuestos, gastar¨ªan m¨¢s en nuestros negocios, crear¨ªan compa?¨ªas propias y dar¨ªan m¨¢s empleos. La inmigraci¨®n no es un problema, sino una oportunidad que debemos aprovechar.
Como inmigrantes, entendemos que el tener la nacionalidad americana es un privilegio que trae consigo no solo derechos, sino tambi¨¦n responsabilidades. Algunas de esas responsabilidades es el jurar lealtad a la bandera, obedecer nuestras leyes, y aprender un nuevo idioma. Pero tambi¨¦n tenemos la obligaci¨®n de regresar algo a este pa¨ªs, algo que enriquezca el mosaico de EE UU con nuestras culturas, tradiciones e ideas. Es por este motivo que deseo abrir un nuevo restaurante, America Eats Tavern, que celebrar¨¢ las contribuciones culinarias que los inmigrantes han incorporado a esta naci¨®n por cientos de a?os.
Para el men¨², he investigado sobre las recetas m¨¢s antiguas que se trajeron a Am¨¦rica, y me encontr¨¦ con una llamada ¡°gazpacho¡± del libro titulado?The Virginia Housewife del siglo XIX. No tuve m¨¢s que pensar en el pasado, no solo recordar la primera vez que vi Estados Unidos como un marinero espa?ol, sino imaginar la primera vez que un espa?ol lleg¨® a las costas americanas.
Quinientos a?os han pasado desde que Juan Ponce de Le¨®n lleg¨® a Florida buscando oro, y hoy orgullosamente puedo decir que yo he encontrado el m¨ªo: mi mujer e hijas, mis amigos y colegas y la nueva ciudadan¨ªa que mi nuevo pa¨ªs me ha otorgado. Siempre estar¨¦ orgulloso de donde vengo, pero nunca he estado m¨¢s seguro de adonde pertenezco.
Ahora mismo, la C¨¢mara de Representantes tiene la oportunidad de cambiar las vidas de millones de personas, una reforma que beneficiar¨¢ a EE UU por muchos a?os y a muchas generaciones. No envidio la dif¨ªcil posici¨®n del presidente de la C¨¢mara de Representantes, John Boehner. S¨¦ que ama a este pa¨ªs y me imagino que las esperanzas que el ten¨ªa cuando limpiaba el piso del bar de su padre en Cincinnati no eran muy distintas que las de aquel marinero espa?ol que cre¨ªa que si amaba a Am¨¦rica, Am¨¦rica le devolver¨ªa ese amor. Lo ¨²nico que le pido es que piense en los millones de familias de inmigrantes que tienen esas mismas esperanzas.
Tal vez vengamos de diferentes lugares y tengamos distintas experiencias, pero siempre nos impresionaremos con el mismo cielo extraordinario, y queremos simplemente la oportunidad de alcanzar nuestro propio sue?o americano.
Jos¨¦ Andr¨¦s es chef y propietario de una cadena de restaurantes en EE UU. Recientemente jur¨® como ciudadano norteamericano.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.