Los rebeldes moderados sirios temen perder su pa¨ªs y su causa
Refugiados en Jordania, muchos milicianos heridos ven con temor el ascenso de milicias yihadistas El r¨¦gimen avanza mientras los opositores del Ej¨¦rcito Libre Sirio le acusan de cr¨ªmenes de guerra
Quedan pocas esperanzas en este hospital lejos de Siria. Un centenar de heridos, muchos guerrilleros contra el gobierno de Bachar el Asad, ven como sus avances se esfuman y su pa¨ªs se les va de las manos. El Ej¨¦rcito Libre Sirio, con el que han luchado, va perdiendo terreno no s¨®lo frente al r¨¦gimen, sino tambi¨¦n ante el ascenso de unas milicias yihadistas que campan a sus anchas en zonas que estos hombres tomaron con su sudor y sangre. So?aron en su d¨ªa con el apoyo de occidente, pero no fue m¨¢s que una ilusi¨®n. Se sienten abandonados. No reconocen a su pa¨ªs. Y las ganas que tienen de volver al frente tras recuperarse, si se recuperan, se van diluyendo un poco m¨¢s cada d¨ªa.?
¡°En occidente se fijan en las armas qu¨ªmicas y pactan con el r¨¦gimen para destruirlas. Y mientras miran a otro lado, los ni?os y las mujeres mueren. El ej¨¦rcito del r¨¦gimen ataca autobuses civiles, saquea casas y viola a mujeres¡±, dice postrado en una de las camas del hospital Nidal Mohamed el Barand, de 37 a?os. Fue herido de gravedad en combate en septiembre en la villa de Tafas, en la sure?a provincia de Der¨¢. Perdi¨® un ri?¨®n y le han extirpado parte del h¨ªgado. ¡°Luchamos solos, esa es la verdad¡±, dice, resignado. A pesar de todo, si puede, volver¨¢ a Siria. ¡°No nos rendiremos y lucharemos hasta el ¨²ltimo soldado¡±, dice.
El lunes el r¨¦gimen anunci¨® por v¨ªas oficiales que ha asegurado una carretera que une Damasco, la capital, con la costa meridional, que espera utilizar para evacuar sus arsenales qu¨ªmicos, que se ha comprometido a destruir antes de mediados de 2014 para evitar un ataque con misiles de Estados Unidos. El Asad avanza reforzado por milicianos extranjeros, sobre todo libaneses, de la guerrilla Hezbol¨¢, e iran¨ªes. El Barand asegura que ¨¦l mismo con sus manos captur¨® a dos guerrilleros de Ir¨¢n en Der¨¢, y que los entreg¨® a sus superiores. En el bando rebelde, grupos radicales islamistas como el Estado Isl¨¢mico de Irak y Siria se nutren de yihadistas llegados desde lugares tan diversos como Chechenia, Yemen o Arabia Saud¨ª.
¡°El Ej¨¦rcito Libre nos necesita¡±, dice Ali al Hamir. Sabe que no podr¨¢ regresar al frente. A sus 21 a?os perdi¨® la pierna derecha en una explosi¨®n. Regresaba a casa a descansar tras la lucha. Qued¨® inconsciente y cuando despert¨® ya estaba en Jordania, donde le hab¨ªan tra¨ªdo sus familiares, que hoy velan su cama. Financiando con dinero p¨²blico kuwat¨ª, este hospital opera desde hace nueve meses con m¨¦dicos y enfermeros que tambi¨¦n son refugiados sirios, en la segunda planta del centro m¨¦dico Al Yazira en la capital jordana. Recibe a un centenar de heridos cada mes y en su quir¨®fano se efect¨²an tres operaciones diarias.
¡°Para esta gente hay un l¨ªmite que se ha superado. El r¨¦gimen se ha comportado de forma especialmente brutal¡±, dice el doctor Mohamed Halabi, de 43 a?os, que huy¨® de Damasco a Amm¨¢n cuando vio que a varios colegas de profesi¨®n les arrestaba el r¨¦gimen simplemente por atender a milicianos rebeldes. A un amigo suyo, tambi¨¦n m¨¦dico, un francotirador le mat¨® cuando trataba de reanimar a un moribundo en la localidad de Zamalka. Antes de abandonar Siria los servicios secretos de El Asad hab¨ªan detenido e interrogado a Halabi una treintena de veces. ¡°No puede haber reconciliaci¨®n cuando se ha servido de la ayuda de iran¨ªes y libaneses para atacar a sirios. Y nosotros a¨²n tenemos algo b¨¢sico: la raz¨®n. Nuestra causa es la justa¡±, dice.
A este hospital llegan tambi¨¦n civiles, que cuando se recuperan entran a formar parte de los m¨¢s de 560.000 refugiados sirios en Jordania, donde no tienen derecho a trabajar, con sus vidas congeladas a la espera de ya no saben muy bien qu¨¦. ¡°No volver¨¦ porque el ej¨¦rcito toma represalias contra los civiles¡±, dice Ahmad Majdad, de 45 a?os, que perdi¨® un ojo y la memoria del ataque que se lo cobr¨®, hace aproximadamente tres semanas. No sabe como ser¨¢ su vida en Jordania, pero dice que aunque sea miserable ¡°ser¨¢ mejor que la destrucci¨®n que hay en Siria¡±.
No muy lejos, en otro cuarto, los enfermeros tratan a un herido que lleg¨® solo y completamente desfigurado. Se le alimenta por un tubo. No puede hablar. Nadie sabe de donde vino ni donde est¨¢ su familia, si es que tiene. En Siria se cuentan los muertos, m¨¢s de 100.000, y los desplazados, seis millones. Pero nadie ha hecho a¨²n un censo de mutilados y heridos como ¨¦l, a quienes la guerra les ha arrebatado absolutamente todo, sin posibilidad de vuelta atr¨¢s.
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