Una puerta cada vez m¨¢s giratoria
Crece en EE UU el flujo de trabajadores que se pasan del mundo empresarial al pol¨ªtico y viceversa. John Podesta es el ¨²ltimo
?Es ¨¦tico y ecu¨¢nime que una persona que recientemente ha formado parte de la junta directiva de dos compa?¨ªas y que ha impulsado determinados posicionamientos desde un centro de opini¨®n, que recibe donaciones de grandes empresas, sea designado asesor del presidente de Estados Unidos? El de John Podesta es el ¨²ltimo ejemplo del estrecho v¨ªnculo entre el mundo empresarial y el pol¨ªtico. El debate sobre los l¨ªmites del denominado revolving door, la puerta giratoria entre el sector privado y el p¨²blico, no es nada nuevo en este pa¨ªs, como tampoco lo es en muchos otros, y est¨¢ repleto de matices bien diversos. Pero tras este caso concreto -y las preguntas que lo rodean- s¨ª que subyace un cambio de tendencia que se ha ido consolidando en los ¨²ltimos a?os en Washington: los tent¨¢culos empresariales se adentran cada vez m¨¢s en la arena pol¨ªtica.
En el pen¨²ltimo per¨ªodo de sesiones del Congreso de EE UU, entre enero de 2009 y de 2011, y con mayor¨ªa del Partido Dem¨®crata en el Senado y la C¨¢mara de Representantes, 60 de los altos cargos de los equipos de los congresistas eran antiguos lobistas?(33 dem¨®cratas y 27 republicanos), seg¨²n los datos del Center for Responsive Politics (CRP), una organizaci¨®n civil. La cifra se duplic¨® tras las elecciones legislativas de 2010, en las que los republicanos se hicieron con el control de la C¨¢mara: en el siguiente per¨ªodo, entre 2011 y 2013, hubo 123 ex'lobistas' en el Capitolio, de los que 76 trabajaban para los republicanos, 46 para los dem¨®cratas y uno era independiente. El contexto no es casual: en la ¨²ltima d¨¦cada se ha disparado el n¨²mero de ¡®lobbies¡¯ (y su inversi¨®n) registrados en Washington, sobre todo a ra¨ªz de los debates sobre las reformas sanitaria y del sistema financiero.
En el ¨¢mbito del Gobierno, el flujo de entrada o salida hacia o desde el sector privado es algo ¡°com¨²n¡±, asegura Daniel Auble, investigador del CRP. ¡°Siempre ha habido empresarios importantes que son designados para dirigir las agencias federales¡±. En los ¨²ltimos a?os, sin embargo, la tendencia se ha generalizado y ha trascendido las c¨²pulas. Han aumentado, explica, los casos de personas procedentes del sector privado que ocupan puestos inferiores o de segunda fila en la Casa Blanca o en departamentos del Gobierno; y tambi¨¦n al rev¨¦s, haciendo la transici¨®n del p¨²blico al privado. ¡°Muchos pasan a trabajar para 'lobbies', a los que llevan sus conexiones y experiencias. Y sus salarios se multiplican¡±, sostiene en conversaci¨®n telef¨®nica.
Seg¨²n las ¨²ltimas estad¨ªsticas del CRP, la C¨¢mara de Representantes es la instituci¨®n p¨²blica con mayor apogeo del revolving door: hay 629 personas procedentes del mundo empresarial que actualmente trabajan all¨ª o viceversa. En segundo lugar se sit¨²a el Departamento de Defensa (600), en buena medida por la llegada de grandes contratistas a la capital federal para optar al suculento presupuesto de las guerras de Afganist¨¢n e Irak; y en tercero, la Casa Blanca, con 573 personas, lo que incluye tanto a las que se marcharon tras la presidencia de George W. Bush (2001-2009), como las que han ido y venido desde que Barack Obama se instal¨® en el despacho oval en 2009.
En el caso concreto de Obama, de momento, hay 393 individuos que han tomado la puerta giratoria con origen o destino un puesto en su Administraci¨®n. Durante los ocho a?os de mandato de Bush lo hicieron un total de 666. Proporcionalmente, los datos de Obama en sus cinco a?os en la Casa Blanca son inferiores a los de su predecesor, pero a¨²n as¨ª se trata de niveles muy significativos si se tiene en cuenta que su Gobierno ha sido el primero que ha prohibido la contrataci¨®n de personal procedente de lobbies y que le quedan tres a?os de mandato. Sea como sea, si se echa una mirada al pasado, de lo que no hay duda es de la tendencia generalizada al alza de la conexi¨®n p¨²blico-privada: durante la presidencia de Bill Clinton (1993-2001) fueron 410 personas, 156 en la de George H. W. Bush (1989-1993), y 244 en la de Ronald Reagan (1981-1989).
Podesta, nacido en 1949, aparece por triplicado en estas estad¨ªsticas. Trabaj¨® como asistente de Clinton en sus dos primeros a?os de mandato, fue su jefe de gabinete en sus ¨²ltimos tres, y en breve se convertir¨¢ en un asesor especial de Obama tras ser designado a principios de diciembre. Entre sus entradas y salidas de la Casa Blanca, y al margen de su etapa en el Senado en los a?os 80, Podesta ha ido desempe?ando varios cargos en el sector privado, algunos de 'lobista', pero, como muchos otros en Washington, sin nunca desvincularse del todo de la esfera pol¨ªtica. Por ejemplo, tras los comicios de 2008 form¨® parte del equipo de transici¨®n del actual presidente de EE UU.
Este veterano pol¨ªtico no ejerce como 'lobista' registrado desde 2006, por lo que al no haberlo hecho recientemente se libra del veto impuesto por Obama. Pese a ello, Podesta s¨ª se ha erigido en los ¨²ltimos diez a?os en un altavoz de presi¨®n indirecto. Como presidente del Center for American Progress, un 'think tank' progresista, muy pr¨®ximo al Partido Dem¨®crata, que fund¨® en 2003, ha manifestado su opini¨®n en m¨²ltiples asuntos. Por ejemplo, ha defendido las energ¨ªas renovables y se ha opuesto firmemente al proyecto de construcci¨®n del oleoducto Keystone XL, que pretende unir Canad¨¢ con el golfo de M¨¦xico. Pr¨¢cticamente al mismo tiempo se sentaba en las juntas directivas de dos empresas a favor de las energ¨ªas limpias -Equilibrium Capital y Joule-, cuyo futuro est¨¢ muy ligado a las pol¨ªticas ambientalistas que adopte la Casa Blanca, seg¨²n una reciente informaci¨®n del New York Times. Tambi¨¦n hac¨ªa de asesor para un contratista de defensa y una fundaci¨®n.
Adem¨¢s, en los ¨²ltimos a?os algunos de los postulados de este laboratorio de ideas han coincidido con los de algunos de sus generosos donantes -entre ellos, grandes multinacionales y ¡®lobbies¡¯- en cuestiones que versan desde los recortes a los programas del Departamento de Defensa hasta los subsidios sanitarios a los m¨¢s mayores, lo que pone de manifiesto no solo c¨®mo de fina y difusa es la l¨ªnea divisoria en Washington entre los intereses empresariales y los c¨ªrculos pol¨ªticos, sino tambi¨¦n entre estos dos y los numerosos institutos de opini¨®n que hay en la ciudad. Desde el Center argumentan que otros posicionamientos se alejan de los de sus donantes y que no responden a la ¡°agenda¡± de nadie.
En su inminente nuevo trabajo como asesor de Obama, que en teor¨ªa durar¨¢ solo un a?o, Podesta ha pedido no participar en las discusiones sobre el Keystone XL, seg¨²n anunci¨® recientemente la Casa Blanca, alegando que el debate sobre si se autorizar¨¢ o no el proyecto del oleoducto se encuentra en una fase muy avanzada. Pero s¨ª dar¨¢ su opini¨®n en asuntos relacionados con la energ¨ªa y el cambio clim¨¢tico, as¨ª como la implementaci¨®n de la reforma sanitaria. ¡°Es preocupante que pueda haber personas que decidan en materias reguladoras que afectan a su antiguo empleador. Obviamente, sus experiencias previas influyen en sus pensamientos actuales¡±, advierte el investigador Auble, que admite, no obstante, que el debate es poli¨¦drico y que muchos creen que este tipo de perfiles son muy ¨²tiles en el mundo de la pol¨ªtica.
De hecho, una de las virtudes que destac¨® de Podesta el secretario de prensa adjunto de la Casa Blanca, Josh Earnest, fueron sus ¡°fuertes relaciones con gente con influencia¡±, lo que consider¨® que ayudar¨¢ a la Administraci¨®n a tener m¨¢s en cuenta los puntos de vista exteriores. A su vez, neg¨® que puedan surgir conflictos de intereses por sus opiniones y cargos empresariales en el pasado, y subray¨® que cumple los ¡°requisitos m¨¢s exigentes de ¨¦tica¡±. Obama, por su parte, dijo, en su ¨²ltima rueda de prensa del a?o, que ser¨¢ un ¡°gran est¨ªmulo¡± y que le otorgar¨¢ amplitud de miras en un 2014 en el que aspira a relanzar su presidencia -acuciada por un ¨ªndice de aprobaci¨®n en m¨ªnimos- y mantener la mayor¨ªa dem¨®crata en el Senado en las elecciones de oto?o.
En la legislaci¨®n norteamericana apenas se establecen restricciones a la actuaci¨®n de los cargos p¨²blicos procedentes del sector privado y las que hay son muy gen¨¦ricas, seg¨²n explica Auble: ¡°Si uno toma decisiones sobre su antigua empresa quiz¨¢ tenga que recusarse -como ha hecho Podesta de forma preventiva- pero no recuerdo ning¨²n caso espec¨ªfico en que haya pasado¡±. En cambio, existen muchas m¨¢s limitaciones para los congresistas que se convierten en lobistas.
Muchos otros han hecho el mismo recorrido de ida que ahora har¨¢ Podesta. En la Casa Blanca ya hay dos altos cargos que proceden del Center for American Progress, mientras que en Interior y Comercio que vienen de grandes empresas. Durante la etapa de Bush, muchos llegaban del banco de inversi¨®n Goldman Sachs. Y tambi¨¦n otros tantos han hecho el mismo recorrido de vuelta. El ¨²ltimo secretario de Comercio, Timothy Geithner, acaba de ser contratado precisamente por una firma inversora; mientras que el de Defensa, Leon Panetta, por la junta de asesores de un grupo de telecomunicaciones, que ya hab¨ªa integrado en el pasado. Y es que, en definitiva, el ¡®revolving door¡¯ forma parte de la esencia de Washington y de su engranaje alrededor del poder, igual que los ¡®lobbies¡¯, los congresistas, los periodistas, los centros de opini¨®n, los esc¨¢ndalos y un largo etc¨¦tera.
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