El ¨²ltimo tranv¨ªa
Con la apuesta por la paz entre israel¨ªes y palestinos, John Kerry aspira a salvar y eclipsar a Obama
John Kerry quer¨ªa ser presidente y no lo consigui¨®. Pero tambi¨¦n quer¨ªa ser lo que es ahora: secretario de Estado, el cargo m¨¢s poderoso del pa¨ªs m¨¢s poderoso despu¨¦s del presidente. Y ya lo es desde hace 11 meses.
Quiz¨¢s no es el mejor momento para lucir en la escena internacional. Su presidente se halla ensimismado en el desgaste de la pol¨ªtica interior. Y su pa¨ªs, cansado por las dos guerras del anterior presidente, intenta desplazar su preocupaci¨®n estrat¨¦gica all¨ª donde se juega el futuro, que es en Asia. No importa. Para John Kerry es una oportunidad, y en su caso la ¨²ltima oportunidad. No habr¨¢ m¨¢s. Tiene 70 a?os y una largu¨ªsima carrera pol¨ªtica a sus espaldas que, como todos, quiere terminar bien, o muy bien si es posible.
Cuenta con t¨ªtulos para ingresar en el cuadro de honor de los grandes secretarios de Estado que dejaron impronta en la historia, como Kissinger con el fin de la guerra de Vietnam y la apertura a China o James Baker con la victoria en la guerra fr¨ªa y los acuerdos de Oslo. El m¨¢s destacado, su experiencia durante casi tres d¨¦cadas en la Comisi¨®n de Exteriores del Senado.
Pero lo que m¨¢s cuenta es el hambre de bal¨®n, ambici¨®n imprescindible para un pol¨ªtico como para un futbolista. En el a?o que lleva en el cargo ha viajado m¨¢s que muchos secretarios de Estado durante un entero mandato: la mitad del tiempo, 140 d¨ªas exactamente, ha estado fuera; ha volado 480.000 kil¨®metros y visitado 39 pa¨ªses.
Oriente Pr¨®ximo, en la versi¨®n ampliada de Bush, que alcanza hasta Afganist¨¢n, es lo que ocupa el grueso de su trabajo, con tres mesas de negociaci¨®n simult¨¢nea abiertas o a punto de abrir ¡ªla bomba nuclear iran¨ª, la guerra siria y el conflicto Israel-Palestina¡ª y dos conflictos que debieran estar cerrados pero no lo est¨¢n: el de Irak que reabsorbe la guerra siria, con el conflicto entre chi¨ªtas y sunitas y la reaparici¨®n de Al Qaeda; y el acuerdo de seguridad con Afganist¨¢n, de donde deben partir los estadounidenses a finales de a?o.
Con tantos frentes abiertos, lo normal es que fracaso y ¨¦xito se repartan de forma razonable. Su apuesta es por la paz entre israel¨ªes y palestinos, a la que dedica el grueso de las energ¨ªas. Diez viajes a la zona. Veinte rondas de conversaciones. Los esfuerzos han empezado dar frutos: medidas de confianza como la liberaci¨®n de presos palestinos por parte de Israel y renuncia a recurrir a los tribunales internacionales por parte de Palestina; y las habituales medidas de desconfianza para subir la apuesta, como la construcci¨®n de nuevos asentamientos o el reavivamiento de exigencias dr¨¢sticas por las dos partes.
Salvo Kerry, nadie m¨¢s parece creer en el ¨¦xito. Si triunfa, salvar¨¢ la presidencia de Obama e incluso le eclipsar¨¢, como ya ha eclipsado a Hillary Clinton. Nada malo le suceder¨¢ si no lo consigue. El riesgo no carga sobre su futuro.
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