Todo bien
Los l¨ªderes europeos parecen no haber aprendido nada de los errores de la d¨¦cada pasada
¡°Los programas europeos est¨¢n funcionado¡±. Lo ha dicho el presidente de la Comisi¨®n, Jos¨¦ Manuel Dur?o Barroso, en la presentaci¨®n en una Atenas atiborrada de deudas de los objetivos de la Presidencia griega de la Uni¨®n Europea. Qu¨¦ infausta concatenaci¨®n de bromas pesadas para comenzar el a?o.
La primera, aunque menor, la supervivencia de las presidencias rotatorias semestrales de la Uni¨®n Europea, un remanente at¨¢vico de aquella Europa disfuncional en la que cada capital ten¨ªa que tener su minutito de gloria para mayor lucimiento gubernamental.
La segunda, algo m¨¢s importante, la figura del presidente de la Comisi¨®n Europea, Barroso, que a punto de cumplir diez a?os en el cargo todav¨ªa no ha decidido qu¨¦ es lo que quiere ser ni por qu¨¦ quiere ser recordado. Barroso se ha convertido en el perfecto ejemplo del pol¨ªtico incre¨ªble que domina la Europa de la crisis: incre¨ªble pol¨ªticamente e incre¨ªblemente pl¨¢stico en su capacidad de adaptaci¨®n. Barroso dejar¨¢ detr¨¢s de s¨ª una Comisi¨®n Europea demasiado grande y demasiado dispar, compuesta por 28 individualidades, unas brillantes, otras grises, pero sin ning¨²n perfil pol¨ªtico.
M¨¢s que nunca, la Comisi¨®n vive atrapada en la esquizofrenia de, por las noches, so?ar con ser el gobierno de Europa para, por las ma?anas, despertarse siendo una mera agencia encargada de ejecutar los acuerdos alcanzados por los (verdaderos) Gobiernos. Por eso, la iron¨ªa final es que de esta Comisi¨®n 2009-2014 recordaremos, sobre todo, al presidente del Consejo, el belga Herman van Rompuy, que de la nada ha logrado dotar de un perfil propio a la instituci¨®n que ocupa y convertirse en el mediador de los grandes acuerdos alcanzados en torno a la crisis del euro.
El desempleo y el aumento de la desigualdad dibujan una tormenta perfecta en Europa
La tercera broma, muy seria, es la que tiene que ver con el fin de la crisis. Los l¨ªderes europeos parecen no haber aprendido nada de los errores cometidos durante la d¨¦cada pasada. Entonces definieron el ¨¦xito del euro en relaci¨®n al cumplimiento de unos criterios (deuda p¨²blica, d¨¦ficit e inflaci¨®n) que, como se ha visto, ocultaron la acumulaci¨®n de los graves desequilibrios que casi se llevan por delante el euro. Aunque por las malas, hemos aprendido que la competitividad, el endeudamiento privado y el d¨¦ficit comercial eran indicadores tan o m¨¢s importantes que aquellos.
Algo parecido est¨¢ pasando ahora. Se celebra que la combinaci¨®n de recortes presupuestarios y rebajas salariales est¨¦ logrando reducir los d¨¦ficits p¨²blicos y aumentar la competitividad, pero se ignoran indicadores clave como la debilidad del crecimiento, el volumen de desempleo, el incremento de la deuda p¨²blica o el aumento de las desigualdades sociales y la exclusi¨®n social, por no hablar de la desafecci¨®n con la democracia y el proyecto europeo y del auge del racismo y la xenofobia en todo el continente.
Para cualquiera con algo de sentido com¨²n, esos indicadores dibujan una tormenta perfecta en el ¨¢mbito pol¨ªtico y social. Pero, ?a qui¨¦n le interesan estas minucias relacionadas con la vida cotidiana de la gente?
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