Simonovis: La crueldad de un r¨¦gimen malvado
La autobiograf¨ªa del comisario venezolano muestra lo abominable de un r¨¦gimen
Nunca imagin¨¦ encontrarme con un testimonio tan dram¨¢tico y cruel que reflejara hasta d¨®nde un r¨¦gimen, del signo que fuera, puede llegar para causarle da?o f¨ªsico, psicol¨®gico y moral a sus adversarios. Peor a¨²n, a quienes creen sus enemigos, aunque sea s¨®lo en su imaginaci¨®n.
Leer la autobiograf¨ªa de Iv¨¢n Simonovis (El Prisionero Rojo, Editorial Melvin, noviembre de 2013) hace recorrer al lector en sus 438 p¨¢ginas lo abominable de un r¨¦gimen como el venezolano al que poco le importa la dignidad humana, que desprecia la verdad con tal de satisfacer subalternos intereses pol¨ªticos, demostrando que es capaz de mutilar por m¨¢s de nueve a?os la vida de un hombre inocente y su familia.
En abril de 2002 Venezuela vivi¨® su m¨¢s dif¨ªcil crisis pol¨ªtica de los tiempos de Ch¨¢vez. Las manifestaciones pac¨ªficas para exigir su salida crec¨ªan m¨¢s. Ese 11 de abril se dio la mayor concentraci¨®n que recuerda su historia. Aunque convocada para otro rumbo, la enardecida multitud decidi¨® dirigirse hacia Miraflores, el Palacio Presidencial, desbordando a la polic¨ªa.
Al llegar muy cerca a Miraflores desde Puente Llaguno y la Avenida Baralt fueron emboscados con disparos por oficialistas vestidos de civil que impunemente masacraron a los manifestantes: una veintena de muertos y cientos de heridos. Ante los disturbios Ch¨¢vez renunci¨® para regresar triunfal dos d¨ªas despu¨¦s. Quiz¨¢s todo hab¨ªa sido planeado para que ocurriera as¨ª.
Se abrieron 79 investigaciones por los muertos de ese d¨ªa, casi todos opositores desarmados, menos dos. Resultaron ser oficialistas, muertos en extra?as circunstancias, seg¨²n las experticias, porque los disparos que recibieron vinieron de arriba hacia abajo, o sea que se hicieron de donde estaban los francotiradores en Puente Llaguno. Las muertes ten¨ªan que ser de ambos lados, seg¨²n la macabra decisi¨®n.
A¨²n con fotos en la mano, claramente identificables, los asesinos, todos oficialistas vestidos de civil, fueron absueltos. Hab¨ªa que encontrar "unos culpables"' aunque no fueran los culpables de muertes de los chavistas. Eso no importaba. Para preservar el honor de la Revoluci¨®n hab¨ªa que dar con los ¡°responsables¡±.
El Comisario Iv¨¢n Simonovis era el Director de Seguridad de la Alcald¨ªa Metropolitana de Caracas. Su experiencia en las agencias de investigaci¨®n judicial era reconocida a nivel nacional e internacional. Para ese 11 de abril no estuvo ni cerca del ¨¢rea de los disturbios porque la responsabilidad en el campo de acci¨®n era de la Polic¨ªa Metropolitana. Eso no fue suficiente para que m¨¢s de dos a?os despu¨¦s de los sucesos del 11 de abril 2002 en noviembre de 2004, Iv¨¢n Simonovis perdiera su libertad hasta el d¨ªa de hoy, hace m¨¢s de 9 a?os. A otros condenados con ¨¦l, los Comisarios Forero y Vivas, fueron puestos en libertad por enfermedad.
Ha estado preso en un s¨®tano. Sin acceso al sol tan s¨®lo 13 horas en todos esos a?os. Han destruido su sistema de salud. Le niegan atenci¨®n m¨¦dica oportuna. Durante su encarcelamiento, hasta donde vive su familia, ha sido objeto de acosos oficialistas, hasta una bomba molotov le han tirado. En ocasiones ni al Cardenal Urosa le han permitido visitarle. Simonivs ha resistido como un hombre valiente.
Su juicio, por instrucciones del mismo Ch¨¢vez, fue el m¨¢s demorado de la historia de Venezuela. Hab¨ªa que quebrarlo. Lo hicieron en tribunales fuera de Caracas para obligar a sus abogados, incluyendo a su esposa, a trasladarse dos horas a las audiencias. Los testigos falsos, los jueces arbitrarios, los dobleces de todos los funcionarios de los que lo juzgaron, fueron objeto de instrucciones superiores. Posteriormente el ex Magistrado Eladio Aponte Aponte, quien luego de asilarse, confes¨® toda la trama que lo obligaron montar para condenar a 30 a?os a Iv¨¢n Simonovis, como ¨¦l dice la pena de muerte porque de esa no se sale vivo.
Hasta el Papa Francisco ha intercedido por el Comisario Simonovis. La arbitrariedad de Ch¨¢vez s¨®lo se compara con la indolencia de su sucesor, Maduro, que pareciera decidido a que este m¨¢rtir de la libertad muera en prisi¨®n. Parece ins¨®lito que en pleno siglo XXI se repitan casos como el que cre¨ªmos desaparecidos con Nelson Mandela.
Guillermo Cochez es abogado y pol¨ªtico paname?o.
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