El Salvador versus El Salvador
El pa¨ªs centroamericano celebra elecciones el 2 de febrero. A trav¨¦s de cinco perfiles de ciudadanos diversos rastreamos las tensiones internas de una sociedad a¨²n muy polarizada


El domingo 2 de febrero se celebrar¨¢n elecciones presidenciales en El Salvador. Han pasado 22 a?os desde que los Acuerdos de Paz pusieron fin a la guerra civil. Hoy es un pa¨ªs con una democracia estabilizada pero a¨²n muy polarizado. El Frente Farabundo Mart¨ª para la Liberaci¨®n Nacional, la antigua guerrilla, ahora en el poder como partido pol¨ªtico, y Arena, el partido de la derecha tradicional, volver¨¢n a ser los principales contendientes.
Ambos se atacan entre s¨ª con una dial¨¦ctica primaria. En su discurso, para la izquierda la derecha sigue siendo una oligarqu¨ªa depredadora, y para la derecha la izquierda sigue representando un socialismo de pulsi¨®n autocr¨¢tica.?
Seg¨²n los sondeos, los comicios estar¨¢n apretados y es probable que haya segunda vuelta en marzo. El Frente, cuyo candidato es el excomandante guerrillero Salvador S¨¢nchez Cer¨¦n, apuesta por un programa social en un pa¨ªs en el que un 34,5% de sus 6.200.000 habitantes vive en la pobreza. El candidato de Arena, el odont¨®logo Norman Quijano, se ha centrado en prometer crecimiento econ¨®mico (en 2013 fue de 1,7%, el tercero menor de Latinoam¨¦rica) y mano dura contra la inseguridad ¨Cincluida la ocurrencia de ingresar en granjas militares a los j¨®venes que no estudian ni trabajan.
La inseguridad es consecuencia de otra genuina expresi¨®n salvadore?a de polaridad: la guerra entre pandillas. Son principalmente dos, la Mara Salvatrucha y Barrio 18, y mantienen desde hace a?os una pelea a muerte. De todos modos, el caudal de homicidios por la guerra entre bandas se ha refrenado desde la tregua que acordaron en 2012 los l¨ªderes de las pandillas a cambio de mejores condiciones en las c¨¢rceles. El a?o pasado hubo 39 asesinatos por cada 100.000 habitantes, el ¨ªndice m¨¢s bajo desde 2003.
Seguridad, crecimiento e igualdad son los retos de este peque?o pa¨ªs que depende de las remesas que mandan sus emigrantes desde Estados Unidos (15,9% del PIB) y en el que la l¨®gica de la divisi¨®n se filtra hasta el f¨²tbol ¨Cla gente se divide con furor entre el Real Madrid y el Barcelona¨C?? e incluso hasta Dios: de acuerdo con datos de la Iglesia, hace 25 a?os hab¨ªa un 90% de cat¨®licos; hoy, seg¨²n una encuesta de Gallup, los cat¨®licos son el 55% y un 40% son de iglesias evang¨¦licas.
A una semana de las elecciones, EL PA?S rastrea las tensiones internas de El Salvador a trav¨¦s de cinco perfiles de ciudadanos diversos.

La basura y el surf
A veces, cuando el director de la galer¨ªa Hilger de arte contempor¨¢neo, en Viena, entra en Facebook y ve que Sim¨®n Vega ha vuelto a colgar una foto suya haciendo surf, el hombre se inquieta y le manda un mensaje a su artista pidi¨¦ndole que no se olvide de trabajar en su obra.
Vega vive en una urbanizaci¨®n privada de la costa del Pac¨ªfico a menos de una hora en coche de San Salvador. La urbanizaci¨®n tiene una playa de arena volc¨¢nica a la que solo pueden entrar los residentes. Siempre que hay buenas olas ¨C¡°de unos cuatro o tres metros es lo ideal¡±¨C, Sim¨®n Vega baja a surfear. ?l vive con un b¨®xer en una casita de planta baja en la que la cocina y la sala est¨¢n en un porche abierto con vistas al mar. La urbanizaci¨®n es un lugar de descanso de gente acomodada de la capital. Vega cuenta que ha tenido la oportunidad de vivir ah¨ª ¡°por gracia divina¡±. Hasta hace un a?o y medio viv¨ªa de dar clases en universidades, pero ahora ya es capaz de vivir solo de su obra. Tiene 41 a?os. En 2013 fue el representante de El Salvador en la Bienal de Venecia. Unos meses antes de que empezase pens¨® que no podr¨ªa ir porque no encontraba ninguna instituci¨®n p¨²blica o privada a la que le interesase financiar la presencia de un artista de su pa¨ªs en una de las exposiciones m¨¢s importantes del mundo. Al final lo apoyaron un coleccionista de Miami y su galerista vien¨¦s. Vega opina que la cultura en El Salvador es un ¨¢rea marginal dentro de un pa¨ªs marginal que se mantiene ¡°trabado¡± por la polarizaci¨®n social, y su obra es un intento cr¨ªtico y humor¨ªstico de representar esas divisiones. Construye con basura salvadore?a esculturas con la forma de iconos anticuados del primer mundo, como la nave imperial de Star Wars o el sat¨¦lite sovi¨¦tico Sputnik. Recoge la basura en la playa o en las calles de la capital y cuando tiene que montar su obra en el extranjero env¨ªa los desperdicios por correo.
Una vez, en la oficina postal le hicieron una pregunta: ¡°?Para que gast¨¢s 600 d¨®lares en mandar basura a Viena?¡±.

Nosotros y los contrarios de nosotros
¡°A m¨ª lo que me gusta es dibujar letras. Pero no letras como las que hacen ustedes. Yo hago letras de carta¡±. ?scar D¨ªaz Sigar¨¢n coge la libreta del reportero, le pregunta su nombre y para darle un ejemplo de lo que dice se lo escribe con unas letras grafiteras de cabos largos y enredados. Lo hace sobre la marcha por la colonia Montreal, en San Salvador. No le queda bonito. Dice que para que quede bien hay que ponerle m¨¢s tiempo. Tiene 29 a?os. Le llaman El Diablo. Es miembro de la Mara Salvatrucha y est¨¢ participando en las actividades de pacificaci¨®n que dirige en su zona un cura espa?ol, Antonio Rodr¨ªguez. D¨ªaz Sigar¨¢n dice que la tregua est¨¢ siendo positiva y que el Frente les est¨¢ ayudando en los penales. ¡°Antes en las c¨¢rceles est¨¢bamos trifregados¡±. ?l ha pasado m¨¢s de diez a?os preso entre varios periodos ¨C¡°de tanto andar para arriba y para abajo¡±¨C. En el barrio hay muchos banderines rojos del FMLN. El pandillero te sube a lo alto de la colina y te pide que observes la panor¨¢mica. ¡°Todo aquello son territorios de nosotros¡±.
Los otros son los de Barrio 18, la pandilla rival. ?l se refiere a ella como ¡°los n¨²meros¡±, porque los de la Salvatrucha se niegan a pronunciar la palabra dieciocho: en vez de eso dicen el uno y el ocho o el siguiente de 17 o 17 m¨¢s uno.
D¨ªaz Sigar¨¢n asegura que su pandilla no extorsiona a los vecinos. ¡°La gente sabe de que nosotros les quitamos la vida a los contrarios de nosotros, a los n¨²meros ?va?, pero con la gente de la colonia nosotros no nos metemos pap¨¢¡±. Seg¨²n explica, la norma de la tregua es quedarte en tu territorio y actuar solo para defenderlo. ¡°Vos si el enemigo viene aqu¨ª s¨ª lo pod¨¦s matar, porque ya est¨¢ en tu territorio¡±.

Votar al Frente, animar al Real Madrid
Rosario Ventura tiene 31 a?os y tres hijos. Vive en la colonia Montreal con sus ni?os, con su marido y con los padres de ella. Su padre se llama Santos, tiene 73 a?os y todav¨ªa trabaja. Cultiva y vende ma¨ªz y frijoles. Rosario Ventura dice que no tiene ning¨²n familiar pandillero, y que en cualquier caso a ellos la pandilla no les causa problemas. ¡°Aqu¨ª todo es tranquilo¡±.
Durante tres a?os trabaj¨® de empleada de la limpieza en un colegio, pero al final hubo un recorte de personal y la despidieron. Tuvo su primer hijo a los 18 a?os. Dice que ahora hay ni?as que los tienen a los 15. ¡°La mayor¨ªa de cipotas no le hacen caso a los padres¡±. A su primer hijo ella le puso Iker, por Casillas. En su casa son grandes aficionados al Real Madrid. Cuando ponen los partidos en abierto los ven en un canal gratuito, y cuando no, los ven por cable, que les cuesta 13,21 d¨®lares al mes. Su marido es vendedor de ropa. Diciembre es el mes en el que m¨¢s dinero gana. Si le va bien en ese mes puede llegar a ganar unos 2.000 d¨®lares, y con eso tienen ahorros para unos seis meses. Si los ahorros se les acaban antes de tiempo, ella se pone a trabajar limpiando casas. Para hacer la entrevista sale de casa con su hijo peque?o, que se llama Leandro y tiene un a?o. Dentro est¨¢n comiendo sus otros dos hijos. Les ha hecho una sopa de verduras. Cuando era m¨¢s joven, quer¨ªa ser secretaria. ¡°De banco o de algo¡±. Rosario Ventura dice que va a votar al Frente porque ella es pobre y el Frente le ha ayudado d¨¢ndole cosas para sus hijos. ¡°Todo lo de ¨²tiles menos los libros¡±. Ahora se va a llevar a sus hijos a cortarse el pelo, porque las maestras y la directora del colegio les han dicho que se lo tienen que cortar.

El remanso, los nervios
Ricardo Artiga tiene 55 a?os y es ingeniero civil. Su esposa, Guadalupe de Artiga, tiene 52 y es arquitecta. Su empleada dom¨¦stica ha preparado un desayuno que incluye entre otras cosas tamales, frijoles y pl¨¢tano macho frito.
En una pared del comedor tienen una copia de un cuadro del pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasam¨ªn. Es un dibujo de una mujer morena con el torso desnudo y con la cabeza descompuesta de lado en un giro cubista. Guadalupe de Artiga dice que representa el sufrimiento de la mujer india. Dentro de casa tienen dos figuras religiosas en una hornacina. Un San Antonio de m¨¢s de 200 a?os y un Santo Ni?o de Atocha que pusieron ah¨ª porque que se les parec¨ªa mucho a su hijo peque?o. Ella dice que no les gustan los curas. ¡°Solo monse?or Romero¡±. ?l dice que tambi¨¦n le gusta el papa Francisco. ¡°A m¨ª me ha dejado con la boca abierta ese se?or¡±.
A veces, Guadalupe de Artiga le pide por el bien del pueblo a monse?or Romero?¨Casesinado en 1980 mientras oficiaba misa¨C.?Para el bien de su hijos, le pide a la Virgen.
Su marido dice que el pueblo est¨¢ ¡°muy jodido¡±.
El matrimonio vive en una urbanizaci¨®n cerrada con un jard¨ªn arbolado en Santa Elena, un barrio de San Salvador de clase acomodada en el que abundan por las calles los banderines de Arena. Ella dice que su casa est¨¢ ¡°en un remanso¡± pero que no puede estar siempre metida dentro de la burbuja.
Cuando sale a trabajar siente ¡°nerviosismo¡± en cada sem¨¢foro.?Cuando una motocicleta le pasa al lado del coche tambi¨¦n se pone nerviosa.
Ricardo Artiga dice que si alguien lo intenta asaltar cuando va en coche tiene claro lo que hacer. ¡°Giro el carro contra ¨¦l y lo destripo¡±. ?l lo que m¨¢s lamenta de su pa¨ªs es la divisi¨®n entre la gente. ¡°El mundo se despolariz¨®, pero aqu¨ª la polarizaci¨®n es cada vez m¨¢s grande. Los odios que vienen de la guerra todav¨ªa permanecen¡±. Cree que tienen que pasar unos a?os para que todos los de su generaci¨®n se mueran y que los que vienen detr¨¢s se queden ¡°con la mente en blanco¡±. A la entrada de su vivienda, un joven limpia coches vestido con una camiseta del Bar?a.

Lo que diga el libro de Jerem¨ªas
A Pablo Gonz¨¢lez le apetec¨ªa contarle su historia a un periodista. Una vez que fue a dejar una correspondencia en un peri¨®dico salvadore?o aprovech¨® para hablar con un reportero y le propuso que fuese a su casa a ver un cuadro en el que tiene pegadas 80 fotograf¨ªas militares de la guerra. ¡°Las tengo todas. Saltando del avi¨®n, en el ¨¢rea de combate, en la base militar, en el hospital ya herido¡¡±. Pero seg¨²n dice, el reportero no le dio tanta importancia y no quiso ir a su casa.
En El Salvador hay 13.500 lisiados de guerra.
?l sufri¨® seis heridas en un mismo combate. De los cuatro que estaban en su trinchera, solo qued¨® vivo ¨¦l. Una bomba de TNT le revent¨® un codo. Esa misma bomba le salpic¨® los ojos y lo dej¨® medio ciego. Un segundo bloque de TNT le despedaz¨® un pie. Un tiro le pas¨® a tres dedos del coraz¨®n y le sali¨® por la barriga. Una bomba le cay¨® cerca de la cabeza y le revent¨® los t¨ªmpanos. ¨CLo demuestra tap¨¢ndose la nariz y soplando por dentro. ¡°Yo echo aire por las orejas¡±¨C. Otra bala le perfor¨® un muslo.
Pablo Gonz¨¢lez dice que se salv¨® por la misericordia de Dios. Despu¨¦s de la guerra se meti¨® en una iglesia pentecostal. La situaci¨®n actual del pa¨ªs le da ¡°pena¡± porque no hay garant¨ªas para las personas honradas. ?l dice que anda siempre del trabajo a casa y de casa a la iglesia. No le parecer¨ªa mal la idea de militarizar la seguridad. Pero no va a votar a ning¨²n partido porque la Biblia se lo proh¨ªbe.
¡°Es maldito el hombre que conf¨ªa en otro hombre. Libro de Jerem¨ªas, cap¨ªtulo 17, vers¨ªculo 5¡±.
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