?Por qu¨¦ Brasil est¨¢ contra la Copa?
Detr¨¢s de las protestas, el pa¨ªs podr¨ªa estar enviando al mundo un mensaje contra la deterioraci¨®n de ese evento mundial
Entre incr¨¦dulo y at¨®nito, el mundo se pregunta por qu¨¦ Brasil, la meca del f¨²tbol, un pa¨ªs cuyos ciudadanos llevan en el ADN la pasi¨®n por el bal¨®n que ha contagiado al planeta, se muestra contra la celebraci¨®n de la Copa, un acontecimiento que tantos hubieran ansiado. Y la respuesta quiz¨¢ entra?e una sorpresa inesperada.
Las im¨¢genes de la primera manifestaci¨®n callejera contra la Copa, ocurrida el s¨¢bado en S?o Paulo, ciudad donde arrancaron tambi¨¦n las primeras protestas masivas en junio pasado -cuando se dijo que el gigante Brasil "se hab¨ªa despertado" - han recorrido las primeras p¨¢ginas internacionales tanto por la violencia de los manifestantes como por la de la polic¨ªa que dispar¨® a un joven de 22 a?os, algo impensable en un r¨¦gimen democr¨¢tico porque evoca los fantasmas de la dictadura.
Existe un suspense general sobre lo que ocurrir¨¢ dentro de cinco meses. Quiz¨¢ no pase nada o quiz¨¢ s¨ª. El lema de los manifestantes, N?o vai ter Copa (No va a haber Mundial), ha movilizado hasta a la presidenta de la Rep¨²blica, Dilma Rousseff, que se ha tomado en serio la amenaza y ha colocado enseguida en las redes sociales su hastag: VaiterCopa (Va a haber Copa).
La perplejidad dentro y fuera del pa¨ªs frente a este rechazo de la celebraci¨®n de la Copa y la consecuente pregunta: "?C¨®mo es esto posible en Brasil?" es de dif¨ªcil respuesta. Me atrever¨ªa a decir que el resultado final podr¨ªa sorprender positivamente al mundo. Y eso, independientemente de que haya o no Copa (que la habr¨¢) y no tendr¨¢ que ver con que Brasil gane por sexta vez (ojal¨¢) el precioso trofeo o repita la dolorosa haza?a del ¨²ltimo Mundial celebrado aqu¨ª en 1950 en aquel aciago partido contra Uruguay en el m¨ªtico Maracan? de R¨ªo.
No importa en este punto si habr¨¢ o no nuevas y violentas manifestaciones como las que se registraron durante la Copa de las Confederaciones, cuando en los alrededores del nuevo y millonario estadio de Brasilia hab¨ªa m¨¢s gente protestando fuera que dentro viendo el partido.
Las fichas del juego ya est¨¢n echadas. Brasil ha sido capaz de crear un estado de conciencia cr¨ªtica, m¨¢s all¨¢ de las motivaciones concretas que han podido despertar las protestas que son, en muchos casos reales, como el despilfarro de dinero p¨²blico, el descuido en la creaci¨®n de infraestructuras o el temor de que Brasil pueda "hacer el rid¨ªculo" ante los extranjeros que podr¨ªan encontrarse un pa¨ªs con unos servicios ineficaces. Hasta la FIFA, en efecto, lleg¨® a poner en tela de juicio la capacidad brasile?a para organizar tal acontecimiento ante el retraso de los preparativos.
El f¨²tbol, y el deporte en general, han sido siempre usados y abusados por el poder en las dictaduras y en las democracias como opio del pueblo o como "hipnotismo" que dec¨ªa el gran S¨®crates. En las dictaduras de forma descarada y zafia, como cuando durante el franquismo, el feroz dictador Franco asisti¨® al partido Espa?a-Rusia para recibir de pie el grito del estadio: "!Franco, Franco, Franco!" como si hubiera sido el general¨ªsimo y no el jugador del Zaragoza, Marcelino, el que marc¨® un gol contra la Rusia "comunista". El agudo periodista e historiador, Elio Gaspari, acaba de recordar que durante la Copa de 1970, "cuando la dictadura afianzaba su popularidad con los ¨¦xitos de la selecci¨®n", hubo d¨ªas en que los militantes de Alianza Libertadora Nacional (de izquierda) celebraban los goles "con los tiros de Winchester".
Que Rousseff, responsable de presidir un Gobierno en una democracia consolidada, se preocupe por la imagen negativa que posibles protestas contra la Copa pueda ofrecer al exterior, es justo y normal. Y ha acu?ado el esl¨®gan de que Brasil va a realizar la "Copa de las Copas", superando a todas las celebradas hasta ahora.
Se me ocurre, a la luz de todo lo que est¨¢ ocurriendo, con las protestas contra el Mundial, que la presidenta ha podido ser profeta sin quererlo. Es posible que esa sorpresa, que dije podr¨ªa dar este pa¨ªs al mundo con la Copa, se refiera al hecho de que este Mundial sea quiz¨¢s el ¨²ltimo. Y podr¨ªa ser Brasil, que conserva intacta en sus entra?as, a pesar de todo, la pasi¨®n del f¨²tbol, el que obligue a una FIFA desprestigiada, involucrada en sospechas de esc¨¢ndalos de corrupci¨®n, movida por el peor de los capitalismos, a mudar de piel.
Brasil podr¨ªa estar enviando un mensaje al mundo para ponerlo en guardia sobre la degeneraci¨®n de ese evento mundial que se ha convertido en objeto de sospechas y amenaza al verdadero f¨²tbol, un deporte que est¨¢ conquistando hasta a Estados Unidos.
Es como si Brasil estuviera diciendo que tal y como van las cosas en este campo, no le interesa la Copa, ni jugarla ni ganarla. Que la pasi¨®n por el deporte se est¨¢ cambiando por una operaci¨®n capitalista cuya m¨¢xima expresi¨®n son los enjuagues de la FIFA que est¨¢ matando al verdadero f¨²tbol.
Existe, sobre todo entre los j¨®venes, y m¨¢s entre los que llegan hasta el centro rico de las ciudades desde los guetos excluidos del fest¨ªn - de donde proviene buena parte de los astros mundiales del bal¨®n - la convicci¨®n, quiz¨¢ ni siquiera expl¨ªcita, de que el f¨²tbol, esa pasi¨®n colectiva, debe volver a los or¨ªgenes, aquellos en los que los jugadores daban el alma y el coraz¨®n en el campo, no tanto por dinero cuanto por el placer de vencer y de hacer vibrar a la afici¨®n.
Esos j¨®venes intuyen que el mundo del f¨²tbol se ha convertido en el gran mercado de las vacas, donde los jugadores son objetos de disputa entre las grandes financieras y a cuyas espaldas hasta los funcionarios de los clubes se enriquecen il¨ªcitamente, como parece ocurrir con el triste y emblem¨¢tico caso de la "venta" de Neymar que ha obligado a dimitir al presidente del Barcelona.
Como me ha recordado el mallorqu¨ªn afianzado en Brasil, Saturnino Pesquero, que ense?¨® en la Universidad Federal de Goi¨¢s y es uno de los grandes expertos en Leonardo da Vinci, si es cierto que el hombre cre¨® el lenguaje, no es menos cierto que el lenguaje acaba marcando al hombre. Basta leer un art¨ªculo sobre la econom¨ªa del f¨²tbol para que aparezcan, refiri¨¦ndose a los jugadores, palabras emblem¨¢ticas como comprar, vender, revender, inversores, due?os de los jugadores cuyos derechos acaban siendo "propiedad de terceros". Una verdadera feria de estrellas cuyo valor humano, art¨ªstico y hasta cultural se ha cambiado por un fr¨ªo guarismo de millones de d¨®lares.
Se ha dicho, con raz¨®n, que el f¨²tbol y, en general, las grandes manifestaciones deportivas se han convertido en un sustituto de la guerra. Se enfrentan Espa?a y Francia o Brasil y Argentina, no con la fuerza de los ca?ones y los ej¨¦rcitos, sino en los estadios, donde se intercambian las antiguas banderas de conquista, ahora como trofeos de paz.
Hoy, la violencia en los estadios entre adversarios acaba con frecuencia, tambi¨¦n aqu¨ª en Brasil, en vandalismo y violencia con muertos y heridos. Vuelve la guerra a las gradas. ?No tendr¨¢ que ver esa triste metamorfosis con la degeneraci¨®n general de un deporte que ha acabado aprisionado en manos del gran capital especulativo mundial tras hab¨¦rselo robado a los verdaderos aficionados?
Es posible que Brasil que, en estos ¨²ltimos 20 a?os, ha dado muestras de un elogiable progreso no s¨®lo econ¨®mico, sino tambi¨¦n democr¨¢tico, salga crecido, m¨¢s maduro hasta en sus valores de libertad y humanidad justamente con su rechazo a la Copa. Hizo bien, por ejemplo, la presidenta Dilma al despreciar el caviar y champagne que le ofrec¨ªa la FIFA en el palco de honor desde el que presenciaba un partido de la Copa de las Confederaciones. "!Pero qu¨¦ es esto en un estadio de futbol!" y pidi¨® una cerveza, como los simples aficionados.
Brasil, m¨¢s maduro hoy que durante el ¨²ltimo Mundial celebrado en su suelo, se hace la misma pregunta, que es casi natural entre los j¨®venes: "?Pero qu¨¦ es esto?". Como si dijeran: "No queremos una Copa as¨ª. Queremos que nos devuelvan el futbol"
Brasil ha desnudado a la Copa ante el mundo. El rey se ha quedado desnudo y es muy probable que un d¨ªa las cr¨®nicas recuerden que fueron los magos del bal¨®n los que tuvieron la osad¨ªa de decir NO a su prostituci¨®n.
Quiz¨¢ el mundo, ahora perplejo ante esa postura brasile?a inesperada, acabe ma?ana aplaudiendo a este pa¨ªs del f¨²tbol para concederle otro galard¨®n m¨¢s precioso: el de haber arrancado al gran deporte de las garras de los verdugos que lo estaban sacrificando en el altar del nuevo becerro de oro.
Algo que no deber¨ªan olvidar los pol¨ªticos ni del Gobierno ni de la oposici¨®n porque est¨¢ en juego algo mucho m¨¢s importante que las pr¨®ximas elecciones. Las protestas contra la Copa hab¨ªan empezado ya en 2009. Que no caigan en la tentaci¨®n de jugar a reprimir las manifestaciones con m¨¦todos de antiguas dictaduras; que no minimicen una protesta que ya ha alcanzado inter¨¦s y expectativa internacional, y menos a¨²n que no pretendan usar una protesta llamada quiz¨¢s a ennoblecer a este pa¨ªs en pro de sus peque?os intereses electorales.
La apuesta es mucho mayor y m¨¢s importante. Para todos. Equivocarse podr¨ªa llevar a la sorpresa de que salga el tiro por la culata. Est¨¢ en juego una apuesta arriesgada, creativa, valiente, sobre todo de los j¨®venes excluidos de los suburbios de las grandes urbes que hoy estudian y que han sido siempre, curiosamente, los que m¨¢s pasi¨®n han manifestado por la magia y el misterio del bal¨®n, que es parte ya de la cultura popular de este pueblo privilegiado. Y quiz¨¢s, por ello lo defienda con mayor ah¨ªnco.
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