Mladic rechaza testificar en el jucio a Karadzic sobre Srebrenica
La pareja pol¨ªtico-militar m¨¢s buscada por la justicia de la historia reciente choc¨® en su careo en La Haya
Ratko Mladic, exjefe de las Fuerzas Armadas serbobosnias, ha rechazado testificar este martes en el juicio seguido contra su antiguo l¨ªder pol¨ªtico, Radovan Karadzic. Acusados ambos del genocidio de Srebrenica, el militar ca¨ªdo ha invocado su derecho a callar para no auto inculparse, en una tensa sesi¨®n derivada del deseo de Karadzic de demostrar su propia inocencia a costa de ¡°la ¨²nica persona en el mundo que sabe lo ocurrido en Srebrenica en 1995¡±. La espantada de Mladic, que no ha sido autorizado a leer unas notas manuscritas contando ¡°su verdad¡±, ha dejado la situaci¨®n como estaba. Sus respectivos juicios contin¨²an, y las cuentas por el asesinato de unos 8.000 varones musulmanes siguen pendientes ante el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY).
Anta?o estrechos aliados, el reencuentro de la pareja pol¨ªtico-militar m¨¢s buscada por la justicia de la historia reciente ha sido movido. El choque era previsible. En cierto modo, tambi¨¦n la falta de respuestas. Mladic se ha presentado como un hombre mayor, enfermo, convaleciente de dos infartos, con problemas de estabilidad y poca memoria. Incluso ha recurrido a una excusa ¨ªntima para que le dejaran marchar. ¡°Lo que pasa es que no llevo mi dentadura postiza. La he dejado abajo¡±, dijo a la sala, que le miraba at¨®nito. Cuando los guardas de seguridad volvieron de vac¨ªo de la salita donde los testigos aguardan su turno, ¨¦l record¨® d¨®nde la ten¨ªa. ¡°Est¨¢ en mi celda, en la c¨¢rcel¡±. La sesi¨®n fue suspendida veinte minutos y un motorista se desplaz¨® a Scheveningen (distrito costero de La Haya) donde la ONU dispone de un penal para los acusados por las guerras de los Balcanes. Con los dientes en orden y sin m¨¢s cartas en la manga, Mladic ha calificado a la corte de ¡°sat¨¢nica¡±. ¡°No la reconozco. Yo no me defiendo a m¨ª mismo. Nadie lo hace. Defiendo a mi pueblo¡±, ha gritado casi, para ser luego obligado a sentarse por el juez presidente O-Gon Kwon, con una advertencia: ¡°Le recuerdo que el desacato comporta hasta siete a?os de c¨¢rcel, se?or Mladic¡±.
Con el camino despejado, Karadzic ha desgranado sus preguntas, todas directas y pensadas para obtener un s¨ª o un no que no dejara dudas. Que sirvieran para exculparle del ¨²nico caso de genocidio juzgado en Europa desde la II Guerra Mundial. ¡°Me dijo usted, en alg¨²n momento, que los prisioneros de Srebrenica ser¨ªan, iban a ser, o hab¨ªan sido ejecutados? inquiri¨®. ¡°No pienso responder por motivos de salud, porque as¨ª lo aconseja mi abogado y para no perjudicarme¡±, ha contestado Mladic, en una frase que repetir¨ªa luego como una cantinela. ¡°Ten¨ªamos alg¨²n acuerdo, usted y yo, en virtud del cual los habitantes de Sarajevo deb¨ªan ser sometidos al terror de las bombas y los francotiradores?, sigui¨® Karadzic, con el mismo resultado. Terminado el careo, el juez O-Gon Kwon ha se?alado que no ten¨ªa inconveniente en que Karadzic recibiera las notas de Mladic. ¡°Hablo en nombre propio, pero nosotros no lo vemos necesario¡±, ha a?adido.
Al abandonar la sala, Mladic ha seguido dando voces que no han sido ya traducidas. Pr¨®fugo de la justicia durante 16 a?os, comparte con Karadzic, que huy¨® 13 a?os, un pliego acusatorio similar. Srebrenica y Sarajevo, donde perecieron unos 12.000 civiles acribillados por las tropas serbias, componen el n¨²cleo duro del genocidio. El militar habr¨ªa dado las ¨®rdenes a los soldados. El pol¨ªtico, que se autoproclam¨® presidente de la Rep¨²blica Independiente de Bosnia y Herzegovina en 1992, cuando Bosnia se convirti¨® en Estado, ser¨ªa el ide¨®logo que indujo los ataques.
Para Holanda, Srebrenica sigue siendo un cap¨ªtulo negro. Sus ¡°cascos azules¡± deb¨ªan proteger a la poblaci¨®n civil en Srebrenica y se encontraron con el avance de las tropas serbias. Con varios de sus efectivos rehenes de Mladic, miles de personas hacinadas en torno al complejo de Naciones Unidas, y sin apoyo de la OTAN, los soldados holandeses presenciaron la separaci¨®n de hombres y mujeres musulmanes ordenada por el hoy exgeneral. No opusieron resistencia a pesar de que haber visto, en d¨ªas anteriores, pruebas con concluyentes de los primeros asesinatos de civiles. Solo en 2002, y despu¨¦s de que el informe oficial del Instituto para la Investigaci¨®n de la Guerra, se?alara el fracaso de pol¨ªticos y militares en la misi¨®n, cay¨® el Gobierno. No eran responsables de lo ocurrido, pero ten¨ªan una responsabilidad moral que a¨²n les abruma.
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