Una ONG denuncia maltratos y torturas a las mujeres detenidas en Irak
Human Rights Watch asegura que las fuerzas de seguridad arrestan arbitrariamente a esposas o familiares de insurgentes
¡°Voy a hacerle a tu hija lo que te he hecho a ti¡±, amenaz¨® su torturador a Fatma Hussein despu¨¦s de haberla violado tres veces. Su caso es uno de los que recoge el ¨²ltimo informe de Human Rights Watch (HRW) presentado este jueves en Bagdad. En Nadie est¨¢ seguro: Abusos a mujeres en el sistema penal de Irak, esa organizaci¨®n de defensa de los derechos humanos denuncia que muchas de las miles de encarceladas en ese pa¨ªs son ¡°detenidas de forma ilegal, v¨ªctimas de la tortura y el maltrato, y amenazadas con abusos sexuales¡±. Adem¨¢s, el arresto arbitrario de mujeres para presionar a sus maridos u otros hombres de la familia azuza la insurrecci¨®n de los ¨¢rabes sun¨ªes a los que las fuerzas gubernamentales combaten desde primeros de a?o en la provincia de Al Anbar.
¡°Los abusos a mujeres que hemos documentado est¨¢n de muchas formas en el centro de la actual crisis en Irak¡±, declara Joe Stork, el vice director de HRW para Oriente Pr¨®ximo y el Norte de ?frica. ¡°Estos abusos han causado un profundo malestar y falta de confianza entre las diversas comunidades y las fuerzas de seguridad, y todos los iraqu¨ªes est¨¢n pagando el precio¡±, a?ade.
Muchas de las 27 mujeres que HRW entrevist¨® entre diciembre de 2012 y abril de 2013 relataron haber recibido golpes, patadas, bofetadas y descargas el¨¦ctricas, tambi¨¦n haber sido colgadas boca abajo y golpeadas en los pies, una t¨¦cnica que los iraqu¨ªes denominan falaqa. Adem¨¢s, fueron v¨ªctimas de violaciones o amenazas de abusos sexuales durante sus interrogatorios. El objetivo de ese maltrato es forzarles a firmar declaraciones en blanco o sin poderlas leer, en las que se auto incriminan y de las que luego se retractan ante el juez.
¡°Las fuerzas de seguridad iraqu¨ªes y los funcionarios act¨²an como si tratar de forma brutal a las mujeres fuera a hacer el pa¨ªs m¨¢s seguro¡±, afirma Stork. ¡°De hecho, lo que estas mujeres y sus familiares nos han dicho es que mientras las fuerzas de seguridad sigan maltratando a la gente con impunidad, s¨®lo podemos esperar que las condiciones de seguridad empeoren¡±.
Como tambi¨¦n sucede a menudo con los detenidos y en contra de la propia ley iraqu¨ª, las mujeres no suelen tener acceso a un abogado antes o durante su interrogatorio, cuando las fuerzas de seguridad les presentan las declaraciones para que las firmen, o durante el juicio. En ocasiones es porque no pueden pagarlo, en otras porque los abogados tienen miedo de aceptar casos pol¨ªticamente delicados. Pero para ellas, las consecuencias son peores. Incluso cuando quedan libres sin sufrir da?os, a menudo son estigmatizadas por su familia o comunidad, que las percibe como mancilladas.
De las mujeres encarceladas en centros de los ministerios de Interior y Defensa de Irak, 4.200 son sun¨ªes y 57 chi¨ªes
Fatma Husein no es el verdadero nombre de la periodista de 43 cuyo caso abre esta cr¨®nica. HRW ha hecho un esfuerzo para proteger las identidades de las mujeres, sus familiares y los funcionarios que han aceptado hablar con ellos de la situaci¨®n. Tambi¨¦n para evitar distorsiones sectarias revelando la comunidad a la que pertenecen las detenidas. Sin embargo, hay datos significativos. Seg¨²n estad¨ªsticas facilitadas a esa organizaci¨®n por un funcionario de la oficina del primer ministro iraqu¨ª, Nuri al Maliki, de las mujeres encarceladas en las instalaciones de los ministerios de Interior y Defensa 4.200 son sun¨ªes y 57 chi¨ªes.
Aunque HRW subraya que los abusos que ha documentado ¡°afectan a mujeres de todas las confesiones y clases de la sociedad iraqu¨ª¡±, resulta dif¨ªcil no asociar la desproporci¨®n (los ¨¢rabes chi¨ªes son el 60% de los habitantes) con el rebrote de sectarismo que desde el a?o pasado vive el pa¨ªs.
¡°No sabemos a qui¨¦n tememos m¨¢s si a Al Qaeda o a los SWAT¡±, confi¨® a HRW una residente de Faluya en referencia a la unidad antiterrorista cuyos agentes vestidos de negro llevan a cabo las operaciones en Al Anbar y que desde principios de a?o intentan recuperar varios enclaves en poder de grupos afines a esa organizaci¨®n. ¡°?Por qu¨¦ habr¨ªamos de ayudarles a luchar contra Al Qaeda cuando en cuanto acaban con ellos vienen a por nosotros?¡±, se preguntaba.
?Por qu¨¦ les ayudar¨ªamos a luchar contra Al Qaeda si en cuanto acaban con ellos vienen a por nosotros?¡±
Residente de Faluya entrevistada por HRW
Los ¨¢rabes sun¨ªes (un 20% de los iraqu¨ªes) se quejan de marginaci¨®n del poder por parte del Gobierno de Al Maliki. Desde hace algo m¨¢s de un a?o llevan a cabo manifestaciones para que, entre otras cosas, las autoridades pongan en libertad a los detenidos de su comunidad que no ha sido procesados o ya han cumplido condena, en especial las mujeres. El primer ministro, prometi¨® en enero de 2013 que iba a reformar el sistema penal, empezando por la liberaci¨®n de las mujeres con ¨®rdenes de puesta en libertad.
¡°Un a?o despu¨¦s, las t¨¢cticas brutales de las fuerzas de seguridad siguen siendo esencialmente las mismas y cientos de mujeres permanecen detenidas de forma ilegal¡±, denuncia HRW.
Los portavoces oficiales, incluido el vice primer ministro Husein al Shahristani, insisten en que los abusos contra mujeres detenidas son la excepci¨®n y desestiman las denuncias de ONG y medios de comunicaci¨®n como ¡°exageraciones basadas en las mentiras de las detenidas¡±.
Las cifras oficiales reducen las detenidas a 1.100 (los hombres rondar¨ªan los 40.000). Sin embargo, una de las redactoras del informe, Erin Evers, explica a esta corresponsal que estos datos ¡°no incluyen las mujeres que est¨¢n fuera de los instituciones penitenciarias del Ministerio de Justicia¡±. En su opini¨®n, ¡°la cifra m¨¢s alta es m¨¢s precisa en la medida que incluye mujeres detenidas sin estar oficialmente acusadas o sentenciadas¡±.
Las mujeres no son interrogadas sobre sus actividades, sino sobre las de sus familiares" Informe de Human Rights Watch
Una de las razones para ello, es la detenci¨®n sin orden judicial de mujeres emparentadas con hombres sospechosos, una pr¨¢ctica al parecer frecuente en los casos de presuntos terroristas. Al menos 15 detenidas, sus familias y abogados han dicho a HRW que lo fueron en una redada contra una familia o una aldea enteras. En tales casos, que un juez admite que suceden, ¡°las mujeres no son interrogadas sobre sus actividades, sino sobre las de sus familiares¡±. Luego, algunas son puestas en libertad sin cargos y otras acusadas de ¡°encubrir¡± a sus maridos u otros parientes, lo que significa ¡°castigarlas por sus relaciones familiares m¨¢s que por un delito¡±.
¡°Detienen a mujeres para conseguir que se entregue el sospechoso, su marido o su hermano¡±, cont¨® a HRW un abogado que pidi¨® no ser identificado. Tambi¨¦n ¡°si un hombre es detenido y no confiesa, detienen a su mujer¡±, seg¨²n otro letrado.
Hacerle confesar era tambi¨¦n el objetivo del torturador de Fatma, que fue detenida cuando fue a un cuartel en Bagdad para interesarse por un conocido encarcelado all¨ª. Le dijeron entonces que sobre ella pesaba una orden de arresto por haber participado en el asesinato del hermano de un diputado. Ella se muestra convencida de que se debi¨® a su trabajo documentado los abusos contra los detenidos en una c¨¢rcel de Tikrit. Al ver que las palizas, las vejaciones y las descargas el¨¦ctricas no surt¨ªan efecto, su interrogador, a quien identific¨® como coronel Ghazi, la viol¨®.
¡°Estaba toda cubierta de sangre. ?l se relajaba, echaba un pitillo, lo apagaba en mi trasero, y volv¨ªa a empezar de nuevo¡±, relat¨® a HWR. Fue entonces cuando el militar le puso al tel¨¦fono con su hija y le dijo que si no confesaba, le har¨ªa lo mismo que a ella. Como otras madres ante una amenaza similar, Fatma se hundi¨® y acept¨® grabar la confesi¨®n que le obligaron a memorizar y en la que dec¨ªa que hab¨ªa colaborado con Al Qaeda. Al d¨ªa siguiente un juez desestim¨® la acusaci¨®n inicial por falta de pruebas, pero la envi¨® a otra prisi¨®n debido a su autoinculpaci¨®n y a¨²n pasaron 25 d¨ªas antes de que recuperara la libertad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.