Lucha sin cuartel entre Buteflika y el servicio secreto militar en Argelia
El presidente recorta las competencias del todopoderoso DRS, un Estado dentro del Estado Los generales reclaman la salida del jefe de Estado de la pol¨ªtica
¡°Los militares deben de estar en los cuarteles¡±. ¡°?Con qu¨¦ derecho asiste un coronel a las reuniones del comit¨¦ central de un partido?¡±. Con estos comentarios Amar Saadani, secretario general del Frente de Liberaci¨®n Nacional (FLN), el partido hegem¨®nico que preside Abdelaziz Buteflika, lanz¨® a principios de febrero una bomba contra el todopoderoso servicio secreto militar argelino (DRS, en sus siglas en franc¨¦s).
La r¨¦plica no tard¨® en llegar. El presidente Buteflika ¡°debe marcharse por la puerta grande¡±, declar¨® el general en la reserva Hocin Benhadid que en su d¨ªa mand¨® la prestigiosa octava divisi¨®n blindada. Un nuevo mandato presidencial, que podr¨ªa solicitar concurriendo a las elecciones de abril, ¡°ser¨ªa un peligro para el pa¨ªs¡±, a?adi¨® este general que afirm¨® hablar en nombre de sus compa?eros de armas.
Las dos principales instituciones, la Presidencia de la Rep¨²blica y el DRS, de la mayor potencia econ¨®mica del Magreb, del principal proveedor energ¨¦tico de Espa?a, del pa¨ªs africano que m¨¢s gasta en defensa, est¨¢n en guerra desde hace meses. Este mes el conflicto ha salido a la luz con acusaciones mutuas y golpes bajos que incluyen la detenci¨®n de un c¨¦lebre general.
Con la intenci¨®n de adecentar su r¨¦gimen tras una guerra contra el terrorismo, los militares auparon a la presidencia, en 1999, a Buteflika, el pol¨ªtico argelino con m¨¢s proyecci¨®n internacional. Desde entonces ¨¦ste siempre trat¨® de librarse del embarazoso apadrinamiento castrense. Aunque mermado f¨ªsica e intelectualmente por sus enfermedades, persiste a¨²n en ello secundado por su hermano Said.
En 2004 logr¨® deshacerse del jefe de Estado Mayor, el general Mohamed Lamari, para colocar a su hombre de confianza, el general Gaid Ahmed-Salah, que ahora es adem¨¢s viceministro de Defensa. Gran parte del Ej¨¦rcito le detesta. Hasta hace unos meses Buteflika no se hab¨ªa atrevido, sin embargo, a arremeter contra el todopoderoso DRS dirigido desde hace m¨¢s de 20 a?os por el general Mohamed Mediene, apodado Tufik, de 74 a?os.
El DRS es mucho m¨¢s que un servicio secreto como los que existen en Europa o incluso en los dem¨¢s pa¨ªses del Magreb; es un Estado dentro del Estado; es el ¨²nico contrapoder a la Jefatura del Estado argelino y es, a ojos de los occidentales, una pieza clave en la lucha antiterrorista en el norte de ?frica.
En su andanada contra el DRS, el secretario general del FLN puso de relieve hasta donde llegan los tent¨¢culos del servicio secreto. Su presencia ¡°en todas las instituciones da la impresi¨®n de que el poder en Argelia no es civil¡±, declar¨® Saadani al diario digital independiente TSA, que est¨¢ revolucionando la prensa en Argelia. ¡°Los agentes de ese departamento est¨¢n en todas partes¡±, a?adi¨®.
¡°Desgraciadamente, en lugar de ocuparse de la seguridad del pa¨ªs, ese departamento se consagra a los asuntos de los partidos pol¨ªticos, de la justicia, de la prensa, etc¨¦tera...¡±, prosigui¨® Saadani. De ah¨ª que haya ¡°fracasado¡± en varias ocasiones al no poder impedir, por ejemplo, hace un a?o, el brutal ataque terrorista a la planta gas¨ªstica de In Amenas. ¡°En mi opini¨®n Tufik habr¨ªa tenido que dimitir¡±, concluy¨®.
?Y si no dimite? ?Se atrever¨¢ Buteflika a jubilar al ¨²nico contrapeso a la presidencia? Si lo hace, advierte el general Benhadid en el diario El Watan, ¡°eso puede perturbar al Ej¨¦rcito, suscitar divisiones entre los pro y los anti-Buteflika (¡)¡±. ¡°En lo concerniente (¡) a las decisiones que podr¨ªan desestabilizar al pa¨ªs, la mayor¨ªa no se alinear¨¢ con Gaid-Salah¡±, el jefe de Estado Mayor que nombr¨® el presidente, recalca. Sus palabras rezuman amenazas.
La relaci¨®n entre Buteflika y Tufik siempre ha sido tensa, pero la guerra entre ambos ¡ªque primero fue solo soterrada¡ª, estall¨® mientras el presidente estaba ingresado en Par¨ªs a consecuencia de un ictus. El DRS, que entonces ejerc¨ªa como polic¨ªa judicial, lanz¨® una investigaci¨®n sobre los sobornos pagados por la empresa italiana Saipem al mastodonte energ¨¦tico argelino Sonatrach a cambio de jugosos contratos. Sus indagaciones provocaron la inculpaci¨®n del exministro de Energ¨ªa Chakib Jelil y de media docena de antiguos colaboradores del presidente.
A su regreso a Argel, Buteflika replic¨® quitando al DRS tres ¨¢reas bajo su responsabilidad: la seguridad militar; la comunicaci¨®n de los Ej¨¦rcitos ¡ªque administraba gran parte del presupuesto de la publicidad estatal en prensa¡ª y, sobre todo, la polic¨ªa judicial.
El presidente y su entorno dieron en enero un paso m¨¢s. Jubilaron a tres generales y a un coronel del DRS, entre ellos Hassen, el jefe del brazo armado del servicio secreto, que organiz¨® el asalto a la planta de In Amenas que estaba en manos de los terroristas. Ahora ha sido imputado por un asunto turbio, y su detenci¨®n, ordenada por Gaid-Salah, demuestra los desgarros del Ej¨¦rcito. La seguridad militar no os¨® efectuarla y finalmente corri¨® a cargo de la Gendarmer¨ªa, seg¨²n una fuente conocedora de la operaci¨®n.
La imputaci¨®n de Hassen fue aparentemente un golpe bajo de un bando, como lo ha sido tambi¨¦n, por parte de la otra facci¨®n, la carta que envi¨® Hiham Abud, un exagente del DRS reconvertido en periodista, a Said, el hermano peque?o del presidente y quien, desde que este enferm¨®, ejerce el poder en la sombra. En la misiva le preguntaba, en aras a completar un libro de investigaci¨®n, sobre su supuesta homosexualidad y su afici¨®n por el sadomasoquismo, el alcohol y los estupefacientes, adem¨¢s de por los 7,3 millones de euros que supuestamente tiene en una cuenta en Suiza. Said Buteflika anunci¨® que llevar¨¢ a Abud a los tribunales por calumnias y difamaci¨®n.
Argelia vive en un ambiente de alta tensi¨®n en v¨ªsperas de las elecciones presidenciales de abril. Esa cita con las urnas explica, en parte, el encontronazo entre la presidencia y el DRS, seg¨²n opinan polit¨®logos y periodistas que siguen la actualidad argelina. Empujado por su entorno, Buteflika se inclina por solicitar un cuarto mandato presidencial, hasta 2019, algo que en el servicio secreto y parte del Ej¨¦rcito no se ve con buenos ojos.
Tufik y Buteflika se sienten amenazados. El primero sospecha que el presidente quiere acabar su carrera pol¨ªtica tras haberse emancipado de la tutela castrense. El segundo teme que, a la luz de lo que pas¨® a finales del verano, aquellos que han hecho negocios vali¨¦ndose de sus lazos con la presidencia, puedan ser v¨ªctimas de las investigaciones del DRS en cuanto ¨¦l deje la presidencia.
La diplomacia europea contempla con preocupaci¨®n el rumbo de Argelia. Dejando de lado Marruecos, que ha sorteado los golpes del terrorismo, Argelia es vista como una pieza clave para la estabilidad de la franja septentrional de ?frica, donde casi todo se tambalea empezando por la vecina Libia. All¨ª, sobre todo en la regi¨®n sure?a del Fezzan, la rama magreb¨ª de Al Qaeda y otros grupos afines campan a sus anchas.
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