La aventura de los guerreros brasile?os en la Segunda Guerra Mundial
Setenta a?os despu¨¦s del desembarque en Italia, los soldados que lucharon contra los ataques nazis que mataron m¨¢s de 600 personas recuerdan el fr¨ªo, la segregaci¨®n racial y la complicidad de los 'paisanos'
Ya pasaron 70 a?os, pero el brasile?o Julio do Valle no consigue olvidar el rostro de Dios. ¡°?l nos pidi¨® que entr¨¢semos en una casa, porque era muy peligroso.¡± La advertencia salv¨® la vida de Julio y de tres soldados m¨¢s de la Fuerza Expedicionaria Brasile?a (FEB) en Montese, en el norte de Italia: la calzada que los oficiales ocupaban fue destruida por una bomba minutos despu¨¦s. ¡°?l hablaba el mismo portugu¨¦s que nosotros y nunca lo hab¨ªamos visto. Cuando salimos de la casa, solo hab¨ªa mucho polvo y el olor fuerte de la p¨®lvora". La explosi¨®n fue justo donde Do Valle estaba. "Nosotros no lo vimos llegar ni salir. Llegamos a la conclusi¨®n de que era Dios¡±, cuenta Do Valle, con los ojos humedecidos.
El exsoldado, de 93 a?os, fue uno de los 25.000 pracinhas brasile?os que formaron parte en Italia del ¨²nico frente de Sudam¨¦rica en los campos de batalla de Europa durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Pracinha, un diminutivo de plaza o soldado raso, fue el t¨¦rmino cari?oso adoptado por la prensa y la poblaci¨®n de la ¨¦poca para referirse a los hombres que embarcaron rumbo a lo desconocido en el gran desafio de la FEB. Julio recibi¨® a EL PA?S en la sede de la asociaci¨®n de los excombatientes en S?o Paulo, donde realizan sus reuniones de direcci¨®n los mi¨¦rcoles y que suele ser visitada por algunos de los pocos combatientes a¨²n vivos.
Brasil entr¨® en el conflicto en agosto de 1942. Fue tras la declaraci¨®n de guerra a la Alemania nazi y a la Italia fascista despu¨¦s de la muerte de 607 personas en continuos ataques de las potencias del Eje a nav¨ªos brasile?os situados en un ¨¢rea del Atl¨¢ntico que va de la costa este norteamericana al Cabo da Buena Esperanza, en el extremo sur de ?frica. El entonces presidente brasile?o, Get¨²lio Vargas, viv¨ªa su primera etapa en el poder (1930-1945) y hab¨ªa declarado neutralidad en el conflicto en 1939, despu¨¦s de llegar a flirtear con el fascismo. Brasil solo declarar¨ªa la guerra contra Jap¨®n en junio de 1945.
La urgencia por una respuesta a las agresiones teuto-italianas junto a los pa¨ªses Aliados ¨Cbloque liderado por Estados Unidos y el Imperio Brit¨¢nico, adem¨¢s de la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica ¨C dejar¨ªa atr¨¢s, al menos durante un tiempo, el reconocido car¨¢cter pacifista y conciliador de Brasil. El propio s¨ªmbolo adoptado por la FEB, un escudo con el dibujo centralizado de una cobra fumando una pipa, surgi¨® como una provocaci¨®n a los que dec¨ªan que era m¨¢s f¨¢cil que una cobra fumase a que el pa¨ªs entrase en guerra.
¡°Nadie sab¨ªa lo que era un combate, desde los generales a los soldados m¨¢s rasos. Aprendimos a guerrear en las dificultades¡±, cuenta Do Valle. Entre los obst¨¢culos estaban - adem¨¢s de la amenaza constante de las tropas enemigas - el invierno m¨¢s crudo en casi 50 a?os, con una media de 20 grados bajo cero en los Apeninos italianos, en 1944.
¡°Nadie sab¨ªa lo que era un combate, de los generales a los soldados m¨¢s rasos. Aprendimos a guerrear en las dificultades Julio del Valle, ex-combatiente
¡°Sufr¨ªamos bastante con las bajas temperaturas. La nieve nos llegaba hasta la rodilla. Recibimos una capa de gabardina grande, horrible, de 12 kilos y que con la lluvia era muy pesada para cargarla. Cuando el mando norteamericano vio aquello, mand¨® retirar al instante las gabardinas¡±, a?ade el exsoldado de la FEB, sonriendo. A pesar del clima hostil, descarta que alguien del lado brasile?o muriera por el fr¨ªo. Otro problema de la preparaci¨®n del pa¨ªs fue la producci¨®n de uniformes parecidos con los del Ej¨¦rcito alem¨¢n. ¡°Llegaron a tirarnos piedras en N¨¢poles pensando que ¨¦ramos los invasores.¡±
El primer contingente de los pracinhas desembarc¨® en Italia el 16 de julio de 1944, despu¨¦s de partir del c¨¢lido R¨ªo de Janeiro 14 d¨ªas antes en un nav¨ªo. Una misi¨®n de oficiales ya hab¨ªa ido a Italia a finales del a?o anterior. Los miembros del contingente se integraron al 5? Ej¨¦rcito de los Estados Unidos y fueron recibidos en N¨¢poles con una banda marcial norteamericana que se esforzaba en tocar canciones brasile?as y proporcionar un clima festivo en mitad de las penurias de la guerra. El esfuerzo era rec¨ªproco, sobre todo para comprender las ¨®rdenes recibidas en ingl¨¦s. El choque cultural, sin embargo, fue inevitable, principalmente en lo que ten¨ªa que ver con la integraci¨®n racial.
¡°Nos pusieron junto al Ej¨¦rcito negro norteamericano, un batall¨®n especial creado por la segregaci¨®n. Cuando jug¨¢bamos al f¨²tbol y levant¨¢bamos para celebrar el gol a un soldado amigo nuestro apodado Chocolate, la gente de all¨ª no pod¨ªa creerse nuestra integraci¨®n¡±, asegura Do Valle. ?l sirvi¨® en el Batall¨®n de Salud donde, entre algunas de sus funciones, ayudaba a llevar a los heridos a la enfermer¨ªa despu¨¦s de los primeros auxilios en medio del bombardeo y ten¨ªa que acompa?ar a las v¨ªctimas hasta su recuperaci¨®n.?
Victoria de los "libertadores"
La mayor victoria de los pracinhas en la Segunda Guerra Mundial fue en Monte Castelo, tambi¨¦n llamado ¡°monte maldito¡±, en una incursi¨®n que dur¨® tres meses, hasta su victoria en febrero de 1945. Para avanzar y llegar hasta Bolonia, los Aliados necesitaban vencer la llamada L¨ªnea G¨®tica, una barrera de las tropas alemanas. Los brasile?os tuvieron que recorrer una ruta expuesta al fuego de los enemigos. Los intentos supusieron un gran n¨²mero de bajas para el pa¨ªs, que acumul¨® cerca de 450 soldados muertos durante la guerra.
Otro acontecimiento importante en el que participaron los brasile?os durante el conflicto fue la rendici¨®n de la divisi¨®n 148 de las fuerzas alemanas, que se sald¨® con 14.799 prisioneros, adem¨¢s de confiscarles 4.000 caballos, 80 ca?ones de diversos calibres y 1.500 veh¨ªculos. El hecho ocurri¨® a finales abril de 1945, tres d¨ªas antes de que la FEB participase en la liberaci¨®n de Tur¨ªn y meses despu¨¦s de que los brasile?os aprovechasen la inminente derrota de los pa¨ªses del Eje para ganar un mayor protagonismo como una fuerza militar de ocupaci¨®n puesta a prueba en regiones como Montese, Castelnuovo, Zocca, Monalto y Barga.
En Italia, el episodio de las pedradas de N¨¢poles no pas¨® de una simplea an¨¦cdota. La nota predominante fue la empat¨ªa entre las fuerzas brasile?as y los pueblos por donde estas pasaron, resultado de un objetivo com¨²n de supervivencia que acabar¨ªa simbolizada en varios monumentos levantados en el pa¨ªs en homenaje a la FEB. No fueron pocos los relatos, entre los brasile?os que fueron a la guerra, de la asistencia m¨¦dica y el ¨¢nimo a las tropas recibidos por la poblaci¨®n.
¡°Lo que nos impresion¨® fue una Italia completamente arrasada. Desde el comienzo nos ped¨ªan cosas para comer y pr¨¢cticamente todo lo que ten¨ªamos en los tuppers que recib¨ªamos se lo d¨¢bamos, principalmente a los ni?os. Los italianos nos consideraban libertadores¡±, dice el presidente de la asociaci¨®n de excombatientes brasile?os en S?o Paulo, Jo?o Ferreira de Albuquerque.
Otro problema de la preparaci¨®n del pa¨ªs fue la producci¨®n de uniformes parecidos a los del Ej¨¦rcito alem¨¢n
¡°Volv¨ª despu¨¦s dos veces a Italia, visitando regiones donde luchamos en la Toscana. Nos encontramos con personas que eran ni?os en aquella ¨¦poca. Por donde pas¨¢bamos, llegaba inmediatamente la noticia y tra¨ªan a sus hijos. Fue muy emocionante¡±, a?ade el teniente retirado, de 94 a?os.
Al igual que Albuquerque, Julio do Valle -? que nunca consigui¨® realizar el sue?o de volver al territorio que ayud¨® a liberar del fascismo - pide mayor divulgaci¨®n sobre la importancia de los combatientes brasile?os en la Segunda Guerra Mundial. Y guarda una fuerte imagen de despedida tras ayudar a un se?or que no paraba de gemir de dolor a causa de una grave infecci¨®n.
¡°Entramos en la casa de un italiano para confraternizar y un se?or no paraba de gemir en el cuarto. Ten¨ªa un problema en el brazo. Ya hab¨ªan intentado de todo, pero no mejoraba. Limpiamos la zona con yodo y cuidamos de ¨¦l. A pesar del dolor del tratamiento, ¨¦l lo aguant¨®. Cuando est¨¢bamos dejando la ciudad, vino detr¨¢s, llorando con el brazo apoyado en el cabestrillo. Esas eran cosas que los alemanes no hac¨ªan¡±, dice, de nuevo con los ojos llorosos.
El vaiv¨¦n de Get¨²lio Vargas
Antes de declarar la guerra por las agresiones sufridas, el expresidente brasile?o Get¨²lio Vargas (1882-1954) adopt¨® acciones ambiguas en relaci¨®n a los involucrados en el conflicto, coqueteando, incluso, con los pa¨ªses del Eje, que contaban con simpatizantes entre algunos de sus m¨¢s pr¨®ximos colaboradores. Estaban en juego tambi¨¦n cuestiones de gran inter¨¦s para el pa¨ªs. El flujo comercial con Alemania, por ejemplo, creci¨® sustancialmente los a?os anteriores a la Segunda Guerra Mundial.
Populista, Vargas tambi¨¦n se aproximaba a un modelado centralizador en el poder. Su primer mandato dur¨® 15 a?os, con rasgos que llegaron a recordar a una dictadura. El segundo, despu¨¦s de haber sido elegido por votaci¨®n directo, fue de 1950 a 1954, cuando se suicid¨® con un tiro en el pecho, debido ¡°a la sa?a de los enemigos¡±, y dej¨® ¡°la vida para entrar en la historia¡±, seg¨²n le atribuyen dos cartas-testamento.
Un gesto simb¨®lico de declaraci¨®n de apoyo a los EUA ocurri¨® en enero de 1943, en una visita del presidente norteamericano Franklin Roosevelt a la ciudad de Natal, en el Nordeste brasile?o. En esa ocasi¨®n, Roosevelt, junto a Vargas, ayud¨® a hacer efectiva la creaci¨®n de la Fuerza Expedicionaria Brasile?a (FEB). Estaban sobre la mesa grandes pr¨¦stamos para la modernizaci¨®n de proyectos de siderurgia brasile?os, que se materializaron con la Compa?¨ªa Sider¨²rgica Nacional (CSN), adem¨¢s del permiso para la instalaci¨®n de bases militares norteamericanas en el pa¨ªs.
En Brasil, los excombatientes disponen hasta el d¨ªa de hoy de una pensi¨®n especial, beneficio que se extiende a sus dependientes, adem¨¢s de asistencia m¨¦dica, hospitalar y educacional, tambi¨¦n extensiva a dependientes.
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