La exculpaci¨®n de reos inocentes resta apoyo social a las ejecuciones
Suben las ejecuciones en China, Ir¨¢n, Irak y Arabia Saud¨ª, y descienden en Estados Unidos


La lamentable y ag¨®nica ejecuci¨®n de Clayton D. Lockett en Estados Unidos, en la c¨¢rcel de McAlester (Oklahoma), podr¨ªa hacer pensar que la pena de muerte en el mundo vive una de sus horas m¨¢s bajas. Sin embargo, nada m¨¢s lejos de la realidad, o mejor dicho, la realidad tiene muchos matices en este asunto. Porque hay que diferenciar por un lado la situaci¨®n de la pena capital en pa¨ªses democr¨¢ticos como el propio Estados Unidos o como Jap¨®n, los ¨²nicos del G-8 que a¨²n matan a presos en sus c¨¢rceles, con la de otros pa¨ªses del mundo como China, Ir¨¢n, Irak o Arabia Saud¨ª. Mientras que en los dos primeros la opini¨®n p¨²blica se ha visto sacudida por diferentes acontecimientos que han hecho florecer el debate sobre la conveniencia o no de la pena de muerte, en los segundos ha aumentado el n¨²mero de ejecuciones.
En Estados Unidos, hubo 39 ejecuciones en 2013, una de las cifras m¨¢s bajas de los ¨²ltimos veinte a?os, lejos del r¨¦cord de 98 personas en 1999. En parte, seg¨²n el Centro de Informaci¨®n sobre la Pena de Muerte (DPIC, en sus siglas en ingl¨¦s), el descenso se ha debido a la firme postura de diferentes farmac¨¦uticas estadounidenses y sobre todo europeas, que han cortado el grifo de sus medicamentos para el uso en inyecciones letales en c¨¢rceles por todo EEUU. Un triunfo tambi¨¦n, en cierta manera, de la Comisi¨®n Europea, que prohibi¨® la exportaci¨®n de determinados medicamentos fabricados en suelo europeo con destino a las prisiones norteamericanas.
Pero adem¨¢s, y esto quiz¨¢ sea un dato incluso m¨¢s esperanzador para los abolicionistas porque supone un cambio de mentalidad progresivo, desde los tribunales de justicia se decret¨® la pena capital para 80 personas en todo EEUU el a?o pasado, tres m¨¢s que en 2012, los dos a?os con menos sentencias de muerte en toda la historia estadounidense. Se trata de una tendencia que ha caminado a la baja desde el r¨¦cord de 1994 y 1996, cuando 315 personas fueron castigadas con la muerte. Un retroceso imparable y progresivo al que seguramente ha contribuido otro factor decisivo en la lucha contra la pena capital en EEUU, la cuesti¨®n de la inocencia.
Y es que la imagen de un preso abandonando una c¨¢rcel tras a?os, a veces d¨¦cadas, acusado injustamente de un crimen horrible, condenado sin motivo a la muerte, es medi¨¢ticamente aplastante. Desde 1976, es decir, desde que EEUU volvi¨® a ejecutar a presos tras un breve lapso de cuatro a?os sin hacerlo, las estad¨ªsticas muestran que 144 personas han sido liberadas del corredor de la muerte. Un goteo que, aunque poco a poco, ha ido calando en los estadounidenses, que hoy muestran su apoyo m¨¢s bajo a la pena capital en cuarenta a?os: un 60% de los ciudadanos est¨¢n a favor. El ¨²ltimo hombre liberado del corredor de la muerte sucedi¨® el pasado marzo: un afroamericano llamado Glenn Ford fue liberado de la famosa penitenciar¨ªa de Angola (Luisiana) en la que permaneci¨® 30 a?os.
Precisamente tambi¨¦n en marzo, el asunto de la inocencia sacudi¨® a Jap¨®n, cuando fue liberado Iwao Hakamada, el preso que m¨¢s a?os llevaba esperando la muerte en todo el mundo: 46. Un hombre que hab¨ªa perdido la cabeza en la c¨¢rcel, ya que en Jap¨®n los presos nunca saben cuando ser¨¢n ejecutados. Se les avisa con tan solo una hora de antelaci¨®n: abogados y familias se enteran una vez asesinado. En el caso del pa¨ªs asi¨¢tico, apenas cinco presos, contando a Hakamada, han sido liberados en los ¨²ltimos setenta a?os, pues la justicia nipona teme que revelar errores sirva para disminuir el apoyo popular a la pena capital en ese pa¨ªs. Un 80% de la poblaci¨®n japonesa contin¨²a a favor, pero la cuesti¨®n es saber si est¨¢n bien informados, pues el secretismo rodea a la pena de muerte en ese pa¨ªs. Por ejemplo, hasta 2010 nunca se hab¨ªa visto c¨®mo era una sala de ejecuciones, fecha en la que la entonces ministra de Justicia, Keiko Chiba, contraria a la pena capital, mostr¨® al mundo c¨®mo era el lugar donde se ahorca a los presos con la esperanza de reavivar el debate.
Pero aunque en EEUU y Jap¨®n veamos que la pena de muerte vive momentos de debilidad, la cuesti¨®n est¨¢ sin embargo al alza en el mundo como conjunto, con un aumento del 15% de los ejecutados en 2013, cien muertes m¨¢s que el a?o anterior, seg¨²n Amnist¨ªa Internacional. Y eso que los datos no incluyen a China, el mayor ejecutor, donde la pena capital es secreto de Estado, un pa¨ªs sobre el que la organizaci¨®n de derechos humanos dej¨® de dar estimaciones en 2009, aunque se cree que podr¨ªan ser miles de personas las que perdieron la vida. Aparte de China, el campe¨®n mundial de la muerte es Ir¨¢n, donde las cifras oficiales podr¨ªan ser menores de las reales: el pa¨ªs reconoce al menos 369 muertes, muchas de ellas en p¨²blico. Irak, con 169 ejecuciones, y Arabia Saud¨ª con 79, componen, junto a China, Ir¨¢n y EEUU (con las mencionadas 39 muertes el a?o pasado) el top 5 de los ejecutores en el mundo. Un a?o, 2013, en el que cuatro pa¨ªses, Indonesia, Kuwait, Nigeria y Vietnam, reanudaron el uso de la pena de muerte. De los 58 pa¨ªses que retienen la pena capital, 22 la utilizaron el a?o pasado. En el lado positivo, dos terceras partes del planeta, 140 estados, no ejecutan a sus ciudadanos, bien por ley o porque hace ya mucho tiempo que se declararon abolicionistas en la pr¨¢ctica.
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