El ranchero de Nevada que desafi¨® a los agentes del Gobierno federal
Cliven Bundy debe un mill¨®n de d¨®lares en impuestos y ha logrado movilizar a decenas de milicianos a su favor
En el desierto de Nevada, efectivos especiales de la armada libran un duelo de varias semanas con miembros de milicias locales. Mientras los agentes adivinan c¨®mo proceder en este episodio, los milicianos acumulan refuerzos de quienes han recorrido cientos de kil¨®metros para defender a un ranchero. Cliven Bundy, aspirante a nuevo h¨¦roe de la derecha americana, se niega a pagar una deuda de m¨¢s de un mill¨®n acumulada tras dejar pastar su ganado en terreno federal. Bundy ha desafiado a las autoridades, cuya competencia no reconoce, y se ha servido del apoyo de ciudadanos armados para impedir que la guardia confisque sus reses.
Los protagonistas de este tenso enfrentamiento que se alarga sin una soluci¨®n a la vista son agentes especiales del Ej¨¦rcito y milicianos a caballo que ignoran la autoridad frente a ellos. Guardias armados con pistolas autom¨¢ticas contra ciudadanos con rifles. Nevada es testigo de un nuevo choque de ideolog¨ªas en el que el sector m¨¢s conservador del pa¨ªs puede descubrir a su pr¨®ximo h¨¦roe ciudadano o, dependiendo del desenlace, puede pagar muy cara su cercan¨ªa ideol¨®gica en las pr¨®ximas elecciones.
El duelo tiene su vertiente paralela en los tribunales, donde Bundy y las autoridades federales pelean desde los a?os noventa. La Oficina de Gesti¨®n de Terrenos, del Departamento de Interior, reclama al ranchero las tasas correspondientes al uso de terrenos federales para el pasto de su ganado. Bundy, el ¨²ltimo ¡®outlaw¡¯, no paga impuestos desde 1993 y debe un mill¨®n de d¨®lares que se niega a pagar porque no reconoce la figura del Gobierno ni sus competencias. La ¨²ltima sentencia dio permiso a las autoridades para confiscar sus reses si no pagaba por utilizar el terreno.
Y as¨ª hicieron. Pero los agentes se encontraron con que decenas de milicianos a caballo y armados con rifles de asalto y pistolas autom¨¢ticas estaban dispuestos a mantener un frente en el desierto hasta que devolvieran las reses de Bundy. El ranchero ha defendido ante los medios locales que ¨¦l no ha firmado ¡°ning¨²n contrato¡± con el Gobierno estadounidense porque ¨¦ste carece de jurisdicci¨®n o autoridad en sus terrenos. Los agentes no tienen competencia para confiscar sus reses y es el Estado de Nevada, no el Gobierno, quien debe recaudar sus impuestos.
Bundy, que pronto recibi¨® el respaldo de numerosos pol¨ªticos conservadores, encaja en la descripci¨®n de los conocidos como ¡°ciudadanos soberanos¡±, seg¨²n la experta JJ MacNab. Son estadounidenses que se consideran por encima de la ley, independientemente de lo que ¨¦sta exija. MacNab explica que hay una diferencia entre ellos y el movimiento del Tea Party, cuyo l¨ªder, Ted Cruz, dio la raz¨®n a Bundy ante un gobierno al que acusa de ¡°vestirse las botas del autoritarismo para enfrentarse a sus ciudadanos¡±.
Mientras que la derecha conservadora emplea las herramientas democr¨¢ticas para expresar sus diferencias, desde la participaci¨®n en las elecciones hasta la comunicaci¨®n directa con representantes pol¨ªticos, los ¡°ciudadanos soberanos¡± apuestan por otras estrategias. ¡°Buscas citas de la Biblia, sentencias judiciales o definiciones legales que justifiquen por qu¨¦ debes ignorar aquella ley que rechazas y sin ning¨²n tipo de consecuencia¡±, explica la experta en Forbes. ¡°As¨ª no s¨®lo has demostrado que no tienes que cumplir la ley, sino que adem¨¢s est¨¢s obedeciendo a tu deber patri¨®tico de ignorarla. Cualquier persona que te diga lo contrario es antiamericana o forma parte de una conspiraci¨®n internacional¡±.
La proclama de Bundy sobre los derechos de los Estados por encima del Gobierno federal, explica Dana Milbank en The Washington Post, ha sido empleada desde antes de la Guerra Civil y recuperada despu¨¦s en contra de la lucha por los derechos civiles, cuando este movimiento consider¨® que el Gobierno estaba interfiriendo en el poder de los Estados al exigirles que protegieran a las minor¨ªas raciales.
Ya en 1964, el historiador Richard Hofstadter, en su obra ¡®El Estilo Paranoico en la Pol¨ªtica Estadounidense¡¯, defini¨® a estos norteamericanos ¡°de derechas pero disfrazados de conservadores¡± como un grupo que expresa ¡°un odio profundo y consciente hacia la sociedad¡± y su funcionamiento, ¡°motivados por sentimientos de persecuci¨®n y p¨¢nico al inminente colapso pol¨ªtico¡±.
Bundy encaja en la descripci¨®n de los conocidos como ¡°ciudadanos soberanos¡±, estadounidenses que se consideran por encima de la ley
El discurso de Bundy contra el Gobierno federal tiene su eco en las limitaciones por las que abogaba el Tea Party durante su ascenso en las legislativas de hace cuatro a?os, el rechazo de los republicanos a una reforma sanitaria que amenazaba desde convertir al pa¨ªs al socialismo -como tambi¨¦n auguran algunos de los que rechazan la regulaci¨®n de las armas desde hace d¨¦cadas- o el cambio demogr¨¢fico que en su avance desde el sur del pa¨ªs podr¨ªa deshacer la fibra misma que teje la identidad estadounidense.
En las primeras semanas del duelo en el desierto, Bundy coleccion¨® el respaldo de miembros de la derecha m¨¢s conservadora, especialmente entre el Tea Party. Pero unos comentarios racistas acerca de que ¡°es posible que los negros vivieran mejor como esclavos¡± -s¨®lo eclipsados por el episodio del due?o del equipo de la NBA Los ?ngeles Clippers- provocaron la estampida de apoyos.
Los min¨²sculos grupos supremacistas -que pueden defender posturas como la de Bundy con respecto a la esclavitud- no siempre coinciden con ideas de la extrema derecha que no reconoce al Gobierno federal, tambi¨¦n minoritaria, el conservadurismo del Tea Party, o los l¨ªmites a las injerencias federales que defienden los libertarios. Pero Bundy est¨¢ situado precisamente en la delgada l¨ªnea que separa a unos de otros, en ese ¨¢rea gris donde se solapan sus intereses, incomodando a cualquier pol¨ªtico que un d¨ªa saliera en su defensa.
?se es el riesgo que pueden correr en este momento los republicanos que, necesitados de un s¨ªmbolo popular que movilice a los votantes, terminen quem¨¢ndose al no alejarse lo suficiente de un incendiario. El libertario Rand Paul, senador republicano de Kentucky, r¨¢pidamente calific¨® las declaraciones de Bundy como ¡°ofensivas¡±, pero mantiene su condena de la actuaci¨®n del Gobierno federal por reclamar los impuestos que debe el ranchero. Su compa?ero de partido Dean Heller tach¨® los comentarios de ¡°repugnantes¡±, pero considera a Bundy un patriota. En Nevada, la legisladora Michele Fiore defendi¨® a ¡°ciudadanos apasionados y dispuestos a defender derechos importantes¡± mientras depuraba sus diferencias con Bundy en materia de esclavitud.
¡°El estilo paranoico es, por encima de todo, una manera de ver el mundo y de expresarse a uno mismo. En ¨¦l, la sensaci¨®n de estar perseguido es esencial y est¨¢ constantemente sistematizada por teor¨ªas de conspiraciones grandiosas¡±, escribe el historiador Hofstadter. En Nevada, la ejecuci¨®n de una sentencia contra un ranchero que no pag¨® sus impuestos, se convirti¨® en una conspiraci¨®n en la que el Gobierno federal est¨¢ violando los derechos de las autoridades del Estado. Paranoia mediante o no, de momento, vence Bundy y vencen los milicianos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.