El Ej¨¦rcito egipcio afianza su hegemon¨ªa
Los militares quieren consolidarse con la elecci¨®n del general Al Sisi tras el par¨¦ntesis islamista
El Ej¨¦rcito es la instituci¨®n m¨¢s poderosa de Egipto desde 1952, el a?o de la revoluci¨®n liderada por Gamal Abdel Nasser. En estas seis d¨¦cadas, los militares han controlado el pa¨ªs con un breve interludio de un a?o, el del Gobierno del islamista Mohamed Morsi, desalojado por un golpe de Estado el pasado 3 de julio. Desde entonces, las Fuerzas Armadas han aumentado sus cuotas de poder en todas las esferas de la vida p¨²blica. La tendencia a¨²n podr¨ªa acentuarse si, como apuntan todas las se?ales, el exministro de Defensa Abdel Fat¨¢ al Sisi vence las elecciones presidenciales de los pr¨®ximos d¨ªas 26 y 27.
El Ej¨¦rcito egipcio desempe?a un papel omnipresente en las vidas de los egipcios. En la capital, hay tanques apostados en las calles, soldados patrullando con sus metralletas y p¨®sters de al Sisi uniformado por doquier. No obstante, una vertiente de su presencia es m¨¢s sibilina, invisible, pues posee todo tipo de empresas: de agua embotellada, gasolineras, complejos tur¨ªsticos, etc¨¦tera. Un aut¨¦ntico imperio econ¨®mico cuyas finanzas se escapan al escrutinio p¨²blico. Sus cuentas est¨¢n envueltas en el m¨¢s absoluto secretismo. Los expertos estiman que su valor podr¨ªa representar entre el 5% y el 35% del PIB, y parece que va en aumento.
Recientemente, las empresas militares se han hecho con suculentos contratos p¨²blicos. Entre septiembre y diciembre, tan solo en el ¨¢mbito de las infraestructuras, se les adjudicaron seis contratos valorados en 1.200 millones de euros. Hace poco m¨¢s de un mes, se anunci¨® la construcci¨®n de un mill¨®n de nuevas viviendas sociales en Egipto con la participaci¨®n del Ej¨¦rcito y gracias a la ayuda econ¨®mica de Emiratos ?rabes Unidos, un firme aliado del nuevo r¨¦gimen. Y esto podr¨ªa ser solo la punta del iceberg, ya que en noviembre el presidente interino, Adli Mansur, aprob¨® un decreto que facilita adjudicar contratos a dedo, sin concurso p¨²blico.
La expansi¨®n de la influencia de los uniformados se ha manifestado tambi¨¦n en el poder ejecutivo. El n¨²mero de mandos retirados nombrados gobernador provincial o ministro ha aumentado en comparaci¨®n con la era Morsi. Aunque el presidente del Tribunal Constitucional ejerce de presidente interino y el pa¨ªs cuenta con un Gobierno con mayor¨ªa civil desde julio, pocos analistas dudan de que es el Ej¨¦rcito quien realmente corta el bacalao. Ahora bien, algunos partidos pol¨ªticos representados en el Gabinete matizan esta percepci¨®n.
¡°Las Fuerzas Armadas juegan un rol muy importante en la toma de decisiones sobre seguridad interna y exterior. No obstante, no se inmiscuyen en las otras ¨¢reas de gobierno¡±, se?ala a EL PAIS Ziad Baha Eddin, que dimiti¨® de su cargo de vice primer ministro a finales de febrero. Reputado economista y cofundador del Partido Socialdem¨®crata, estaba considerado una de las palomas del ejecutivo. Suya fue la propuesta, finalmente derrotada, de buscar una salida pol¨ªtica a la crisis que experimenta la naci¨®n ¨¢rabe a trav¨¦s de un acuerdo con los Hermanos Musulmanes.
A nivel legal, la nueva Constituci¨®n aprobada en refer¨¦ndum en enero consagra el estatuto privilegiado del Ej¨¦rcito, un aut¨¦ntico Estado dentro del Estado. La Ley Fundamental otorga a la c¨²pula de la instituci¨®n el derecho de veto en el nombramiento del ministro de Defensa durante los pr¨®ximos ocho a?os, mantiene los tribunales militares para civiles y establece que el presupuesto militar es un secreto de Estado. Adem¨¢s, tras un decreto aprobado en febrero, el Consejo Superior de las Fuerzas Armadas (SCAF) ya no ser¨¢ presidido por el rais, sino por el ministro de Defensa, que ha de ser un oficial de carrera.
La hegemon¨ªa militar a¨²n podr¨ªa reforzarse despu¨¦s de las elecciones presidenciales, que se celebrar¨¢n los d¨ªas 26 y 27 de mayo. Abdel Fatt¨¢ al Sisi no solo es el gran favorito, sino que su triunfo se da por descontado. Su ¨²nico rival es Hamdin Sabbahi un conocido opositor a la dictadura de Mubarak, fue el tercero en las presidenciales del 2012. El vencedor de aquellos comicios, Mohamed Morsi, est¨¢ entre rejas, y su movimiento pol¨ªtico, los Hermanos Musulmanes, ilegalizado al estar considerado una "organizaci¨®n terrorista".
Ahora bien, la candidatura de al Sisi probablemente situar¨¢ el papel de las Fuerzas Armadas en el centro del debate p¨²blico, haci¨¦ndolo bajar de su pedestal. En varias entrevistas recientes, Sabbahi ha insistido que el Ej¨¦rcito "no debe entrar en pol¨ªtica". Algunas filtraciones publicadas en la prensa egipcias apuntan que a Al Sisi le cost¨® convencer a algunos de sus correligionarios en la junta militar para que respaldaran su candidatura, pues conservan un mal recuerdo del periodo en el que la Junta Militar asumi¨® el poder, justo despu¨¦s de la ca¨ªda de Mubarak. Y es que su pol¨¦mica gesti¨®n erosion¨® la imagen de la instituci¨®n entre la poblaci¨®n.
"No es cierto que Al Sisi sea el candidato del Ej¨¦rcito. La instituci¨®n ser¨¢ completamente neutral", asegura Mahmud Jalaf, un influyente general retirado, que recuerda que Al Sisi ha colgado el uniforme y debe ser considerado un civil m¨¢s.
Sin embargo, varios hipot¨¦ticos aspirantes presidenciales han expresado sus recelos respecto a la imparcialidad de los uniformados y del aparato estatal en general. Entre ellos, Ahmed Shafiq, un ex comandante y ¨²ltimo primer ministro de Mubarak. "La elecci¨®n ser¨¢ una farsa ... lo han apa?ado todo para ¨¦l ", dijo Shafiq en una conversaci¨®n privada que se filtr¨® a la prensa. El hecho de que el anuncio oficial de la candidatura de al Sisi fuera emitido por la televisi¨®n p¨²blica estatal, un privilegio del que no goz¨® Sabbahi, no representa un buen augurio para la limpieza de los comicios.
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