Muere el expresidente de Venezuela Jaime Lusinchi
El mandatario entre 1984 y 1989, fallecido a los 89 a?os, sent¨® las bases para la reforma y la modernizaci¨®n del Estado
Jaime Lusinchi, presidente de Venezuela entre 1984 y 1989, falleci¨® en Caracas la noche del mi¨¦rcoles a los 89 a?os, v¨ªctima de complicaciones respiratorias. Con ¨¦l han desaparecido definitivamente los presidente electos durante la llamada rep¨²blica civil (1958-1998), cuyos errores esgrime el relato oficial chavista como justificaci¨®n hist¨®rica de su llegada al poder.
Lusinchi (Clarines, 27 de mayo de 1924), m¨¦dico de profesi¨®n, era uno de los dirigentes hist¨®ricos del partido Acci¨®n Democr¨¢tica, que hasta la llegada al poder de Hugo Ch¨¢vez mantuvo la hegemon¨ªa de los Gobiernos civiles de la ¨¦poca. Mientras estudiaba la escuela secundaria en Barcelona, la capital del Estado Anzo¨¢tegui, en el este del pa¨ªs, se incorpor¨® a la lucha pol¨ªtica. Pero fue en la Universidad Central de Venezuela, donde se gradu¨® en 1947, cuando su actividad en esa ¨¢rea cobr¨® m¨¢s relevancia. Combin¨® la exigencia de los estudios de Medicina con la representaci¨®n estudiantil, primero como miembro del Consejo de la Escuela y luego del Consejo Universitario. Como muchos de sus contempor¨¢neos tuvo que exiliarse en 1952 cuando, como secretario nacional de organizaci¨®n de su partido, fue capturado despu¨¦s de que se intensific¨® la dictadura de Marcos P¨¦rez Jim¨¦nez. Aprovech¨® aquellos a?os para estudiar en Buenos Aires y Santiago de Chile, donde se especializ¨® como pediatra, y para trabajar como m¨¦dico residente de Pediatr¨ªa en el hospital Bellevue Medical Center en Nueva York.
Regres¨® al pa¨ªs con la ca¨ªda del r¨¦gimen en 1958 y, con el tiempo, abandonar¨ªa su profesi¨®n. Desde entonces supo escalar posiciones dentro de Acci¨®n Democr¨¢tica. Siempre fue miembro del poderoso Comit¨¦ Ejecutivo Nacional hasta alcanzar el cargo m¨¢s importante, secretario general nacional, entre 1982 y 1983. Ese puesto lo coloc¨® en la primera l¨ªnea de aspirantes a la nominaci¨®n del partido para las elecciones presidenciales de diciembre de 1983.
Con ¨¦l han desaparecido definitivamente los presidente electos durante la llamada rep¨²blica civil (1958-1998)
Era una ¨¦poca especialmente dif¨ªcil. Los candidatos tambi¨¦n deb¨ªan arrastrar el lastre de la devaluaci¨®n de la moneda local, el bol¨ªvar, ordenada en febrero por el presidente socialcristiano Luis Herrera Campins y que derrumb¨® hasta hoy la reputada estabilidad econ¨®mica de la que alardeaba el pa¨ªs. Era el fin del espejismo de la Venezuela saudita, caracterizada por un alto nivel de endeudamiento, un creciente gasto p¨²blico y una fiebre importadora. Los aspirantes presidenciales deb¨ªan adaptarse a la circunstancia de contar con ingresos petroleros vol¨¢tiles por la situaci¨®n internacional y menos dinero en las arcas debido a la fuga de capitales.
Lusinchi cabalg¨® sobre el descontento que trajo esa medida antipopular, pero necesaria para evitar la masiva fuga de capitales. Se impuso sobre el expresidente Rafael Caldera con una amplia ventaja, la brecha m¨¢s ancha hasta que Ch¨¢vez obtuvo una nueva marca en las presidenciales de 2006. El pa¨ªs apenas asimilaba los efectos de la devaluaci¨®n de la moneda. Lusinchi decidi¨® pagar la totalidad de la deuda externa, calculada en 26.000 millones de d¨®lares (que nunca complet¨®) por cuenta propia sin entrar en el bloque de pa¨ªses latinoamericanos que quer¨ªan renegociar sus obligaciones en conjunto.
El mandatario continu¨® con el control de cambios instalado por Herrera a trav¨¦s de una oficina estatal llamada Recadi (R¨¦gimen Cambiario Diferencial). Hasta la aparici¨®n en la era chavista de Cadivi, Recadi fue la fuente m¨¢s importante y prolongada de corrupci¨®n. La tentaci¨®n de hacerse con d¨®lares preferenciales llev¨® a muchos a fundar empresas ficticias para recibir el subsidio. En diciembre de 1988, a dos meses de culminar su gesti¨®n, apenas hab¨ªa 3.000 millones de d¨®lares de reservas internacionales.
Su pol¨ªtica econ¨®mica, altamente criticada, fue apenas uno de los yerros de su gesti¨®n. El m¨¢s recordado, sin embargo, es el modo de comportarse en privado y la incidencia que esa conducta tuvo en la vida nacional. Durante muchos a?os, antes de ser jefe de Estado, Lusinchi mantuvo una relaci¨®n fuera de su matrimonio ¨Cestaba casado con Gladys Castillo, con quien tuvo cinco hijos- con Blanca Ib¨¢?ez, a quien llev¨® al palacio de Miraflores como su secretaria privada. La leyenda negra atribu¨ªa a la mujer poderes casi omn¨ªmodos aprovechando las debilidades del mandatario: decid¨ªa ascensos de los militares a los altos cargos y enviaba oficios al Ministerio de Hacienda, dependencia a la que estaba adscrita Recadi, ordenando reconsiderar solicitudes rechazadas. Era la llave maestra para los grandes negocios de la ¨¦poca. En los hechos, Ib¨¢?ez era un personaje intocable con el poder para destruir reputaciones y acabar con la carrera de quien se enfrentara a ella.
Esa relaci¨®n opac¨® la que quiz¨¢ sea la obra m¨¢s resaltante de Lusinchi: su Gobierno sent¨® las bases para la reforma y la modernizaci¨®n del Estado venezolano a trav¨¦s de la Copre (Comisi¨®n para la Reforma del Estado), una comisi¨®n presidencial, y algunas obras de infraestructura que hoy a¨²n perduran. En 1989 se eligi¨® por primera vez a gobernadores por medio del voto secreto. Parad¨®jicamente, cuando abandon¨® el poder, el expresidente gozaba de una gran popularidad, pero de inmediato las denuncias sobre los excesos de su per¨ªodo lo condenaron a un desprecio casi un¨¢nime. En 1993, la Corte Suprema de Justicia dio luz verde al procesamiento del expresidente despu¨¦s de hallar indicios de corrupci¨®n. Desde entonces vivi¨® entre Costa Rica y Miami, logr¨® divorciarse de su esposa para casarse con Ib¨¢?ez y poco se oy¨® hablar de ¨¦l en p¨²blico. Su vida, casi clandestina, sali¨® del anonimato este mi¨¦rcoles cuando su hijo ?lvaro anunci¨® su inminente fallecimiento en un hospital de Caracas.
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