EE UU reanuda la ayuda militar a El Cairo
Washington suaviza por "intereses de seguridad" la presi¨®n ejercida tras el golpe de estado
Gradualmente Estados Unidos vuelve a acercarse a Egipto. Diez meses despu¨¦s del golpe de Estado que derroc¨® al presidente Mohamed Morsi, Washington camina hacia la reconciliaci¨®n con el Gobierno del general Abdel Fat¨¢ al Sisi, seguro vencedor de las elecciones que culminaron este mi¨¦rcoles. La Administraci¨®n de Barack Obama ha decidido reanudar parte de la ayuda militar que otorga a El Cairo desde hace m¨¢s de tres d¨¦cadas y que recort¨® en octubre como castigo por la sangrienta represi¨®n a los partidarios de los Hermanos Musulmanes, y como una medida de presi¨®n para acelerar la transici¨®n. Pero ahora el diagn¨®stico ha cambiado. Pese a que el deterioro democr¨¢tico se ha agudizado dram¨¢ticamente, la realpolitik que domin¨® la relaci¨®n desde los a?os 70 se ha vuelto a imponer en la Casa Blanca.
¡°En Egipto admitimos que nuestra relaci¨®n est¨¢ anclada en intereses de seguridad. As¨ª que no hemos cortado nuestra cooperaci¨®n¡±, afirm¨® este mi¨¦rcoles el presidente Obama en un discurso sobre su estrategia de pol¨ªtica exterior. ¡°Pero podemos y seguiremos presionando persistentemente para las reformas que el pueblo egipcio ha demandado¡±.
El Departamento de Defensa anunci¨® a finales de abril el env¨ªo al Ej¨¦rcito egipcio de diez helic¨®pteros de combate Apache y de una ayuda econ¨®mica de 650 millones de d¨®lares (478 millones de euros) -la mitad de lo que le proporcionaba anualmente- para programas de seguridad. En octubre, tras tres meses de debate interno, Washington suspendi¨®, al margen de los helic¨®pteros, las ventas previstas de tanques, aviones de combate y misiles; y la concesi¨®n de 260 millones a El Cairo. Pero mantuvo la financiaci¨®n en programas de seguridad, antiterrorismo y fines sociales.
El Pent¨¢gono anunci¨® en abril el env¨ªo al Ej¨¦rcito egipcio de diez helic¨®pteros de combate? y de la mitad de la ayuda econ¨®mica, pero ¨¦sta se encuentra bloqueada en el Capitolio
La reanudaci¨®n actual, pese a ser parcial, supone un espaldarazo may¨²sculo al r¨¦gimen de Al Sisi pero sobre todo una constataci¨®n, al fracasar la estrategia de presi¨®n de octubre, de la paulatina p¨¦rdida de influencia de EE UU en un pa¨ªs que hasta el estallido de la Primavera ?rabe hace tres a?os era su principal aliado ¨¢rabe en el inestable tablero de Oriente Pr¨®ximo. ¡°Puede ser vista como un retorno a la era Mubarak [que presidi¨® Egipto entre 1981 y 2011]: mientras se protejan los intereses de seguridad de EE UU, no tocaremos la cooperaci¨®n ni usaremos realmente nuestra influencia para asuntos pol¨ªticos o de derechos humanos¡±, apunta por tel¨¦fono Cole Bockenfeld, analista del Proyecto de Democracia en Oriente Medio, una organizaci¨®n con sede en Washington.
Washington concede ayuda militar a El Cairo desde los acuerdos de Camp David de 1978, que derivaron al a?o siguiente en un tratado de paz entre Egipto e Israel. EE UU la ha usado siempre como un modo de granjearse una posici¨®n dominante en un pa¨ªs estrat¨¦gico.
El acercamiento de la Casa Blanca a Al Sisi no ha gustado nada a grupos de derechos humanos y algunos sectores pol¨ªticos, hasta el punto que el paquete econ¨®mico est¨¢ paralizado en el Capitolio. ¡°Dado el claro rol que han jugado los militares en los abusos, enviar ayuda militar es una se?al equivocada en un momento equivocado¡±, sostiene Joe Stork, director adjunto de la divisi¨®n de Oriente Pr¨®ximo de Human Rights Watch. ¡°EE UU tiene que dejar claro que Egipto ha cruzado la l¨ªnea. No podemos seguir con los h¨¢bitos de siempre cuando se est¨¢n produciendo abusos de esta escala con absoluta impunidad¡±. Se estima que desde el golpe de julio m¨¢s de 1.400 manifestantes han fallecido y unos 15.000 miembros de los Hermanos Musulmanes han sido encarcelados.
Ante las cr¨ªticas, la Administraci¨®n justifica la reanudaci¨®n en el auge de la amenaza terrorista en la pen¨ªnsula del Sina¨ª y en la trascendencia de la relaci¨®n, mientras en paralelo se declara ¡°profundamente perturbado¡± por el retroceso de derechos en el pa¨ªs.
EE UU ha usado siempre la ayuda militar a Egipto como un modo de granjearse una posici¨®n dominante en un pa¨ªs estrat¨¦gico. Ahora busca recuperar la influencia perdida
A diferencia de la venta de los helic¨®pteros, la concesi¨®n de la ayuda econ¨®mica requiere de la aprobaci¨®n del Congreso, lo que por ahora est¨¢ en riesgo. El influyente senador dem¨®crata Patrick Leahy, recorriendo a su potestad como presidente del subcomit¨¦ que supervisa la asistencia exterior, lleva vetando desde el primer momento el paquete y tiene previsto hacerlo hasta que perciba ¡°evidencias convincentes¡± de que El Cairo est¨¢ comprometido con el respeto a la ley. El detonante fue la ¡°farsa¡± de juicio que a finales de abril conden¨® a muerte, en menos de una hora, al l¨ªder de los Hermanos Musulmanes y a 682 partidarios de la organizaci¨®n islamista, que fue ilegalizada tras el golpe de Estado. Un mes antes ya hab¨ªan sido sentenciados a la pena capital otras 529 personas. Varios senadores republicanos tambi¨¦n han criticado la decisi¨®n de reanudar la asistencia, aumentando la presi¨®n hacia Obama.
Una ley, promovida precisamente en su d¨ªa por Leahy, proh¨ªbe a la Casa Blanca ayudar a los ejecutivos golpistas. Muy consciente de esta realidad, el Gobierno evit¨® en todo momento dar ese calificativo a la asonada que derroc¨® en julio a Morsi, el primer presidente elegido democr¨¢ticamente en Egipto. En un ambiguo juego de equilibrios, Washington, que ve¨ªa en Morsi un interlocutor inc¨®modo, lleg¨® a afirmar que los generales lo depusieron para ¡°restaurar la democracia¡±, a la vez que les instaba, con escaso ¨¦xito, a evitar la violencia y no aislar a los Hermanos Musulmanes.
Dado el claro rol que han jugado los militares en los abusos, enviar ayuda militar es una se?al equivocada en un momento equivocado" Joe Stork, director adjunto de la divisi¨®n de Oriente Pr¨®ximo de Human Rights Watch
No es una situaci¨®n nueva. Ya en 2011 Obama reaccion¨® inicialmente con ambivalencia a las protestas contra Mubarak, atrapado en un dilema entre el respeto a las reivindicaciones democr¨¢ticas y el temor a perder a un interlocutor clave con un rol estabilizador en Oriente Pr¨®ximo. Aunque acab¨® suspendiendo temporalmente esa ayuda para forzar la salida de Mubarak y la reanud¨® tras su destituci¨®n.
La tibieza con Egipto contrasta con la r¨¢pida condena de la Administraci¨®n a la reciente asonada en Tailandia y con el lenguaje empleado -la tild¨® sin tapujos de ¡°golpe militar¡±. Tailandia tambi¨¦n recibe asistencia econ¨®mica y militar de EE UU, pero en proporciones mucho menores y carece de la relevancia geopol¨ªtica de Egipto -el pa¨ªs ¨¢rabe m¨¢s poblado, fronterizo con Israel y surcado por el canal de Suez.
Bockenfeld atribuye a dos factores el viraje de la Casa Blanca. Por un lado, al incremento de los ataques terroristas en el Sina¨ª; y por el otro, a una intensa p¨¦rdida de influencia de EE UU desde el golpe. Con la retirada parcial de la ayuda, Washington buscaba forzar un giro democr¨¢tico del Gobierno egipcio. El fracaso de ese empe?o ha propiciado, seg¨²n el analista, que se impongan las tesis de quienes contemplan, sobre todo en el Pent¨¢gono, esa ayuda como un modo de presi¨®n a los militares egipcios que permita influir en la transici¨®n democr¨¢tica.
En el trasfondo se libra una batalla entre dos filosof¨ªas: los que creen que hay que devolver la relaci¨®n a la esencia de las ¨²ltimas d¨¦cadas, con una cooperaci¨®n esencialmente militar para m¨¢s adelante abordar asuntos pol¨ªticos m¨¢s espinosos; enfrente de quienes propugnan que el contexto ha cambiado y que ¡°la relaci¨®n es inherentemente inestable si no se basa en derechos universales y reformas pol¨ªticas¡±.
Por ahora, Obama se ha decantado por la primera opci¨®n, aunque solo el tiempo dir¨¢ cu¨¢l es el verdadero grado de paciencia de su Administraci¨®n con la involuci¨®n democr¨¢tica en Egipto. Hace unos d¨ªas el secretario de Defensa, Chuck Hagel, dijo que a Egipto le queda un ¡°largo camino¡± para reparar su relaci¨®n con EE UU, a lo que un alto cargo militar a?adi¨® que depender¨¢ de si El Cairo ¡°progresa en su transici¨®n pol¨ªtica¡±.
En junio de 2009 en El Cairo, en su famoso discurso en el que abog¨® por una nueva era con el mundo musulm¨¢n, Obama manifest¨® que apoyar¨ªa en cualquier lugar el respeto a la independencia judicial y a las libertades b¨¢sicas. Mucho ha llovido desde entonces, pero la realpolitik se sigue imponiendo a las palabras.
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