El Ej¨¦rcito iraqu¨ª est¨¢ desgastado por 10 a?os de lucha
Pese a la ayuda de EE UU, las Fuerzas Armadas muestran su fragilidad tras la retirada estadounidense
El Ej¨¦rcito iraqu¨ª se enfrenta a un nuevo episodio de una guerra civil iniciada tras la invasi¨®n del pa¨ªs por tropas de Estados Unidos, en abril de 2003. Las milicias yihadistas del sun¨ª Ej¨¦rcito Isl¨¢mico de Irak y el Levante (EIIL) avanzan hacia Bagdad tras tomar Mosul, al norte del pa¨ªs, y partes de Tikrit, patria chica de Sadam Husein. El jueves estaban a casi 90 kil¨®metros de la capital iraqu¨ª y la capacidad para hacerles frente de las nuevas Fuerzas Armadas iraqu¨ªes suscita toda clase de dudas.
En la primavera de 2003, el entonces virrey norteamericano en Irak, Paul Bremer, cabeza de la llamada Autoridad Provisional de Ocupaci¨®n, tom¨® la controvertida decisi¨®n de disolver el Ej¨¦rcito iraqu¨ª. M¨¢s de 250.000 hombres se quedaron sin trabajo de un d¨ªa para otro. Y lo que es peor: muchos se integraron con armas y bagajes en las diferentes facciones que, en los meses y a?os siguientes, iban a disputarse el control del pa¨ªs.
La decisi¨®n de Bremer tuvo otras consecuencias. Hiri¨® el orgullo nacional iraqu¨ª, dispers¨® el armamento ligero y pesado por todo el territorio y oblig¨® a EE UU a la creaci¨®n desde cero de un nuevo Ej¨¦rcito, te¨®ricamente democr¨¢tico y sometido al poder civil, en el que invirti¨® unos 18.000 millones de euros. Testigos de la ¨¦poca recuerdan el fracaso de los instructores norteamericanos con los nuevos reclutas.
El Ej¨¦rcito iraqu¨ª, en un tiempo uno de los m¨¢s formidables de Oriente Pr¨®ximo y armado por Occidente en la guerra contra el Ir¨¢n de Jomeini (1980-1988), result¨® diezmado durante la Operaci¨®n Tormenta del Desierto (1990-1991) desencadenada por EE UU tras la invasi¨®n de Kuwait por Sadam. El patetismo de su derrota qued¨® plasmado en aquellas im¨¢genes que mostraban a los soldados iraqu¨ªes dirigi¨¦ndose al frente calzados con zapatos de calle en lugar de botas militares. En la segunda guerra del Golfo ¡ªla invasi¨®n ordenada por George Bush hijo¡ª la paranoia del dictador iraqu¨ª ante la posibilidad de una traici¨®n le llev¨® a minar al Ej¨¦rcito regular en beneficio de cuerpos paramilitares de fedayines dirigidos por uno de sus hijos. De hecho, fueron ¨¦stos y no los militares quienes opusieron aquellos d¨ªas de 2003 cierta resistencia a la m¨¢quina de guerra desplegada por EE UU.
Hoy, una nueva y muy distinta amenaza se cierne sobre Bagdad en una atm¨®sfera de incertidumbre. ¡°Sobre el papel, Irak tiene un Ej¨¦rcito a¨²n potente y una considerable fuerza paramilitar¡±, dice Michael Knights, del Washington Institute for Near East Policy. ¡°Pero est¨¢n diezmados tras 10 a?os de lucha continua y han perdido el patrocinio, el entrenamiento y el apoyo log¨ªstico de EE UU dos a?os antes de estar preparados para asumir la tarea. Las unidades desplegadas en el tranquilo sur del pa¨ªs han sido enviadas a duros combates en el norte y, como cab¨ªa esperar, han fallado en los primeros enfrentamientos¡±. Abundan las deserciones y los soldados han dejado en su huida material militar estadounidense que ha ca¨ªdo en manos insurgentes.
Estas fuerzas tan poco motivadas, que el Centro de Estudios Estrat¨¦gicos de Washington calcula en unos 250.000 hombres ¡ªsin contar las unidades paramilitares¡ª de los que 30.000 luchar¨ªan contra los extremistas sun¨ªes, cuentan con 400 tanques, 2.500 veh¨ªculos acorazados y 278 aviones, incluyendo drones, aeronaves de carga y 129 helic¨®pteros. Pese a ello y a un presupuesto en 2012 de unos 4.400 millones de euros ¡ªa los que se suma la ayuda estadounidense anual por valor de 470 millones de d¨®lares (347 millones de euros) y 16 F-16, helic¨®pteros Apache y rifles M1-16 a¨²n por llegar valorados en 14.000 millones de d¨®lares¡ª necesitan un golpe de suerte.
El problema es militar y pol¨ªtico. A la d¨¦bil preparaci¨®n y a la escasez de solicitudes de ingreso en las Fuerzas Armadas, debido a la creciente inseguridad, se suma la pol¨ªtica sectaria del primer ministro chi¨ª Nuri al Maliki contra los sun¨ªes y la falta de una estrategia clara. Bagdad ha concentrado sus tropas de ¨¦lite en la capital, en vez de golpear en zonas como Faluya y Ramadi, cuya situaci¨®n minimiz¨® hace unos meses. Los expertos coinciden en que el EIIL no podr¨¢ sostener una ofensiva en toda regla. Pero ser¨¢ una batalla sangrienta.
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