Colombia vota dividida entre Santos o la vuelta del uribismo
El proceso de paz ha marcado la campa?a entre el presidente y Zuluaga Los colegios electorales han abierto a las ocho de la ma?ana
?scar Iv¨¢n Zuluaga era, hasta hace unos meses, un candidato presidencial al que los periodistas le preguntaban sin rodeos si era la marioneta de ?lvaro Uribe, todav¨ªa con una enorme popularidad cuatro a?os despu¨¦s de haber dejado de ser presidente. El aspirante, de 55 a?os, llevaba meses recorriendo el pa¨ªs de pueblo en pueblo para hacer campa?a y, como mucho, se recordaba de ¨¦l que hab¨ªa sido ministro de Hacienda. Todo soplaba a favor de la reelecci¨®n de Juan Manuel Santos: la econom¨ªa crece al 4,3%, la cifra de paro se reduce, tiene una buena imagen internacional y todo el aparato estatal para promocionar sus logros. Sin embargo, en la primera vuelta de hace tres semanas, venci¨® Zuluaga y, en las elecciones de hoy, las encuestas pronostican que el resultado ser¨¢ muy ajustado.
La negociaci¨®n de paz con la guerrilla ha vertebrado una campa?a bronca y llena de esc¨¢ndalos. Santos, de 62 a?os, ha hecho del di¨¢logo con las FARC su causa pol¨ªtica y a ella ha apostado su carrera. En las elecciones de 2010, cuando logr¨® la presidencia, era lo que hoy es Zuluaga: el hombre de Uribe para dirigir el pa¨ªs. Santos hab¨ªa sido su ministro de Defensa. Juntos hab¨ªan golpeado muy duro a las FARC, y lograron acorralarla. Por eso cuando se convirti¨® en presidente caus¨® un terremoto al restablecer relaciones con la Venezuela de Hugo Ch¨¢vez e iniciar un di¨¢logo con la guerrilla. Desde entonces, para los uribistas es un traidor y un castrochavista, ¨¦l, que viene de una familia rica bogotana, de las m¨¢s influyentes del pa¨ªs, que durante a?os fue due?a del principal peri¨®dico de Colombia, El Tiempo.
Zuluaga trata de potenciar esa imagen elitista y ensimismada de su rival mostr¨¢ndose como el hombre sencillo de provincias ¡ªempez¨® en pol¨ªtica como alcalde de su pueblo, en la zona cafetera¡ª que escucha y comprende a los campesinos y a la gente de la calle. Uno de sus estrategas de campa?a habla de c¨®mo ha tenido que luchar para hacerse un hueco como candidato. ¡°Pocos cre¨ªan en ¨¦l hace unos meses, pero no se desanim¨®, sigui¨® sembrando como una hormiguita y recorriendo el pa¨ªs¡±, dice. Aunque recoge votos por su discurso de mano dura con la guerrilla, por proponer una paz con unas condiciones que muchos creen que dar¨ªa al traste con el di¨¢logo, ha intentado presentarse como el candidato de la educaci¨®n. ¡°Su padre no acab¨® la primaria y la madre [de familia rica], no termin¨® la secundaria. Se le qued¨® grabado que se esforzaran porque sus hijos s¨ª estudiaran, es lo ¨²nico que da la igualdad¡±, afirma el asesor. Uno y otro comparten una postura econ¨®mica liberal y carecen del carisma y el car¨¢cter populista de Uribe, todav¨ªa una m¨¢quina electoral muy poderosa.
Santos hab¨ªa querido ser presidente toda la vida. Pragm¨¢tico y fr¨ªo, se prepar¨® en las mejores universidades, estudi¨® posgrados en Harvard y en la London School of Economics, estaba conectado con todos los c¨ªrculos de poder. Cuenta uno de sus asesores que algo cambi¨® en ¨¦l cuando era ministro de Defensa (2006-09). ¡°Iba a esos pueblos remotos, en guerra, en la guerra que no se ve en Bogot¨¢, y ve¨ªa toda esa miseria, que el Estado no estaba ah¨ª¡±, explica. ¡°Eso le hizo evolucionar. Primero hab¨ªa que debilitar a la guerrilla como hizo con Uribe; luego buscar la paz¡±, dice. Santos ve su tarea como una especie de misi¨®n, se siente c¨®modo con la imagen de estadista que busca la paz y que pasar¨¢ a la historia si lo logra.
Como opina el periodista Rodrigo Pardo, director de la cadena de televisi¨®n Noticias RCN, estas son, en realidad, las primeras elecciones de Santos. Las de 2010 las gan¨® encaramado a la ola de Uribe. Antes hab¨ªa tenido cargos, hab¨ªa sido ministro con otros presidentes, es un hombre preparado, pero no se hab¨ªa sometido a una votaci¨®n jam¨¢s. Ahora depende de s¨ª mismo y de su alianza con la izquierda, que ha decidido apoyar el di¨¢logo de paz pese a sus diferencias con ¨¦l.
Est¨¢ por ver si ha sido capaz de transmitir la trascendencia de la negociaci¨®n a muchos colombianos para los que la paz no es una prioridad, o no lo es m¨¢s que el desempleo, la educaci¨®n o la inseguridad, y si la enorme polarizaci¨®n que genera el di¨¢logo con la guerrilla saca hoy a los ciudadanos a votar, despu¨¦s de que en la primera vuelta hubiera una abstenci¨®n del 60%.
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