El Partido Republicano
La pol¨ªtica local del 'Grand Old Party' tiene al Senado, a la Presidencia de EE UU y al pa¨ªs entero de reh¨¦n
Cada cuatro veranos, es com¨²n el ejercicio de analizar el ¨²ltimo escenario de la Convenci¨®n Republicana. Mientras los globos suben y el papel picado baja, la f¨®rmula presidencial ocupa el centro del escenario. Lentamente van ingresando sus familias y, de a poco, los rodean por orden de parentesco. Los hombres son todos blancos, y muchos con cabelleras a¨²n m¨¢s blancas. Las mujeres, inevitablemente rubias, madres, esposas e hijas, tambi¨¦n han sido parte de la convenci¨®n. Muy pocas para hablar de su carrera profesional o sus propias ideas pol¨ªticas, pero s¨ª para resaltar su rol en el hogar, el indeclinable apoyo a sus maridos y su abnegada dedicaci¨®n a los ni?os.
Es una tarjeta postal, pero retro, como esas que se venden en los mercados de pulgas. Es el cuadro de un pa¨ªs que ya no existe, tan diferente del que se ve en la calle, en el metro o en la televisi¨®n. Es el escenario de un pa¨ªs de los a?os cincuenta. Familias de hombres blancos y mujeres rubias que viven con un solo ingreso¡ªhoy, privilegios de una minor¨ªa¡ªy ni?os que crecen con la madre horneando galletas mientras el padre est¨¢ en el trabajo¡ªnormas sociales arcaicas.
Se trata de una importante disonancia cognitiva entre un partido pol¨ªtico y su sociedad, tan amplia que ese escenario es diferente hasta de sus h¨¦roes m¨¢s admirados, todos racial, social y culturalmente diversos. Eso incluye a los atletas que ganan medallas ol¨ªmpicas hasta los soldados que ganan condecoraciones por luchar en guerras remotas, por supuesto sin olvidar los iconos de la m¨²sica pop que ganan Grammys.
"En Estados Unidos, la xenofobia se origina en incentivos institucionales perversos que estructuran la competencia electoral"
Y, sin embargo, esta semana el Partido Republicano ha ratificado en¨¦rgicamente esa disonancia con su decisi¨®n de apartarse todav¨ªa m¨¢s de ese nuevo pa¨ªs, transform¨¢ndola en una brecha estructural del sistema de representaci¨®n. Ese es el significado de la derrota en las primarias del l¨ªder de la bancada Republicana en la C¨¢mara de Representantes, Eric Cantor, en manos de un ignoto profesor de econom¨ªa y miembro del Partido del T¨¦. El blanco del ataque de David Brat, el contendiente, fue la adhesi¨®n de Cantor a la reforma migratoria, que inclu¨ªa la legalizaci¨®n de los indocumentados. En un cl¨¢sico del discurso populista conservador, Brat tuvo ¨¦xito alarmando a los votantes con el argumento que esa legalizaci¨®n depreciar¨ªa el salario de los trabajadores (omitiendo que m¨¢s se deprecia por la indocumentaci¨®n que promueve la sub-compensaci¨®n en general, pero ese es otro tema).
Si el hecho tiene enorme importancia porque el derrotado es el segundo en la jerarqu¨ªa de la C¨¢mara, lo tiene a¨²n m¨¢s como mensaje para muchos otros congresistas de distritos similares: postergar, evitar o rechazar de plano la reforma migratoria. Haciendo la aritm¨¦tica, y considerando que se trata de un sistema de reelecci¨®n cada dos a?os, ello significa que no estar¨¢n los votos para aprobar reforma migratoria alguna, y eso por bastante tiempo.
En general la xenofobia es consecuencia de la ideolog¨ªa, por supuesto reforzada en la incertidumbre de las crisis econ¨®micas. Tal ser¨ªa el caso del racismo expl¨ªcito de los Le Pen y el Frente Nacional franc¨¦s, por ejemplo. Sin embargo, no es as¨ª en Estados Unidos, donde la xenofobia se origina m¨¢s bien en incentivos institucionales perversos que estructuran la competencia electoral. Concretamente, la variable independiente son los mapas de los distritos electorales, sometidos a constantes manipulaciones por medio de dibujos artificiales que, desafiando el sentido com¨²n de la geograf¨ªa, perpet¨²an la hegemon¨ªa territorial de un partido o del otro.
Una pr¨¢ctica conocida como gerrymandering, la redefinici¨®n de los distritos electorales permite procesar informaci¨®n censal, de consumo, educativa, racial y cultural, y simular escenarios electorales, literalmente, cuadra por cuadra. Esto propicia la configuraci¨®n de distritos homog¨¦neos, pero sobre la base de una plataforma electoral tambi¨¦n homog¨¦nea, lo cual atenta contra el pluralismo. Con menos competencia electoral y menos pluralismo social y racial, los congresistas tienen menos incentivos para negociar diferencias y forjar compromisos ¡ªo sea, menos necesidad de hacer democracia¡ªy m¨¢s alicientes en basar su tarea legislativa en la ideolog¨ªa¡ª es decir, de hacerlo de manera intransigente y facciosa.
Curiosamente, la l¨®gica electoral del partido es diferente a nivel del Senado, donde se agregan todos los votos del estado, propiciando agendas m¨¢s pragm¨¢ticas. En el ¨¢mbito local, sin embargo, se van consolidando enclaves, verdaderos guetos raciales y sociales que sobrerrepresentan a ciertos grupos y subrepresentan a otros. Es all¨ª, en el origen, donde est¨¢ bloqueada la reforma migratoria y probablemente all¨ª se quede por el futuro predecible.
Tip O¡¯Neill, legendario l¨ªder dem¨®crata en la C¨¢mara de Representantes, hab¨ªa dicho que ¡°todo tipo de pol¨ªtica es local¡±. Nunca antes esa noci¨®n tuvo tanta relevancia, hasta el punto de que la pol¨ªtica local del Partido Republicano tiene al Senado, la Presidencia y al pa¨ªs entero de reh¨¦n. Aquel partido antiesclavista de Lincoln, el de Reagan, quien urgi¨® a Gorbachov a derribar un muro, ha construido ahora el propio, un muro racial. Abroquelado detr¨¢s de ¨¦l, cual b¨²nker, desconoce a la sociedad que supuestamente representa. No le queda m¨¢s que reproducir una tarjeta postal nost¨¢lgica, inexistente.
H¨¦ctor Schamis es profesor en Georgetown University. Twitter: @hectorschamis
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