La polarizaci¨®n marca el nuevo mandato del presidente de Colombia

Cuando Juan Manuel Santos habl¨® el domingo por la noche ante sus seguidores para celebrar la victoria, anticip¨® que lograr la paz que ha prometido ¡°no ha sido, ni es, ni ser¨¢ f¨¢cil¡±. Para empezar porque el resultado electoral ¡ª50,9% frente al 45% que obtuvo su rival, el uribista ?scar Iv¨¢n Zuluaga¡ª ha puesto en cifras la gran divisi¨®n de los ciudadanos sobre c¨®mo debe ser una salida negociada al conflicto. Siete millones de ciudadanos no conf¨ªan en la paz con la guerrilla que propone el presidente y la mitad del censo ni siquiera ha votado. En el Congreso, tambi¨¦n ser¨¢ dif¨ªcil sacar adelante la agenda de reformas profundas que exige lo ya pactado en La Habana con las FARC ¡ªpor ejemplo, la del campo¡ª y la lucha contra la desigualdad que lastra al pa¨ªs con una oposici¨®n uribista fortalecida y radicalizada, donde el jefe es el muy popular expresidente ?lvaro Uribe, el m¨¢s visceral cr¨ªtico del proceso y senador electo.

La fractura m¨¢s honda est¨¢ en la calle, entre quienes pueden aceptar que la guerrilla se transforme con el tiempo en un partido pol¨ªtico y los que no; entre los que creen que se est¨¢n haciendo demasiadas concesiones a cambio de nada y los que conf¨ªan en el proceso hasta poder evaluar el conjunto; y, sobre todo, entre los que creen que debe haber penas de c¨¢rcel para algunos miembros de las FARC y los que tolerar¨ªan otro tipo de sanciones. ¡°El pa¨ªs qued¨® roto. A partir de ahora Santos tiene que convencer a medio pa¨ªs sobre el di¨¢logo de La Habana¡±, explica la analista Laura Gil. La cacareada pedagog¨ªa de la paz de la que hablaba el Gobierno no ha sido, por ahora, eficaz.

El congresista Iv¨¢n Cepeda, del izquierdista Polo Democr¨¢tico, cree que es necesario empezar a ¡°construir un consenso nacional para que sea posible la paz¡±. La clave es que esos siete millones que votaron por Zuluaga ¡°no son una masa compacta¡±, analiza. ¡°Ah¨ª est¨¢n desde la intransigencia de Uribe hasta el centroderecha de Marta Luc¨ªa Ram¨ªrez¡±, explica, en referencia a la l¨ªder conservadora, m¨¢s flexible, que plante¨® la paz con condiciones que adopt¨® el uribismo en segunda vuelta. Zuluaga pas¨® del discurso de mano dura radical con las FARC, con el que gan¨® en primera vuelta, a esa versi¨®n descafeinada con que dec¨ªa s¨ª al proceso pero a cambio de que la guerrilla dejara de hacer atentados y de reclutar ni?os, entre otras exigencias que quiz¨¢ hubieran hecho descarrilar el di¨¢logo. Esa postura explica, seg¨²n Rodrigo Pardo, director de Noticias RCN, la derrota de Zuluaga, porque ¡°cuando ¨¦l plante¨® un modelo alternativo a la paz, la gente prefiri¨® el original¡±, razona. O sea, el de Santos.

La izquierda, muy alejada del programa pol¨ªtico de Santos, ha desempe?ado un papel determinante en la victoria de la paz de Santos. Tanto la candidata presidencial Clara L¨®pez, que logr¨® dos millones de votos en primera vuelta, como el alcalde de Bogot¨¢, Gustavo Petro, tuvieron que dejar a un lado la ideolog¨ªa y salir al rescate de Santos para garantizar la continuidad del proceso de paz. A cambio, ahora la izquierda gana influencia. Cepeda asegura que van a ¡°a apoyar al Gobierno en todo lo necesario para la paz¡± pero ejercer¨¢n oposici¨®n ¡°severa en los temas sociales, contra la firma de m¨¢s tratados de libre comercio, las pol¨ªticas de concentraci¨®n agraria o la privatizaci¨®n de la educaci¨®n y la salud¡±, explica.

En su discurso de la victoria el domingo, Santos se comprometi¨® a avanzar en una agenda social. Dijo que la ¡°paz es una gran oportunidad para crear m¨¢s trabajo, combatir el crimen, mejorar la educaci¨®n y para que el crecimiento econ¨®mico llegue a todos los colombianos¡±. Para Laura Gil, la gran reforma es la del campo, porque por primera vez, cuenta, ¡°un presidente llega al poder sin deudas, sin el apoyo de los gremios agrarios¡±. ¡°Es la ocasi¨®n de aplicar los acuerdos de La Habana de restituir las tierras e incorporar a los campesinos al sistema productivo, no solo darles la tierra¡±, afirma. El sistema p¨²blico de salud, que no garantiza todav¨ªa ¡°un m¨ªnimo de calidad y acceso universal¡±, afirma Gil, y la reforma de la justicia, muy politizada, son retos importantes para el Gobierno al margen de la negociaci¨®n de paz.

Toda esa ambici¨®n reformista va a topar en el Congreso con una oposici¨®n de derechas ¡°radicalizada y organizada en torno al partido de Uribe, el Centro Democr¨¢tico¡±, comenta Pardo. La noche del domingo, mientras Santos tend¨ªa la mano a sus adversarios pol¨ªticos con conciliadoras frases ¡ª¡°de eso se trata la paz: de entender que estamos en diferentes orillas de la contienda pol¨ªtica pero respetamos nuestras diferencias¡±¡ª, Uribe sali¨® a acusar al Gobierno de fraude: ¡°Impuls¨® la mayor corrupci¨®n de la historia caracterizada por el abuso de poder, la compra de votos, la oferta de dinero a alcaldes y gobernadores para forzarlos a intervenir ilegalmente en la campa?a¡±, dijo. El expresidente, que no pudo presentarse a un tercer mandato porque se lo vet¨® el Constitucional, es ahora senador electo. ¡°Es un l¨ªder de corte caudillesco, se ha notado en esta elecci¨®n que su popularidad est¨¢ intacta¡±, dice Pardo.

La presi¨®n hacia Santos en el di¨¢logo de paz no vendr¨¢ solo de esa derecha que le ha estado acusando de castrochavista y de vender el pa¨ªs a la guerrilla. Como comenta Pardo, ¡°la izquierda, y quiz¨¢ tambi¨¦n las FARC, quiere un presidente que haga m¨¢s concesiones en la negociaci¨®n de La Habana. Del otro lado est¨¢n la derecha y los siete millones de personas que votaron por que no las haya¡±. En medio, Santos, que tiene cuatro a?os de gobierno para tratar de ser, pese a la divisi¨®n, el presidente que acab¨® con 50 a?os de guerra.