Kirchnerismo tocado
La marca Per¨®n no va a desaparecer sin lucha del ADN argentino
Por primera vez en la historia, un vicepresidente argentino ha sido procesado. Pero Amado Boudou, acusado de cohecho y abuso de cargo p¨²blico, no es el ¨²nico que puede sentarse en el banquillo, sino todo el sistema del kirchnero-cristinismo.
La reacci¨®n de la presidenta Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner ha sido de apoyo t¨¢cito, todo lo contrario de c¨®mo le hab¨ªa defendido en el pasado, para capear un final de reinado que se adivina tormentoso. Boudou es un cad¨¢ver pol¨ªtico que la presidenta tendr¨¢ que acarrear el resto de su mandato hasta diciembre de 2015, mientras la oposici¨®n exige que se celebre un juicio pol¨ªtico contra el acusado, a lo que la viuda Kirchner es muy improbable que acceda porque Boudou, presionado, podr¨ªa hablar demasiado (Jorge Fern¨¢ndez D¨ªaz, La Naci¨®n), y la afectada acabar¨ªa siendo la propia presidenta (Ricardo Luis Kirchbaum, Clar¨ªn).
El plan maestro del poder era de geom¨¦trica claridad. El 25 de mayo de 2003 asum¨ªa la presidencia N¨¦stor Kirchner y le suced¨ªa su esposa, como ocurri¨® en 2007, para irse relevando en una especie de presidencia conyugal que habr¨ªa alargado el kirchnerato hasta 2019. Pero el fallecimiento del l¨ªder din¨¢stico, en octubre de 2010, obligar¨ªa a la presidenta a presentarse ella misma a la reelecci¨®n, agotando, as¨ª, el cupo de dos mandatos sucesivos constitucionales.
En 2011, Cristina obtuvo una gran victoria con el 54% de los sufragios y pod¨ªa especular con una presidencia que la dejara colocada como candidata en 2019. Pero el fiasco Boudou ha sido solo una culminaci¨®n de desastres. En las legislativas de octubre de 2013, aunque el Frente para la Victoria, oficialista, manten¨ªa la mayor¨ªa en ambas c¨¢maras, perd¨ªa en Buenos Aires, donde vota casi el 40% del pa¨ªs, y quedaba lejos de los dos tercios que le habr¨ªan permitido reformar la Constituci¨®n y optar a un tercer periodo consecutivo. La inflaci¨®n ha generado grave malestar social, enfrentamientos con sindicatos formalmente peronistas, una huelga policial, saqueos en provincias y hasta v¨ªctimas mortales. Como remate, Argentina se encuentra al borde del impago de una fracci¨®n de la deuda exterior, el famoso default de 1.300 millones de d¨®lares que debe a los llamados fondos buitre, usureros internacionales por su verdadero nombre.
El plan B del cristinismo era llegar a diciembre de 2015 con una presidencia saneada que le permitiera designar un candidato sucesor y a esperar turno. Pero el excelente resultado en las legislativas de un peronista disidente, Sergio Massa, y la desarticulaci¨®n general del pa¨ªs, hacen que esa perspectiva resulte hoy ut¨®pica. En la oposici¨®n, cuyo n¨²cleo es el hist¨®rico partido radical, hay quien se ilusiona pensando en el principio del fin del peronismo. Pero una cosa es el kirchnerismo y otra la marca de Per¨®n, que ha demostrado ser capaz de reinventarse indefinidamente y no va a desaparecer sin lucha del ADN argentino.
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