Un manchego en zona caliente
Antonio Rodr¨ªguez, el Padre To?o, es un hombre con energ¨ªa y respetado por los pandilleros
Antonio Rodr¨ªguez es un hombre que desprende energ¨ªa y confianza en s¨ª mismo. ?l se encarg¨® de recibir en enero a EL PA?S?en su parroquia para facilitar un recorrido por la conflictiva colonia Montreal con pandilleros de la Mara Salvatrucha. Aquel d¨ªa vest¨ªa un polo y unos pantalones cortos. Llevaba gafas de montura fina, el pelo corto con un asomo de tup¨¦ y una barba de candado perfilada con esmero. Al recibir a este diario, de su oficina sali¨® un fot¨®grafo alem¨¢n joven que llevaba un tiempo all¨ª sacando fotos de pandilleros. Rodr¨ªguez apareci¨® sonriente y afable. Hablaba directo, como los espa?oles de La Mancha, su lugar de origen, pero con algo del tono cantar¨ªn de los salvadore?os.
Dos detalles mostraban con claridad el tipo de lugar en el que se mueve Rodr¨ªguez. A la entrada de su sede administrativa del Servicio Pasionista hab¨ªa un mural en memoria de un asesinado: Giovanni, alias El Destino, un joven pandillero que se rehabilit¨®, fue mano derecha del cura en su trabajo social con las pandillas y termin¨® asesinado a balazos el a?o pasado a la entrada de este mismo edificio, abatido por dos mareros subidos a una moto. El otro detalle eran los dos polic¨ªas armados con fusiles que hac¨ªan guardia en un banco de la planta baja del edificio.?
Los dos pandilleros que hicieron de gu¨ªas en el recorrido por el barrio eran pandilleros integrados en los programas de rehabilitaci¨®n social del cura, aunque no por ello dejaban de ser miembros activos de la Salvatrucha.
El paseo fue en coche: desde donde est¨¢ la parroquia, en una zona baja de la colonia, hasta la cima de los cerros que la coronan. De camino, el marero que lideraba la expedici¨®n, de nombre ?scar D¨ªaz Sigar¨¢n, alias El Diablo, un tipo de 29 a?os menudo y avispado, pidi¨® a la camioneta que se detuviese en una cuesta. Ah¨ª se?al¨® otro mural. Era un memorial por 13 personas que murieron calcinadas dentro de un microb¨²s en ese mismo punto en un supuesto ataque de la pandilla Barrio 18 en territorio de la Salvatrucha. Luego el marero quiso seguir hasta la cima del cerro para ense?ar orgulloso una enorme pintada que hicieron en un tanque de agua con las siglas de su mara: MS-18. M¨¢s tarde, El Diablo pidi¨® que se terminase el recorrido para poder llegar a la parroquia a una sesi¨®n de rehabilitaci¨®n con el Padre To?o.?
En la sesi¨®n solo hab¨ªa pandilleros de la Salvatrucha. El cura tambi¨¦n trabaja por separado con los de Barrio 18, el grupo enemigo de los primeros. El encuentro fue a la hora de comer. Hab¨ªa una decena de mareros sentados en sillas que rodeaban a la del sacerdote. La reuni¨®n dur¨® alrededor de una hora y trat¨® de distintos problemas cotidianos del barrio y de la vida de los mareros. El cura nacido en La Mancha los conoc¨ªa a todos por el alias. Los trataba con cercan¨ªa y se mostraba atento a lo que le dec¨ªan. Alguno de ellos participaba, otros solo escuchaban y miraban. Uno se quedaba dormido de vez en cuando. Le llamaban El Abuelo, porque hab¨ªa llegado a una edad a la que pocos mareros llegan. Ten¨ªa una expresi¨®n entumecida y 38 a?os de edad.
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