Dos dictadores africanos duermen en ¡®casa¡¯
Los presidentes de Guinea Ecuatorial y Gambia poseen mansiones a las afueras de Washington
A lo largo de Bent Cross Drive, una amplia y silenciosa calle ajardinada, hay mansiones de ensue?o. En esta exclusiva urbanizaci¨®n en Potomac, a las afueras de Washington, las hay propiedad de altos ejecutivos, estrellas de baloncesto y doctores, pero tambi¨¦n de otro p¨²blico menos habitual: dictadores africanos.
Los presidentes de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang, y de Gambia, Yahya Jammeh, poseen grandes casas a escasos metros de distancia. Obiang y Jammeh se encuentran en Washington participando en la cumbre entre Estados Unidos y ?frica, que empez¨® el lunes y termina el mi¨¦rcoles, y a la que han acudido delegaciones de 50 pa¨ªses. Ambos ten¨ªan previsto asistir la noche del martes a la cena de gala en la Casa Blanca ofrecida por el presidente de EE UU, Barack Obama, a las delegaciones de la cumbre.
Se desconoce si los dos aut¨®cratas -que llegaron al poder tras un golpe de Estado en 1979 y 1994, respectivamente, y desde entonces controlan con mano de hierro unos pa¨ªses azotados por la pobreza y sin elecciones libres- dormir¨¢n en casa. Las embajadas de ambas naciones no respondieron a la petici¨®n de informaci¨®n. Un portavoz de la Casa Blanca declin¨® comentar.
La esposa de Obiang compr¨® la mansi¨®n en el a?o 2000 por 2,6 millones de d¨®lares, mientras un fondo de la familia de Jammeh adquiri¨® la suya en 2010 por 3,5 millones, seg¨²n medios locales y grupos del exilio gambiano que citan datos fiscales. El presidente ecuatoguineano posee otra en Potomac, que adquiri¨® en 1999 por 1,1 millones. Las familias de los dos reg¨ªmenes de ?frica occidental tienen casas de lujo en m¨¢s pa¨ªses.
La esposa de Obiang compr¨® la mansi¨®n en el a?o 2000 por 2,6 millones de d¨®lares, mientras un fondo de la familia de Jammeh adquiri¨® la suya en 2010 por 3,5 millones
La financiaci¨®n de las mansiones de Obiang form¨® parte de la investigaci¨®n que sancion¨® en 2005 a Riggs Bank, el banco de Washington que ayud¨® al dictador de la excolonia espa?ola a desviar a su cuenta personal ganancias del petr¨®leo que deb¨ªan de ser p¨²blicas. Tambi¨¦n asisti¨® al r¨¦gimen chileno de Augusto Pinochet. ¡°EE UU puede hacer mucho m¨¢s en prevenir, investigar y perseguir¡±, subraya Lisa Misol, investigadora de Human Rights Watch, que lamenta que en la cumbre no se aborden los abusos de derechos humanos en pa¨ªses como Guinea Ecuatorial y Gambia.
Potomac (Maryland) es el exponente del crecimiento may¨²sculo del n¨²mero de ricos en el ¨¢rea de Washington en la ¨²ltima d¨¦cada al calor del auge del negocio de los contratistas de defensa, los lobbies y los bufetes de abogados. Potomac es un caso aparte en el cl¨¢sico paradigma de las urbanizaciones pr¨®speras estadounidenses. Aqu¨ª las mansiones no son discretas y recogidas sino que la mayor¨ªa son escandalosamente grandes y su dise?o tiende a lo extravagante, emulando palacetes con fuentes o castillos medievales.
Sin embargo, las de los aut¨®cratas africanos no llaman demasiado la atenci¨®n. Son de ladrillo claro -parecidas a una especie de cottage ingl¨¦s- y no descaradamente altas. Como todas, est¨¢n protegidas por una valla de seguridad, y rodeadas de frondosos ¨¢rboles y jardines. Y pasan desapercibidas entre los adinerados vecinos. ¡°A m¨ª no me molesta. Todo el mundo es tranquilo aqu¨ª¡±, dice Brian Mahoubi, que vive desde hace dos a?os a tres casas de distancia de la de Obiang.
A bordo de una bicicleta de deporte, Mahoubi es de las contadas personas que no circula en el interior de un coche de alta gama por Bent Cross Drive. Explica que Obiang viene un par de veces al a?o a la urbanizaci¨®n, que es amable y suele dar un paseo por la calle protegido por agentes de seguridad. ¡°No hay lugar m¨¢s seguro que ¨¦ste¡±, se?ala. A finales de la semana pasada, en el jard¨ªn de su casa hab¨ªa apostados dos coches de lujo, y una mujer con atuendos africanos y una trabajadora del hogar, que declinaron hacer declaraciones.
La actitud era mucho m¨¢s intimidatoria en el cul de sac en el que se encuentra la mansi¨®n de Jammeh. En la puerta hab¨ªa aparcado un monovolumen con cristales tintados y tres personas de seguridad invitaron al instante a este periodista a abandonar el lugar. La presencia de espor¨¢dicos no es infrecuente. En el ¨²ltimo a?o DUGA, un grupo de exiliados gambianos en Washington, ha organizado varias protestas frente a la opulenta residencia.
¡°?Es una broma!¡±, exclama su presidente, Oufaiinou Mbenga, al comparar el coste de la mansi¨®n con los ¨ªndices de pobreza en el pa¨ªs, del 48%, seg¨²n los ¨²ltimos datos del Banco Mundial que se basan en los umbrales de pobreza nacionales. En Guinea Ecuatorial es del 76%. Mbenga asegura que la casa se ha financiado con ¡°dinero ilegal¡± y que la mujer de Jammeh acude habitualmente a Potomac porque su hijo recibe tratamiento en un hospital de Washington por un problema m¨¦dico. El dictador, en cambio, apenas lo hace. ¡°?Cu¨¢ntos miles de ni?os en Gambia no tienen acceso a atenci¨®n sanitaria b¨¢sica? Este es el tipo de hipocres¨ªa. Viene aqu¨ª a dar la mano a Obama, pero la miseria continuar¨¢¡±, deplora.
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