Cuarto d¨ªa de disturbios en Misuri por la muerte de un joven negro
Las fuerzas del orden vuelven a lanzar gases lacrim¨®genes contra los manifestantes
El reverendo negro Spencer Booker acud¨ªa a las convulsas calles de Ferguson, un humilde suburbio de San Luis (Misuri), con un objetivo muy claro: conseguir que las cientos de personas que protestaban por la muerte el s¨¢bado de un joven negro desarmado a manos de la polic¨ªa no cortaran la avenida Florissant, como hab¨ªan hecho los d¨ªas anteriores en medio de la ola de indignaci¨®n racial desatada en esta peque?a localidad.
Booker, reverendo de la iglesia metodista africana de Saint Paul, otra ciudad dormitorio de esta zona, encabez¨® la tarde de este mi¨¦rcoles una caminata de ¡°paz, amor y plegarias¡± a lo largo de un kil¨®metro de la avenida, que concluy¨® en el epicentro de las protestas, la esquina de la calle en la que muri¨® Michael Brown, de 18 a?os. El martes otros reverendos negros organizaron caminatas y vigilias en honor al joven, en lo que parece ser una suerte de competici¨®n entre iglesias y organizaciones de la comunidad negra.
A las 5 de la tarde los cinco carriles de Florissant -una amplia avenida un tanto desangelada con algunos establecimientos comerciales y humildes casas a los lados- estaban ya cortados por un grupo de unas 300 personas, la inmensa mayor¨ªa afroamericanos, que coreaban ¡°?No nos movemos!¡± y ¡°?Sin justicia no hay paz!¡±, y portaban pancartas e im¨¢genes en homenaje a Brown.
Frente a los manifestantes se situaban horizontalmente doce agentes de polic¨ªa protegidos con un casco, y llevando porras y escudos. Detr¨¢s de los agentes, decenas de coches de polic¨ªa cortaban la avenida. Lo mismo suced¨ªa medio kil¨®metro por detr¨¢s de los manifestantes. A simple vista, solo uno de los agentes era negro. Dos tercios de la poblaci¨®n de Ferguson es afroamericana, pero esta proporci¨®n no se ha plasmado en los cargos pol¨ªticos y policiales. Una cuarta parte vive por debajo del nivel de pobreza de EE UU.
Por cuarto d¨ªa consecutivo centenares de personas protestan por la muerte de un joven negro desarmado a manos de un polic¨ªa
El predicador Booker consider¨® que uno de los mejores m¨¦todos de calmar los ¨¢nimos y lograr su objetivo era tratando de construir un ambiente festivo. As¨ª, que se trajo a un DJ, que empez¨® a reproducir conocidas canciones comerciales alegres bajo una carpa blanca en una acera, al lado de un restaurante que fue asaltado en los disturbios de la noche del domingo. Un centenar de personas bailaban animadamente a su alrededor.
A los pocos minutos Booker, vestido con un traje completamente negro, se decidi¨® a cumplir su meta. Se desplaz¨® un par de metros hasta el centro de la avenida y empez¨® a dirigirse a los manifestantes, muchos de ellos sentados en el suelo. ¡°La gente en Ferguson est¨¢ marginalizada y hostigada por la polic¨ªa. La gente junta nunca es derrotada¡±, clam¨®. El p¨²blico lo vitore¨® al instante y alz¨® los brazos, la imagen m¨¢s repetida en las protestas. Ese fue el gesto, aseguran su familia y un testigo, que habr¨ªa hecho Brown antes de ser tiroteado el s¨¢bado al mediod¨ªa por un agente. La polic¨ªa asegura que el joven atac¨® al agente en el interior de su veh¨ªculo.?
Acto seguido, el reverendo les pidi¨® que actuaran con ¡°paz¡± y sin confrontaci¨®n con la polic¨ªa, y les argument¨® que cortar la calle no era la v¨ªa adecuada para pedir justicia por la muerte del chico. Un grupo de manifestantes le hizo caso y se levant¨®, pero otro, mayoritariamente de j¨®venes, lo ignor¨® por completo.
Cuando eran casi las 6 de la tarde, la polic¨ªa quiso demostrar que se le hab¨ªa agotado la paciencia: cuatro imponentes veh¨ªculos blindados de las fuerzas especiales del condado se plantaron frente a los manifestantes. En ese momento Booker y su DJ ya hab¨ªan desaparecido del lugar. De los veh¨ªculos descendieron una cincuentena de agentes -a simple vista ninguno era afroamericano- con indumentaria militar y con un rifle de largo alcance al hombro. Y encima de cada veh¨ªculo hab¨ªa un tirador posicionado apuntando a los manifestantes.
Si el objetivo era intimidar, los agentes lo consiguieron al instante, pero a su vez provocaron y electrizaron a un p¨²blico que hasta el momento se hab¨ªa mostrado contenido. ¡°?Que jodan a la polic¨ªa!¡± y ¡°?No nos movemos!¡± fueron las respuestas instant¨¢neas de los concentrados. Uno de ellos empez¨® a acercarse y a increpar a un agente, pero fue frenado r¨¢pidamente por otros manifestantes. Se impon¨ªa una tensa y larga contenci¨®n.
Uno de los polic¨ªas tard¨® muy poco en explicar cu¨¢l era su objetivo. ¡°Dispersense de un modo pac¨ªfico o ser¨¢n sujetos a arrestos¡±, anunciaba a todo volumen con un meg¨¢fono. Ante el escaso ¨¦xito, endureci¨® el tono y se mostr¨® desafiante: ¡°No nos vamos a ir a ning¨²n sitio. No est¨¢ abierto a discusi¨®n, vuelvan a sus veh¨ªculos y a sus casas¡±. Poco a poco, unas 200 personas fueron alej¨¢ndose de la primera l¨ªnea, aunque siguieron observando el panorama desde lejos. A ambos lados de la avenida tambi¨¦n se concentraban algunos curiosos, entre ellos familias con hijos a las que no hab¨ªa impresionado la advertencia que les hab¨ªa hecho unos minutos antes un agente de la polic¨ªa local: ¡°Les aviso que si no abandonan la zona pueden ser gaseados¡±.
Frente a los agentes y veh¨ªculos de est¨¦tica militar, permanec¨ªa impasible un peque?o grupo de manifestantes. Solo reculaban ligeramente cuando avanzaba la l¨ªnea de seguridad, por mucho que cada vez estuvieran m¨¢s aislados. Algunos de ellos estaban perfectamente preparados para un posible desenlace de las protestas: llevaban pa?uelos para cubrirse la nariz y la boca ante un eventual lanzamiento de gases lacrim¨®genos, como los que ocurrieron las noches del lunes y el martes cuando las protestas pac¨ªficas derivaron en disturbios.
Y tras m¨¢s de dos horas de densa calma tensa, la violencia acab¨® desat¨¢ndose cerca de las nueve de la noche. Tras recibir varios impactos de botellas, las fuerzas especiales lanzaron gases a los manifestantes, que se dispersaron por las calles aleda?as ante la persecuci¨®n policial, seg¨²n informan medios locales. La polic¨ªa asegur¨® que algunos manifestantes les lanzaron c¨®cteles molotov, mientras estos acusaron a la polic¨ªa de disparar balas de goma, como hicieron el lunes.
A medianoche no se hab¨ªa informado de personas heridas. La madrugada del martes al mi¨¦rcoles un joven recibi¨® varios disparos de un polic¨ªa al cual hab¨ªa amenazado con una pistola, seg¨²n la polic¨ªa.El joven se encuentra en estado cr¨ªtico. Otra mujer recibi¨® en esa zona un disparo desde un coche, pero su vida no corre peligro y se desconocen las causas del suceso. La polic¨ªa ha detenido a una cincuentena de personas desde el domingo por su participaci¨®n en los disturbios.
Dos periodistas son detenidos
Dos periodistas que cubr¨ªan las protestas en Ferguson fueron detenidos el mi¨¦rcoles por la tarde durante cerca de una hora. Wesley Lowery, del diario The Washington Post, y Ryan Reilly, del portal Huffington Post, fueron arrestados por la polic¨ªa alrededor de las 8 en un establecimiento de McDonalds, a pocos metros del epicentro de las protestas en la avenida Florissant.
La polic¨ªa entr¨® en el establecimiento e inst¨® a los clientes a marcharse, seg¨²n explicaron los periodistas en Twitter. A continuaci¨®n, seg¨²n sus testimonios, la polic¨ªa les pidi¨® que se indentificaran y fueron detenidos mientras uno de ellos grababa a los agentes. ¡°Me aplastaron contra una m¨¢quina de bebidas porque estaba confundido sobre la puerta por la que me dec¨ªan que ten¨ªa que salir¡±, escribi¨® Lowery en Twitter. Los periodistas fueron llevados primero a un veh¨ªculo policial y luego pasaron unos 15 minutos en una celda en una comisar¨ªa hasta que fueron liberados.
En un comunicado en la p¨¢gina web del diario, el director ejecutivo del Washington Post, Martin Baron, critic¨® duramente la detenci¨®n, que consider¨® un "asalto a la libertad de prensa".
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