¡°Salimos con lo puesto al llegar los yihadistas¡±
1.200 huidos de las persecuciones en Irak se alojan en un centro comercial de Erbil
Es una escena propia de cualquier escalera de vecinos. Una mujer con dos ni?os se cruza con un hombre que regresa de comprar pan y verduras. Pero ¨¦sta no es una escalera cualquiera. El saludo de cortes¨ªa esconde un drama compartido. Los inquilinos son iraqu¨ªes huidos ante el avance del Estado Isl¨¢mico (EI) que han encontrado refugio en los apartamentos ubicados en las plantas superiores de un centro comercial de Erbil, capital de la provincia aut¨®noma del Kurdist¨¢n. El due?o, que no logr¨® que una cadena hotelera explotara los pisos, los ha abierto a los desplazados.
¡°Salimos en medio de la noche, en cuanto supimos que se acercaba el EI. Sacamos a los ni?os de la cama, ni siquiera cogimos ropa, no tenemos nada¡±, declara Elham Said, mientras sujeta de la mano a los dos cr¨ªos.
Elham, su marido, su suegra y sus cinco hijos llevan cinco d¨ªas en este lugar. Proceden de Hamdaniya, una localidad mayoritariamente cristiana a 60 kil¨®metros al oeste de Erbil, donde hace una semana se produjo una estampida. La ONU ha puesto este jueves a Irak en el nivel tres de emergencia (el m¨¢s alto) debido ¡°al grado y complejidad de la actual cat¨¢strofe humanitaria¡± causada por los avances del EI y su persecuci¨®n de las minor¨ªas religiosas.
¡°O¨ªmos que [los yihadistas] matan a quienes no se convierten, y ya nos hab¨ªan bombardeado dos veces, as¨ª que no esperamos. Dejamos atr¨¢s todo, propiedades, negocios, dinero, ganado¡±, se suma Amir Gormesh, confirmando el terror que suscita el grupo. ¡°S¨®lo tenemos lo puesto¡±, a?ade indicando su ropa. Es una frase que se repite m¨¢s veces.
La ONU ha situado el pa¨ªs en el nivel tres de emergencia, el m¨¢s elevado
Elham, de 40 a?os, es funcionaria del Ministerio de Educaci¨®n, aunque no recibe su salario desde que comenz¨® la ofensiva del EI en junio. Amir, de 53, era conserje en una escuela. Son gente de clase media que viv¨ªa con relativo confort. Ahora, se enfrentan al trauma de vivir de la caridad. ¡°No tenemos aire acondicionado y, lo que es peor, hay gente que necesita medicinas y no tiene dinero para comprarlas¡±, se queja Amir.
Tal es el caso de Luay Hikmat. A sus 54 a?os, este hombre que antes trabajaba como traductor de ingl¨¦s y franc¨¦s, apenas puede articular palabra y no se tiene en pie. ¡°Es diab¨¦tico, adem¨¢s est¨¢ hundido psicol¨®gicamente¡±, explica su mujer, Sabriya El¨ªas. Es la segunda huida del matrimonio que, cuatro a?os despu¨¦s de la ca¨ªda de Sadam, recibi¨® una carta en su domicilio de Bagdad que les daba 24 horas para irse. En Hamdaniya encontraron seguridad, pero viv¨ªan de la ayuda de la iglesia.
Como el resto de los 1.200 alojados en el Nishtiman (Nacional, en kurdo) se pueden considerar afortunados porque la generosidad de Nazar Hanna, el due?o del edificio, les ha facilitado algo m¨¢s que un techo. Otros miles de desplazados han dormido en parques y edificios en construcci¨®n hasta que las autoridades kurdas han empezado a levantar nuevos campamentos para acogerlos. Aunque la mayor¨ªa de los acogidos en el centro comercial son cristianos, hay algunas familias musulmanas como la de Abbas Sultan Hamdi, de Qaria al Irash, una aldea cercana a Hamdaniya. ¡°Los chi¨ªes somos objetivo del EI¡±, asegura este padre de cinco hijos, quien supo de la llegada de los yihadistas cuando vio retirarse al Ej¨¦rcito iraqu¨ª.
¡°Bombardearon antes de avanzar. Destruyeron varios lugares santos, entre ellos el santuario de Zain al Abedin [el cuarto imam de los chi¨ªes]¡±, denuncia. Los insurgentes sun¨ªes ya mataron a dos de sus hermanos durante la violencia sectaria de mediados de la pasada d¨¦cada. ¡°Estamos muy agradecidos porque aqu¨ª tenemos seguridad y disponemos de luz y agua¡±, admite Lubna Yusef El¨ªas que limpia el apartamento 741, donde se aloja junto a otros 12 familiares, incluidos su marido y sus tres hijos.
Esta mujer de 31 a?os, que trabajaba en la administraci¨®n del hospital de Hamdaniya, es consciente de lo que ha dejado atr¨¢s. Su primo, que no encontr¨® medio de transporte, se qued¨® all¨ª. ¡°Nos cuenta que no hay tiendas abiertas. El EI les ha dicho que si no se convierten les matar¨¢n y violar¨¢n a sus mujeres¡±, afirma haciendo un alto en la limpieza. Cuando le preguntan cu¨¢l es su mayor deseo, rompe a llorar. ¡°Volver a casa¡±, balbucea. Es la esperanza de todos los desplazados.
Al bajar la escalera, un matrimonio y su hija adolescente se turnan para subir un enorme pedazo de hielo hasta el quinto piso. El term¨®metro marca 45?C. Abajo, sigue el traj¨ªn de los comercios. Pero los nuevos inquilinos no han pasado desapercibidos. Los due?os de algunos negocios les han facilitado comida y agua antes de la llegada de las ONG.
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