La hora de las v¨ªctimas
La construcci¨®n de rutas para el procesamiento de sus derechos es un asunto medular y, adem¨¢s, viable
No puedo evitar evocar la figura del sudafricano Albie Sachs cuando veo el encuentro en La Habana de Constanza Turbay con dirigentes de las FARC en el contexto de las negociaciones de paz que encaminan el gobierno colombiano y ese grupo guerrillero. La madre y dos hermanos de Turbay murieron asesinados por las FARC hace m¨¢s de una d¨¦cada. Como ella, otras v¨ªctimas se presentaron en La Habana en d¨ªas pasados para ser escuchados. Importante paso en el proceso de paz.
Distanciados por la geograf¨ªa y por diferencias en la naturaleza de los problemas, hay, sin embargo, una importante conexi¨®n entre lo que se logr¨® hacer en Sud¨¢frica para pasar del apartheid a la democracia y los retos que hoy tiene Colombia en el anhelado tr¨¢nsito de la guerra a la paz.
Albie Sachs: hablar preciso, mirada penetrante y su mu?¨®n debajo del hombro derecho por todo vestigio de lo que fue su brazo. Lo conoc¨ª hace como diez a?os en una reuni¨®n en Atlanta con el expresidente Jimmy Carter, cuando Sachs integraba el Tribunal Constitucional de Sud¨¢frica y ya hab¨ªa sido uno de los gestores de la Comisi¨®n de Verdad y Reconciliaci¨®n; uno de los grandes s¨ªmbolos del tr¨¢nsito del apartheid hacia la democracia.
Abogado blanco, en su brega contra el apartheid, Sachs se convirti¨® en una pieza tan inc¨®moda para el r¨¦gimen racista que decidieron matarlo extendiendo su garra homicida en 1988 hasta Mozambique, donde viv¨ªa exiliado. Pero el atentado con el coche bomba fall¨®; el explosivo destinado a hacerlo volar en pedazos s¨®lo destroz¨® su brazo derecho y le inutiliz¨® el ojo izquierdo. A?os despu¨¦s, y ya colapsado el apartheid, en el proceso impulsado por la Comisi¨®n de Verdad y Reconciliaci¨®n, Sachs vio en televisi¨®n al perpetrador inmediato del atentado narrando con lujo de detalles ¡ªen las sesiones p¨²blicas de la Comisi¨®n¡ª c¨®mo perpetr¨® el atentado, reconoc¨ªa su responsabilidad y ped¨ªa perd¨®n. El encuentro que ambos sostuvieron despu¨¦s ¡ªa iniciativa de Sachs¡ª no fue un di¨¢logo de ¡°amigos¡±, pero s¨ª uno de perd¨®n y reconciliaci¨®n.
Historias como esa hay muchas en una Sud¨¢frica que pudo y supo avanzar a la reconciliaci¨®n ante el escepticismo de quienes pronosticaban a?os de retaliaci¨®n y venganza despu¨¦s del horror del apartheid. La respuesta creativa y eficaz en avanzar haciendo uso de lo que ahora se llama ¡°justicia transicional¡± puso de manifiesto que la historia no tiene por qu¨¦ ser una inercial evoluci¨®n pendular entre horrores, intolerancias y arbitrariedades desde orillas opuestas.
Los retos en Colombia son inmensos. Uno de los fundamentales es, precisamente, el de los derechos de los millones de v¨ªctimas y c¨®mo protegerlos en la perspectiva de la paz y la reconciliaci¨®n. Hay, por cierto, quienes desde extremos ¡ªde uno y otro lado¡ª levantan una concepci¨®n unidimensional y congelada de ¡°justicia¡± que hace y har¨ªa imposible un proceso de paz y de reconciliaci¨®n. Lo que el mundo observa con atenci¨®n, sin embargo, es el esfuerzo creativo por la paz que vienen dando los colombianos incorporando los derechos de las v¨ªctimas como un componente clave del proceso. Por ello es tan importante que est¨¦n siendo escuchadas en La Habana y que se conozcan decisiones como las de Constanza Turbay de ¡°no cargar un costal de odios¡±.
El derecho internacional ha ido construyendo creativas rutas de justicia transicional la que con el norte de los derechos de las v¨ªctimas se estructura en base a tres ingredientes. Primero, el derecho de las v¨ªctimas de conocer la verdad: qu¨¦ pas¨®, c¨®mo se perpetraron los hechos y, si cabe, donde est¨¢n los restos mortales. Segundo, la reparaci¨®n: entre otros aspectos, el reconocimiento de responsabilidad por los perpetradores y el pedido de perd¨®n .
Tercero: la justicia, ingrediente del ¡°paquete¡± transicional manejando creativamente la tensi¨®n justicia penal/paz. Es decir, concretando la paz entre los beligerantes y, a la vez, aplicando la justicia sin socavar la ruta de los acuerdos. Eso en un proceso dial¨¦ctico: por un lado, componente de verdad, reparaci¨®n y justicia; por el otro, abriendo el camino a penas alternativas y reducci¨®n de penas para todos los involucrados. En ello el derecho internacional no es ni puede ser un obst¨¢culo.
Es por eso que la ¡°hora de las v¨ªctimas¡± es tan importante. La construcci¨®n de rutas para el procesamiento de sus derechos es un asunto medular y, adem¨¢s, viable. Las respuestas en las que se condense esa combinaci¨®n de verdad, reparaci¨®n y de justicia son y ser¨¢n indispensables para la paz y la reconciliaci¨®n en la que est¨¢n empe?ados la gran mayor¨ªa de colombianos.
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