Europa, frente al califato
La inhibici¨®n de Berl¨ªn se hace m¨¢s insostenible seg¨²n se acercan los tiros
Alg¨²n d¨ªa Europa tendr¨¢ una fuerza de intervenci¨®n r¨¢pida, preparada para evitar que en su vecindario se instalen ej¨¦rcitos terroristas como el del Estado Isl¨¢mico de Irak, que milicias islamistas ocupen el aeropuerto de Tr¨ªpoli o se produzcan invasiones sigilosas como la de Rusia en Ucrania.
El d¨ªa en que Europa tenga en su mano un instrumento de este tipo, es probable que se lo piensen dos veces quienes emprenden acciones violentas e incluso genocidas en los confines del continente. Estamos todav¨ªa muy lejos. De momento, la ¨²nica fuerza europea de intervenci¨®n r¨¢pida con que contamos es la que conforman los centenares de j¨®venes yihadistas salidos de Londres, Par¨ªs, Berl¨ªn y Madrid que se han apuntado a una mili espeluznante en Siria e Irak, donde pueden asesinar a placer, cortar cabezas y morir en nombre de un remoto islam imaginario que se expand¨ªa a golpes de cimitarra.
Alemania rompi¨® su particular tab¨² en 1999, cuando por primera vez desde 1945 mand¨® tropas al exterior y precisamente a un escenario europeo como los Balcanes, donde las fuerzas de Hitler hab¨ªan dejado la huella genocida que todos conocemos. Fue un Gobierno de coalici¨®n entre socialdem¨®cratas y verdes el que tom¨® tal decisi¨®n. Desde entonces, Alemania hab¨ªa regresado a la senda pacifista, sobre todo gracias a la oposici¨®n a la guerra de Irak en 2003, a la inhibici¨®n en la votaci¨®n del Consejo de Seguridad en 2011 que autoriz¨® los bombardeos sobre Gadafi para proteger a la poblaci¨®n civil y al mantenimiento de su prohibici¨®n de mandar armas a zonas en guerra.
Cuanto m¨¢s se acercan los tiros al continente europeo, m¨¢s insostenible es el mantenimiento de la posici¨®n inhibida de Alemania en seguridad y defensa. No se puede cargar el peso de tantas responsabilidades econ¨®micas e incluso pol¨ªticas en nombre de toda Europa sin pagar las contrapartidas en compromiso defensivo y en una pol¨ªtica exterior m¨¢s comprometida. La anexi¨®n de Crimea por Rusia y la presi¨®n rusa sobre las regiones ucranias lim¨ªtrofes empujan hacia una definici¨®n m¨¢s contundente. Pero todav¨ªa reclama mayor compromiso la instalaci¨®n del califato asesino y genocida entre Irak y Siria, con el doble efecto de la eliminaci¨®n de las minor¨ªas religiosas y ¨¦tnicas que no quieren plegarse al rigorismo sunn¨ª y, lo que es todav¨ªa peor, el reclutamiento alarmante de j¨®venes europeos para una yihad que amenaza a Europa con su billete de vuelta.
La jugada no es f¨¢cil. El env¨ªo de armas a los peshmergas va a contribuir indirectamente a la consolidaci¨®n de la naci¨®n kurda independiente. Sin contar con que puedan caer en manos de los islamistas, como ha sucedido con otros arsenales occidentales destinados a otros fines en Siria o en Irak. Es solo un peque?o paso de compromiso alem¨¢n, pero tambi¨¦n es un paso comprometido. Se?ala una necesidad, pero revela a la vez la desproporci¨®n entre la demanda de seguridad y la disposici¨®n de nuestras opiniones p¨²blicas.
Los europeos preferimos que los islamistas vayan a hacer la mili a Irak e imaginar as¨ª que nos dejan tranquilos en casa. Pronto tendremos de vuelta a los supervivientes con ganas de seguir su combate. Y entonces veremos qu¨¦ hacemos con ellos. Hay razones morales para frenar el genocidio en Irak, pero las hay tambi¨¦n pr¨¢cticas, porque la seguridad de los europeos tambi¨¦n est¨¢ amenazada por el califato terrorista.
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