Los electores brasile?os ya no comulgan con ruedas de molino
La propaganda electoral gratuita, antes una herramienta efectiva en Brasil, ha pasado a convertirse en material para humoristas
A veces, cuando se dice que la mayor¨ªa de los brasile?os desea cambiar, los pol¨ªticos suelen ironizar diciendo que esos mismos ciudadanos ¡°no saben lo que quieren cambiar¡±. No es verdad. Es a ellos, a los pol¨ªticos, a los que les cuesta enumerar los problemas concretos que est¨¢n dispuestos a modificar. Asuntos que los ciudadanos conocen muy bien porque, adem¨¢s, sufren ellos mismos sus consecuencias.
Los brasile?os revelan lo que quieren que cambie demostrando, con hechos, lo que rechazan porque lo consideran in¨²til, trasnochado y hasta rid¨ªculo.
Un ejemplo concreto son estas elecciones. Son tema de conversaci¨®n en los bares, los autobuses, los supermercados: una trinidad de lugares que deber¨ªan frecuentar m¨¢s los realizadores de pesquisas electorales. Y esas conversaciones tienen m¨¢s efecto que la llamada ¡°propaganda electoral gratuita¡±, que ha perdido el 50% de la audiencia de otras ocasiones, as¨ª como la propaganda que crea la poluci¨®n visual y ac¨²stica de calles y plazas irrita a la gente: no s¨®lo no produce mayor inter¨¦s, sino que llega a ser contraproducente.
El Brasil de estas elecciones es un pa¨ªs distinto del de hace solo 15 a?os
Ese tipo de promoci¨®n pol¨ªtica se ha convertido en un precioso material para los vi?etistas. Y cuando un tema cae en manos de la s¨¢tira y del humor es porque ha perdido su sacralidad.
Que esa propaganda no tiene hoy ya el valor de convicci¨®n, lo revela el dato de que, seg¨²n Datafolha, el 60% de los que a¨²n no saben en qui¨¦n votar afirman que no tienen inter¨¦s alguno en la propaganda electoral gratuita.
Ni siquiera los debates televisivos, que una vez eran seguidos con la pasi¨®n de una final de f¨²tbol nacional, ganan el inter¨¦s a los electores.
Los brasile?os a quienes se les pregunta por qu¨¦ no les interesan esos programas responden: ¡°Porque presenta una realidad que no existe, virtual, en color, cuando la realidad cruda de Brasil es otra, m¨¢s bien en blanco y negro¡±.
Otros menos diplom¨¢ticos apuntan: ¡°porque son una sarta de mentiras cuando hablan de lo que [los pol¨ªticos] hicieron y a¨²n m¨¢s cuando prometen lo que sabemos que nunca cumplir¨¢n¡±.
Los candidatos a las presidenciales se arrastraron por el suelo suplicando a los partidos que les vendieran sus minutos o segundos de televisi¨®n. A cambio les ofrecieron de todo en un futuro gobierno. La misma presidenta Dilma Rousseff acu?¨® la frase infeliz que para ganar las elecciones ¡°se pacta hasta el diablo¡±. Solo que el demonio no suele bromear.
Si el pr¨®ximo presidente desease hacer una reforma pol¨ªtica de verdad deber¨ªa empezar por eliminar o cambiar radicalmente el modo de la llamada ¡°propaganda electoral gratuita¡±. Primero porque la palabra ¡°propaganda¡± evoca la publicidad que vende cerveza o calcetines, y segundo porque si la propaganda para vender productos puede funcionar, la electoral, en Brasil, por lo menos esta vez, no est¨¢ interesando a los supuestos consumidores ni resulta, por el momento, positiva. Basta ver que la candidata que lidera las encuestas, Marina Silva, apenas si tiene dos minutos de esa propaganda gratuita.
Pero sobre todo existe una pregunta m¨¢s importante : ?por qu¨¦ esa propaganda que a?os atr¨¢s se consideraba fundamental para convencer a los electores, que llegaban hasta a entusiasmarse con ella y que, en efecto, sol¨ªa beneficiar a los que consegu¨ªan capitalizar m¨¢s minutos de televisi¨®n, hoy no s¨®lo no interesa sino que los brasile?os la consideran in¨²til, despilfarradora y hasta contraproducente?
Muy sencillo. El Brasil de estas elecciones es un pa¨ªs distinto del de hace solo 15 a?os. Quiz¨¢s menos. Es el Brasil nuevo nacido de las protestas callejeras, un pa¨ªs m¨¢s cr¨ªtico, m¨¢s informado, al que no es cierto que no le interese la pol¨ªtica. Es que desea conocerla y discutirla en otros foros, en otros medios de comunicaci¨®n. Es el Brasil de la modernidad, que ya despunta, que estudia m¨¢s, que est¨¢ m¨¢s vacunado contra los virus del enga?o de la propaganda. Es el Brasil que empieza a negarse a comulgar con ruedas de molino. Es un Brasil m¨¢s dif¨ªcil de embaucar porque ha empezado no solo a escuchar, sino tambi¨¦n a pensar.
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