La tragedia del ¡®Sierra Ar¨¢nzazu¡¯, 50 a?os despu¨¦s
Se cumplen hoy 50 a?os del ataque en el Caribe contra el buque espa?ol 'Sierra Ar¨¢nzazu'
Este 13 de septiembre se cumplen 50 a?os del ataque terrorista en el Caribe contra el buque espa?ol Sierra Ar¨¢nzazu cuando se dirig¨ªa a La Habana con una carga de alimentos, tejidos, aperos de labranza, mu?ecas y otras mercanc¨ªas inocuas. La autor¨ªa y responsabilidad de este atentado, que cost¨® la vida a tres marinos espa?oles, el capit¨¢n y dos oficiales, y lesiones a otros seis tripulantes y provoc¨® una intensa reacci¨®n emocional en Espa?a y tuvo importantes repercusiones mundiales, nunca ha sido aclarada del todo. Medio siglo despu¨¦s conocemos por recientes fuentes documentales desclasificadas qui¨¦nes fueron los autores materiales y los responsables ¨²ltimos del atentado, as¨ª como la torticera y ambigua actitud que el Gobierno franquista mantuvo ante el mismo. De ah¨ª que nos parece, como hermanos del tercer oficial asesinado en el ataque, un acto de justicia moral con aquellos marinos asesinados y masacrados recordarlos en este aniversario y difundir su tragedia dando a conocer los hechos con las respuestas e interrogantes que existen hoy sobre aquel acto de terrorismo.
Tras la derrota de los anticastristas en Bah¨ªa Cochinos en 1961, la pol¨ªtica del presidente Kennedy con la revoluci¨®n castrista fue una pol¨ªtica de agresi¨®n cuyo objetivo ¨²ltimo era derribar a Castro propiciando la invasi¨®n de Cuba por los exiliados cubanos que hab¨ªan participado en la frustrada invasi¨®n de 1961. Esa pol¨ªtica de agresi¨®n se denomin¨® Operaci¨®n Mangosta e implic¨® el apoyo financiero, log¨ªstico, de informaci¨®n y preparaci¨®n militar de los exiliados a trav¨¦s de la CIA. Para ello se cre¨® en Miami, la estaci¨®n JM/WAVE integrada por varios cientos de miembros, la mayor¨ªa de ellos exiliados cubanos y dirigida por la CIA.
Con la crisis de los misiles en octubre de 1962, los acuerdos entre Kennedy y Kruschev que inclu¨ªan la promesa de aqu¨¦l de no tratar de invadir Cuba, la pol¨ªtica de los hermanos Kennedy hacia la revoluci¨®n castrista dio un giro estrat¨¦gico. Se suspendi¨® la Operaci¨®n Mangosta y se puso en pr¨¢ctica la denominada pol¨ªtica de v¨ªa m¨²ltiple, que supon¨ªa la simult¨¢nea presi¨®n diplom¨¢tica, econ¨®mica y de operaciones encubiertas para asfixiar la revoluci¨®n castrista. Entre las medidas econ¨®micas estaba la de mantener el bloqueo comercial de la isla impidiendo la entrada de mercanc¨ªas de cualquier naturaleza presionando a los dem¨¢s pa¨ªses para que suspendieran toda clase de comercio con Cuba. Las operaciones encubiertas consist¨ªan en atacar y hacer sabotajes en la propia isla e impedir por la violencia la entrada o salida de los barcos cubanos y los de los pa¨ªses que comerciaban con Cuba. Se trataba con ello de crear el descontento entre la poblaci¨®n cubana contra la Revoluci¨®n que propiciase su reacci¨®n contra Castro. Para conseguir tales objetivos se crearon los denominados comandos aut¨®nomos con exiliados cubanos anticastristas que ten¨ªan sus bases fuera de territorio americano, en Centroam¨¦rica y el Caribe, y establec¨ªan sus propios objetivos, de tal manera que el Gobierno norteamericano pudiese practicar ante tales actos ilegales la pol¨ªtica de la negaci¨®n plausible. La CIA se encarg¨® de su financiaci¨®n, de su adiestramiento, de proporcionales barcos, aviones, armamento y aportarles la informaci¨®n necesaria para sus operaciones subversivas encubiertas.
El m¨¢s importante de esos grupos aut¨®nomos era el Movimiento de Recuperaci¨®n Revolucionaria (MRR), fundado por Manuel Artime Buesa, uno de los l¨ªderes pol¨ªticos de la Brigada 2506, como se denominaban pomposamente los exiliados cubanos que hab¨ªan sido derrotados en Bah¨ªa Cochinos. El MRR ten¨ªa desde 1963 bases de operaciones y entrenamiento instaladas en Nicaragua y Costa Rica y Rep¨²blica Dominicana. Contaba con 380 hombres, una avioneta, un barco nodriza, el Santa Mar¨ªa y transportaba dos lanchas, la Gitana y la Monty. Entre los m¨¢s destacados miembros de la base fe Nicaragua estaban el coronel y miembro de la CIA F¨¦lix Rodr¨ªgue Mendigutia, que fue despu¨¦s el agente de la Agencia que intervino en la ejecuci¨®n de Che Guevara en Bolivia; y Santiago ?lvarez (hijoI, uno de los m¨¢s activos activistas anticastristas hasta la actualidad. Todo ello era financiado por la CIA, que entre junio 1963 y junio de 1964 hab¨ªa invertido en todos esos gastos materiales y de personal cinco millones de d¨®lares, seg¨²n consta en un reciente documento desclasificado de la Agencia.
Espa?a fue uno de los pa¨ªses que con el permiso expreso de Franco mantuvo el comercio con Cuba. De ese tr¨¢fico se encarg¨® la compa?¨ªa Naviera Mar¨ªtima del Norte. El Sierra Ar¨¢nzazu navegaba por el Canal de Las Bahamas hacia el puerto de La Habana, cuando el domingo, d¨ªa 13 de septiembre, sobre la una y media un avi¨®n de reconocimiento sobrevol¨® el barco y a las ocho menos diez una lancha se aproxim¨® por la popa iluminando con sus reflectores el nombre y la matr¨ªcula del barco. Diez minutos despu¨¦s dos lanchas, una por babor y otra por estribor sin previo aviso comenzaron a lanzar r¨¢fagas de ametralladora y alg¨²n disparo de ca?¨®n sobre el puente de mando, los alojamientos de la tripulaci¨®n con un evidente ¨¢nimo de cortar las comunicaciones y masacrar a los tripulantes. El barco se incendi¨® y el capit¨¢n, herido gravemente, como el segundo oficial, dio orden de abandonarlo. Al tratar de arriar el bote salvavidas nuevas r¨¢fagas de ametralladora alcanzaron a varios tripulantes e hirieron gravemente al tercer maquinista.
Agolpados los 20 hombres en un solo bote salvavidas (el otros hab¨ªa sido inutilizado por los impactos de balas), los n¨¢ufragos pasaron doce horas angustiosas hasta que fueron rescatados por el carguero holand¨¦s P. G. Thulin. Durante la traves¨ªa en el bote hab¨ªan fallecido el capit¨¢n Pedro Ibargurengoitia (42 a?os, de Algorta, Vizcaya ) y el tercer maquinista Jos¨¦ Vaquero Iglesias (23 a?os, de Villablino, Le¨®n), el segundo oficial, Francisco Javier Cabello (30 a?os, de Vigo, Pontevedra) expir¨® en el barco holand¨¦s. Los supervivientes y los cad¨¢veres fueron conducidos a Matthew Town en Gran Inagua y desde all¨ª a San Juan de Puerto Rico, desde donde fueron repatriados en dos expediciones y recibidos en Barajas por las autoridades, familiares y amigos.
La noticia del ataque fue recogida en las primeras p¨¢ginas de toda la prensa mundial. En Espa?a, la conmoci¨®n fue enorme y todos los peri¨®dicos lo recogieron en sus portadas y siguieron todo lo relativo al atentado expresando su indignaci¨®n. Se produjeron manifestaciones de protesta en varios puntos de Espa?a, como las que se desarrollaron ante la Embajada norteamericana en Madrid y ante el Consulado norteamericano en Vigo.
El Gobierno espa?ol protest¨® ante el secretario de Estado Dean Rusk bas¨¢ndose en que el ataque se hab¨ªa en aguas controladas por las fuerzas navales norteamericanas y consigui¨® que ¨¦ste prometiese que se investigar¨ªa el ataque y que los resultados se comunicar¨ªan al Gobierno espa?ol. Pero todo qued¨® en aguas de borrajas. El Gobierno franquista en cuanto pas¨® la tensi¨®n dej¨® de presionar y todo qued¨® cubierto por una interesada capa de silencio.
Los grupos anticastristas con el MRR a la cabeza difundieron que los autores hab¨ªan sido los castristas. Pero cuando ese bulo result¨® insostenible el MRR vari¨® sus declaraciones reconociendo que hab¨ªan sido ellos, por medio del buque nodriza Santa Mar¨ªa y las lanchas Gitana y Monty, los autores del ataque, pero como consecuencia de una confusi¨®n del Sierra Ar¨¢nzazu con el buque cubano Sierra Maestra. Esa es la hip¨®tesis que siguen hoy manteniendo sus miembros y es la dominante en los libros que han tratado del tema.
Pero el an¨¢lisis de las pruebas circunstanciales y los datos directos extra¨ªdos de la documentaci¨®n desclasificada obligan a poner en duda esa teor¨ªa. Entre esas pruebas circunstanciales est¨¢ el hecho de que es dif¨ªcil aceptar que la lancha que identific¨® al buque iluminando su popa pudiera equivocarse con su nombre y matr¨ªcula, y que cuando las dos lanchas atacantes se colocaron a unos 50/100 metros del Sierra Ar¨¢nzazu no se hubieran percatado de su ¡°error¡±. Adem¨¢s, ?c¨®mo es posible que quieran hacernos creer que con la informaci¨®n que contaban de la CIA pudieran confundir el barco espa?ol con el Sierra Maestra, cuando ¨¦ste hab¨ªa cruzado el Canal de Panam¨¢ el mi¨¦rcoles anterior con direcci¨®n hacia China? ?C¨®mo fue posible confundir ambos barcos que ten¨ªan una significativa diferencia de tonelaje? El Sierra Maestra era cinco veces mayor que el Sierra Ar¨¢nzazu.
Dos fuentes directas hablan tambi¨¦n de que el ataque fue planeado con premeditaci¨®n y alevos¨ªa. Una procedente de los archivos desclasificados de la CIA es un cablegrama enviado a la Central por un agente donde informa que va a tener una reuni¨®n en Par¨ªs con un miembro del MRR que fue la ¡°persona que ¡°arregl¨®¡± el ataque al Sierra Ar¨¢nzazu mediante el pago al radio operador que envi¨® la posici¨®n a las naves atacante, dijo que el radio operador hab¨ªa contado toda la historia a la polic¨ªa espa?ola¡± (Fundaci¨®n Mary Ferrell: documento desclasificado en 1998). De igual modo el car¨¢cter premeditado del ataque aparece en un despacho dirigido al Ministro de Asuntos Exteriores por el Embajador de Espa?a en Costa Rica en el que un esp¨ªa enviado por ¨¦ste a la base anticastrista de Nicaragua, adem¨¢s de describir con todo detalle el barco nodriza Santa Mar¨ªa e identificar a sus jefes como miembros de la CIA, dice que ¡°el ataque contra el Sierra Ar¨¢nzazu fue premeditado, antes de la operaci¨®n ya se hablaba de hundirlo¡±.
Son muchos interrogantes y datos para que podamos creernos la versi¨®n dominante. Pero a¨²n y as¨ª no existe hoy ninguna duda de qui¨¦nes fueron los autores materiales y los responsables ¨²ltimos de este criminal atentado as¨ª como la tortuosa e injusta actuaci¨®n del Gobierno franquista en el mismo. Dejarlo claro en este cincuenta aniversario nos parece no s¨®lo una obligaci¨®n con la verdad hist¨®rica, sino, sobre todo, como hermanos de una de las v¨ªctimas, un deber moral hacia los tres marinos asesinados y el resto de la tripulaci¨®n masacrada.
Tom¨¢s y Julio Antonio Vaquero Iglesias, autores de este texto, son hermanos del tercer maquinista muerto en el ataque terrorista al Sierra Ar¨¢nzazu.
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