La caricatura y el poder
El humorista debe cumplir su misi¨®n que es burlarse del poder, corroerlo, mostrar que el rey est¨¢ desnudo
Lo digo directamente: es herencia de Hugo Ch¨¢vez o resultado intr¨ªnseco de su mala gesti¨®n el desastre que vive el sector salud, en Venezuela. No lo digo yo, solamente, lo dice y lo padece mucha gente y se escribe en diversos peri¨®dicos. Escribo esto y con seguridad no causa escozor, no revuelve conciencias. La vida sigue. Muy diferente es cuando una vi?eta, como la que hizo la caricaturista Rayma Suprani, sintetiza en una imagen c¨®mo el sector salud est¨¢ en coma y eso lleva la firma del comandante Ch¨¢vez.
La caricatura ha sido censurada hist¨®ricamente. En Venezuela precisamente a los caricaturistas se les persigui¨® y encarcel¨® con sa?a en el siglo XX. En este siglo se les censura, se les calla. O deber¨ªamos decir se les intenta acallar. La din¨¢mica actual de redes sociales, teniendo como plataforma a Internet, permiten que finalmente el mensaje se difunda. Pero en el fondo la l¨®gica sigue siendo la misma, el poder puede tolerar la cr¨ªtica escrita, pero no cuando la cr¨ªtica se representa en una caricatura, cuando se caricaturiza al poder.
Una de las primeras se?ales que dio Hugo Ch¨¢vez de que no iba a tolerar la cr¨ªtica fue por all¨¢ por el a?o 2000. En una cadena nacional increp¨® al artista pl¨¢stico y caricaturista del diario El Nacional por m¨¢s de cuatro d¨¦cadas, el maestro Pedro Le¨®n Zapata: "?cu¨¢nto te pagaron, Zapata?", le pregunt¨® Ch¨¢vez, tras la vi?eta en la cual se dec¨ªa que el r¨¦gimen quer¨ªa una sociedad civil sumisa. El hombre de poder no conceb¨ªa que la opini¨®n del caricaturista fuese propia, sino que hab¨ªa sido comprada.
El humorismo puede y debe meterse con todo poder
Zapata, Rayma o Edo Sanabria as¨ª como tantos caricaturistas venezolanos no s¨®lo no tienen precio, y lo vienen demostrando con creces, sino que en verdad se conectan con la tradici¨®n venezolana en su campo. La caricatura es una suerte de contrapoder y no porque el caricaturista posea riquezas o domine al Estado; tiene el poder -enorme por cierto- de caricaturizar, de ridiculizar, a aquellos que s¨ª ejercen el poder. El hombre de poder se asume en un estrado diferente, ajeno o a salvo de la cr¨ªtica p¨²blica. Y la caricatura no s¨®lo lo hace terrenal, sino que lo cuestiona de tu a tu. Por eso, desde mi punto de vista, a los caricaturistas siempre se les condena o se les censura, especialmente en los r¨¦gimenes que se pretenden absolutos, eternos.
La salida de Rayma del diario El Universal, previa censura sobre su trabajo, evidencia al menos dos cosas. Este peri¨®dico, quien sea que lo haya comprado, fue comprado para no molestar al poder. Por esa raz¨®n, en primera instancia se enfilaron las acciones para vaciar las p¨¢ginas de opini¨®n de aquellos puntos de vista inc¨®modos. La caricaturista sin duda simbolizaba esta opini¨®n que incomodaba al poder, en la medida en que pod¨ªa ridiculizarlo. Sale Rayma y quien sea que ocupe su lugar en las p¨¢ginas de El Universal entrar¨¢ sabiendo que no puede molestar al poder.
Censurar un contenido potencia el mensaje que se iba a dar
La segunda cosa que evidencia este despido de Rayma es que reina la autocensura. La caricatura no lleg¨® a ser publicada, por una decisi¨®n interna del medio, de quienes manejan este medio, decidieron no publicarla, obviamente para evitar molestar al poder. Como suele suceder, censurar un contenido potencia el mensaje que se iba a dar. De haberse publicado la caricatura sin duda hubiese molestado al poder, pero ya ser¨ªa historia, es decir la velocidad informativa hubiese hecho que pasara, como otras tantas caricaturas de Rayma. Cuando se le censura, cuando esa caricatura pasa a ser la que no pudo publicar Rayma, y que adem¨¢s les cuesta su relaci¨®n laboral con El Universal luego de casi dos d¨¦cadas, entonces se potencia su mensaje. Pasa a ser emblema de protestas, como se ve en algunos lugares; da la vuelta al mundo como le est¨¢ dando. La caricatura ya deja de ser una m¨¢s para pasar a ser un s¨ªmbolo contra el autoritarismo.
Insisto, es muy lamentable que Rayma haya salido de El Universal. Pero su caso no es para nada aislado, y menos en la historia venezolana. En "El orgullo de leer", publicado por la Academia Nacional de la Historia (Caracas, 1988), el historiador y periodista, el entra?able Manuel Caballero expresaba que el humorismo puede ser pol¨ªtico. Es m¨¢s, el humorismo debe ser pol¨ªtico. M¨¢s todav¨ªa, todo humorismo es pol¨ªtico. Pero hay que tener siempre presente que el humorismo es un arte. El humorismo puede y debe meterse con todo poder, no con un poder. El humorista debe cumplir su misi¨®n que es burlarse del poder, corroerlo, mostrar que el rey est¨¢ desnudo. De igual manera, el poder (o por extensi¨®n, la pol¨ªtica) debe cumplir frente al humor su tarea espec¨ªfica: o lo soporta y tolera o lo persigue y aplasta.
@infocracia
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