?Qu¨¦ le pasa a la pol¨ªtica?
Pocos creen en la honestidad de los pol¨ªticos, y los partidos ya no son el hogar de los idealistas
Toda la pol¨ªtica es local¡±. Esta afirmaci¨®n del congresista estadounidense Tip O¡¯Neill sintetiza el hecho de que, con frecuencia, lo que m¨¢s interesa a los votantes es que los pol¨ªticos les alivien sus problemas m¨¢s inmediatos. Seg¨²n esto, los gobernantes que se concentran en grandes asuntos nacionales o internacionales compiten en desventaja contra rivales que se ocupan de los problemas m¨¢s concretos de los electores.
Desde hace un tiempo, sin embargo, la pol¨ªtica local se ha globalizado. No es que a los votantes ya no les interese que les tapen los huecos en las calles de su barrio, que la basura sea recogida, las escuelas mejoradas, o el crimen combatido. Ahora, estas expectativas muy locales se combinan con inquietudes, desencantos y enfados que trascienden los problemas inmediatos. La corrupci¨®n, la desigualdad econ¨®mica o la incapacidad de los pol¨ªticos para ponerse de acuerdo son solo tres ejemplos de las preocupaciones que se han vuelto m¨¢s comunes y m¨¢s globales.
Es sorprendente ver c¨®mo en pa¨ªses tan diferentes como India, Reino Unido, Indonesia, Francia, Sud¨¢frica, Brasil o Hungr¨ªa, la conversaci¨®n nacional es muy parecida. Adem¨¢s, en todos ellos, propuestas y personalidades pol¨ªticas que antes eran marginales hoy son centrales. Y c¨®mo las grandes maquinarias pol¨ªticas de siempre est¨¢n a la defensiva frente a votantes indignados y a nuevas organizaciones que los desaf¨ªan. El ejemplo m¨¢s reciente es Hong Kong.
? La antipol¨ªtica. ¡°?Que se vayan todos!¡± es un deseo vehementemente expresado en las manifestaciones que peri¨®dicamente brotan en las calles de Buenos Aires, Roma, Lagos o Washington. Pocos creen en la honestidad o el altruismo de los pol¨ªticos, y los partidos ya no son el hogar natural de los idealistas. No obstante, hay pa¨ªses ¡ªpor ejemplo EE UU, Alemania, Brasil, Corea del Sur, M¨¦xico, Jap¨®n¡ª en los que las maquinarias pol¨ªticas tradicionales tienen todav¨ªa mucho poder. Pero el caso de Italia o de Venezuela, donde poderosos partidos hist¨®ricos han sido borrados del mapa, es aleccionador: sin llegar a estos extremos, en muchos pa¨ªses los partidos est¨¢n enfrentando nuevos y sorprendentes rivales. El ascenso del Tea Party en Estados Unidos, el Partido del Hombre Com¨²n (AAP) en India, UKIP en Reino Unido o el Frente Nacional en Francia son buenos ejemplos de lo que vendr¨¢, o ya est¨¢ aqu¨ª.
? El populismo. Este es uno los ant¨ªdotos que partidos y l¨ªderes pol¨ªticos utilizan para protegerse de la antipol¨ªtica. Motivar a los electores enalteciendo las virtudes del pueblo y denunciando las ¨¦lites corruptas y depredadoras que causan las adversidades de la sufrida naci¨®n es una estrategia muy antigua. Y funciona. Rindi¨® grandes dividendos pol¨ªticos a los coroneles Per¨®n, Ch¨¢vez y Putin, por ejemplo. Sus pr¨¢cticas son conocidas: prometerle al pueblo lo que le gusta o¨ªr, aunque sea imposible o irresponsable cumplir esas promesas. Y los resultados del populismo tambi¨¦n son conocidos: alta popularidad temporal del caudillo y da?os permanentes a la econom¨ªa del pa¨ªs. Y el surgimiento de una nueva ¨¦lite tanto o m¨¢s corrupta que la anterior.
? El nacionalismo. Azuzar las pasiones nacionalistas que siempre est¨¢n a flor de piel tambi¨¦n da resultados. El 87% de popularidad de Vlad¨ªmir Putin entre los rusos se debe a que no se limit¨® a dar discursos sobre la necesidad de recuperar la grandeza de Rusia sino que invadi¨® Crimea y amenaza con tomarse el este de Ucrania. Acusar al enemigo externo de los males del pa¨ªs es tambi¨¦n un truco com¨²n. Adem¨¢s, para los virtuosos del nacionalismo los enemigos externos no son solo otros pa¨ªses y sus Ej¨¦rcitos. Tambi¨¦n lo son los inmigrantes irregulares o los trabajadores asi¨¢ticos cuyos bajos salarios, dicen, ¡°destruyen buenos empleos¡± en Europa o EE UU. O las invasiones culturales que, aseguran, ¡°corroen los valores de la naci¨®n¡± y ¡°contagian al pueblo de consumismo, libertinaje y secularismo¡±. Esta narrativa pol¨ªtica tambi¨¦n se ha globalizado y, de Uganda a Turqu¨ªa, la vemos con diferencias en muchos pa¨ªses.
? ?Por qu¨¦? El desempleo, la ca¨ªda de los ingresos y el freno a la movilidad social de las mayor¨ªas son fuente de grandes frustraciones populares en los pa¨ªses m¨¢s ricos. La incapacidad del Estado para satisfacer las crecientes demandas de servicios p¨²blicos agita los ¨¢nimos de las nuevas clases medias en los pa¨ªses emergentes. La globalizaci¨®n es percibida como una amenaza. La corrupci¨®n, artima?as e hipocres¨ªa de los poderosos son ahora m¨¢s dif¨ªciles de ocultar gracias a las nuevas tecnolog¨ªas de comunicaci¨®n e informaci¨®n. Las injusticias y la creciente desigualdad son ahora m¨¢s visibles. La competencia pol¨ªtica no se basa en contrastar ideas sino en destruir la reputaci¨®n del contrincante. La polarizaci¨®n del debate, la crispaci¨®n y la dificultad de los l¨ªderes pol¨ªticos para lograr acuerdos nutren la alienaci¨®n pol¨ªtica de la gente.
Gobiernos paralizados y partidos pol¨ªticos estancados siguen sin dar respuestas cre¨ªbles a las nuevas demandas de unas sociedades en efervescencia, que est¨¢n cambiando a una velocidad inalcanzable para quienes operan con ideas del pasado.
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