Tres mujeres contra 6.000 homicidios
Madres de familia de Honduras se enfrentan a maras, narcotr¨¢fico y migraci¨®n forzada para forjar a una generaci¨®n de #J¨®venesSinViolencia
Honduras aparece en las estad¨ªsticas de la UNODC (la agencia de Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito) como el que registra las mayores tasas de homicidio en el mundo.
Pero la violencia en el pa¨ªs se vive tambi¨¦n en la cotidianidad de la gente, en las calles tomadas por maras, en las escuelas donde se cobran cupos de guerra y hasta en las vidas privadas de las j¨®venes que los pandilleros escogen como parejas.
Pero as¨ª como hay soldados de la violencia tambi¨¦n han surgido guerreros y guerreras por la paz. Francisca, Celeste y Elena son tres de ellas (nombres ficticios para proteger su identidad). Como muchas otras, las tres han sufrido en carne propia esa violencia que provoca cada a?o la huida de miles de sus ciudadanos en busca de mejores condiciones de vida. A pesar de saber que su vida corre peligro, estas guerreras por la paz han decidido luchar por el futuro, especialmente uno donde haya #J¨®venesSinViolencia.
Hace 14 a?os, Francisca se march¨® hacia Estados Unidos dejando con su madre a sus dos hijos, de 8 y 9 a?os. Con lo que ganaba all¨ª sosten¨ªa a su familia y pagaba los estudios de sus peque?os. De esa forma, se sum¨® al m¨¢s de un mill¨®n de hondure?os que han emigrado a EE UU.
En 2007, esa violencia de la que Francisca se cre¨ªa a salvo, la toc¨® de cerca. Despu¨¦s de ser testigo del asesinato de un compa?ero de clases, su hijo fue amenazado. ¡°Lleg¨® a la casa, se llev¨® toda la plata que yo hab¨ªa mandado para alimentaci¨®n y se fue para M¨¦xico¡±, dice. Desde all¨ª cruz¨® la frontera hacia Estados Unidos.
Un a?o m¨¢s tarde, su hija fue obligada por un pandillero a convertirse en su pareja. ¡°Al d¨ªa siguiente de que ella me llamara firm¨¦ la deportaci¨®n voluntaria en el aeropuerto y aterric¨¦ en Honduras¡±, cuenta.
Seis a?os m¨¢s tarde, sus hijos viven en Estados Unidos, pero ella es una de los miles de migrantes hondure?os deportados que seg¨²n datos del Centro de Atenci¨®n al Migrante Retornado?publicados en el diario El Heraldo, este a?o asciende a 31.000 personas.
Sin bajar los brazos, Francisca se entreg¨® a la comunidad. ¡°Saqu¨¦ la primaria en 2012, lo confieso, y ahora trabajo con ni?os¡±, explica. Su experiencia personal le permiti¨® darse cuenta de que hay que hacer algo por los ni?os en Honduras, antes de que se vean obligados a enfrentar la disyuntiva de emigrar o ser asesinados.
Pandilleros en la escuela
La dura realidad de violencia que se vive en Honduras ha hecho que muchas mujeres, como Francisca, decidan plantarle la cara y tratar de hacer algo por los m¨¢s j¨®venes.
Celeste, por ejemplo, es profesora de un instituto de La Ceiba, la tercera ciudad m¨¢s importante de Honduras, ubicada en la llanura costera del Caribe. En su barrio ¡°los asaltos y la violencia son de lo m¨¢s com¨²n¡±. Tan comunes, que a veces entran al sal¨®n de clases. ¡°Yo he tenido estudiantes de 7? grado que cobraban el impuesto de guerra (pedido de dinero de las maras para financiarse)¡±, cuenta.
Maestra por vocaci¨®n, Celeste afront¨® el desaf¨ªo de poder darles m¨¢s oportunidades a los alumnos. ¡°Hay muchos ni?os que no son buenos para estudiar pero s¨ª para pintar o para dedicarse a cortar ¨¢rboles. Tenemos que poder ofrecerles esto porque si no los estigmatizamos¡±, explica.
Precisamente para promover la idea de que las oportunidades existen, Celeste organiz¨® las denominadas patrullas de estudiantes, as¨ª como talleres profesionales y actividades art¨ªsticas.
Ense?ar en un entorno de violencia no es f¨¢cil tampoco para Elena, natural de una comunidad de El Progreso, al noroeste de Honduras. Su escuela colinda con tres calles sitiadas por mareros y otra calle, gobernada por sicarios.
Educar en estas circunstancias se ha convertido en un reto. ¡°Es muy dif¨ªcil la aplicaci¨®n de disciplina con ellos porque responden mal y sus padres llegan a la escuela pidiendo que sus ni?os pasen de curso y no sean rega?ados¡±, explica Elena.
Para luchar contra esta situaci¨®n, crearon comit¨¦s de orientaci¨®n y consejer¨ªa, que permiten hacer un seguimiento a los ni?os conflictivos y apoyar a algunos padres. ¡°Les damos charlas sobre c¨®mo mejorar la educaci¨®n en la casa, hacemos campa?as y organizamos actividades recreativas¡±, explica.
La lucha de estas tres mujeres intenta abrir puertas a la esperanza en un pa¨ªs con 90,4 homicidios por cada 100,000 habitantes, seg¨²n cifras de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), de 2012. En total son m¨¢s de 6.000 homicidios intencionales por a?o, seg¨²n la organizaci¨®n.
Un modelo a imitar
Por su entrega a la comunidad, Francisca, Celeste y Elena fueron escogidas l¨ªderes comunitarias y miembros del equipo del proyecto Municipios M¨¢s Seguros, de la Subsecretar¨ªa de Seguridad en Prevenci¨®n de Violencia del Gobierno de Honduras, apoyado por Banco Mundial. A trav¨¦s de esta iniciativa se ofrecen actividades como capacitaciones a padres, organizaci¨®n de actividades extra escolares y formaci¨®n laboral para j¨®venes.
¡°Este proyecto puede verse como un modelo a aplicar en Honduras, no solo en estas tres ciudades¡±, se?ala Marcelo Fabr¨¦, gerente del proyecto en el BM.
¡°La iniciativa se va a fortalecer en la medida en que la comunidad se implique¡±, dice Mario Ren¨¦ Pineda, ministro del Instituto de Desarrollo Comunitario de Agua y Saneamiento (Idecoas), entidad que lleva adelante el proyecto. ¡°Lo m¨¢s importante es que se den cuenta de que ellos son el motor del cambio¡±, explica Josu¨¦ Mej¨ªa, de la Subsecretar¨ªa de Seguridad en Prevenci¨®n del Gobierno de Honduras.
Y estas tres guerreras de la paz, Francisca, Celeste y Elena, est¨¢n conscientes de que es precisamente el protagonismo de las comunidades, la participaci¨®n y la convicci¨®n de que se puede acabar con la violencia, lo que va a lograr que Honduras pueda ofrecer un mejor futuro a sus ni?os.
?ngels Mas¨® es comunicadora del Banco Mundial
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