Tres preguntas para Dilma
Tras la victoria, la presidenta pronunci¨® un discurso que parec¨ªa redactado por Neves
Dilma Rousseff cumpli¨® con una ley de hierro de la vida electoral: como candidata victoriosa pronunci¨® un discurso que parec¨ªa redactado por A¨¦cio Neves, su rival. Habl¨® de cambiar, no de conservar lo conquistado. Anunci¨® un acuerdo con los adversarios que, de repente, dejaron de ser los enemigos del pueblo. Propuso un acercamiento con los sectores productivos. Y se comprometi¨® a reducir la inflaci¨®n y buscar la estabilidad fiscal. Esta correcci¨®n al tono conceptual de la campa?a, en vez de despejar, profundiza los tres grandes enigmas que plantea en Brasil el ajustado triunfo del PT.
La primera pregunta es c¨®mo se mover¨¢ Rousseff en el nuevo tablero del poder. El oficialismo estimul¨® con su ret¨®rica una contradicci¨®n de pobres contra ricos, norte contra sur, pueblo contra ¨¦lites blancas. Quienes aspiran a construir hegemon¨ªas siempre apelan a esa estrategia bipolar. El problema es que las urnas negaron al PT los recursos para ese predominio. Perdi¨® 18 diputados en un Congreso pulverizado en 28 partidos. Y gobernar¨¢ s¨®lo uno de los grandes Estados brasile?os: Minas Gerais.
Las urnas negaron al PT los recursos para predominar
El v¨ªnculo con la oposici¨®n qued¨® da?ado por una agresividad proselitista que Brasil desconoc¨ªa. La presidenta depender¨¢ m¨¢s, por lo tanto, de su alianza con el PMDB, que tampoco le alcanzar¨¢ para formar mayor¨ªa en diputados. Ese partido perdi¨® 13 esca?os y es una agrupaci¨®n anfibia, que en m¨¢s de un tercio de los Estados apoy¨® a Neves, del PSDB. El reparto de los 39 ministerios del gabinete federal ser¨¢ tarea para magos.
Para esta ecuaci¨®n de poder Rousseff necesitar¨¢ gerentes habilidosos. Se prefiguran cuatro piezas claves: Alo¨ªzio Mercadante, jefe de la Casa Civil; Jaques Wagner, que en Bah¨ªa consagr¨® a su sucesor en la primera vuelta electoral; Miguel Rossetto, exministro de reforma agraria; y Fernando Pimentel, que gobernar¨¢ Minas Gerais. Sobre el tel¨®n de fondo de ese equipo se recorta la figura de Lula da Silva. Y, con ella, el problema de la sucesi¨®n. Lula cumpli¨® ayer 69 a?os, est¨¢ d¨¦bil de salud, pero nadie descarta que en 2018 vuelva a buscar la presidencia. Si bien fue decisivo en la campa?a, su relaci¨®n con Rousseff tiene pliegues enojosos. Sobre todo desde que ella reaccion¨® con una purga al esc¨¢ndalo del mensal?o. La periodista Daniela Pinheiro revel¨® en la revista Piau¨ª que la esposa de Lula ha calificado a Dilma de ¡°ingrata, traidora y falsa¡±, en presencia del expresidente. Nadie le desminti¨®.
La segunda pregunta que sugiere la reelecci¨®n es con qu¨¦ estrategia enfrentar¨¢ Rousseff el fin de la bonanza econ¨®mica. Brasil sufre una declinaci¨®n en el nivel de actividad, una ca¨ªda en el precio de las commodities y una aceleraci¨®n inflacionaria, que intent¨® ser atenuada con subsidios energ¨¦ticos que ya son insostenibles. La presidenta no incurrir¨¢ en el realismo m¨¢gico que hoy hunde a Venezuela. En el frente diplom¨¢tico, por ejemplo, ir¨¢ al reencuentro de los Estados Unidos. Pero nadie espera que proponga un shock de productividad. Ella conf¨ªa en que la intervenci¨®n estatal remedie los desequilibrios. Esa fe determinar¨¢ un aumento del gasto p¨²blico y, en consecuencia, una mayor presi¨®n impositiva. La receta es problem¨¢tica para un Gobierno al que los sectores m¨¢s din¨¢micos de la econom¨ªa rechazaron. En S?o Paulo, que concentra el 30% del PBI y el 50% del PBI industrial brasile?o, Neves obtuvo el 64% de los votos.
Con el d¨®lar en aumento y la acci¨®n de Petrobras desplom¨¢ndose, la identidad del reemplazante de Guido Mantega en el Ministerio de Hacienda pasa a ser crucial: se especula con Luis Trabucco, de Bradesco, y con el exsecretario de Econom¨ªa Nelson Barbosa. Quien fuere, tendr¨¢ un interesante desaf¨ªo: confirmar a los brasile?os que la continuidad era mejor que el cambio para conservar los beneficios alcanzados.
El segundo per¨ªodo de Rousseff completar¨¢ un ciclo de 16 a?os del mismo partido al frente?
La tercera pregunta es c¨®mo evitar¨¢ Rousseff que el esc¨¢ndalo de corrupci¨®n de Petrobras no degenere en una crisis pol¨ªtica. Las denuncias del exdirector Paulo Costa sobre un circuito de financiamiento clandestino involucrar¨ªan a un centenar de funcionarios de la compa?¨ªa y a m¨¢s de 35 pol¨ªticos en actividad. ?Cu¨¢nto m¨¢s podr¨¢ la presidenta sostener a su amiga Gra?a Foster al frente de la empresa?
El caso Petrobras augura tensiones con los tribunales. Aun cuando Rousseff nomine a cinco miembros del Superior Tribunal Federal y para 2018 s¨®lo quede all¨ª un ministro que no deber¨¢ su cargo al PT. La tormenta agravar¨¢ tambi¨¦n el conflicto con la prensa. Anteanoche, cuando la presidenta anunci¨® una reforma pol¨ªtica, sus feligreses corearon: ¡°El pueblo no es bobo, abajo la red Globo¡±.
El segundo per¨ªodo de Rousseff completar¨¢ un ciclo de 16 a?os del mismo partido al frente de una administraci¨®n presidencialista. As¨ª se corrobora la tendencia de las democracias latinoamericanas a practicar la alternancia s¨®lo cuando es hija de un derrumbe. Una inclinaci¨®n que el mismo domingo, en Uruguay, qued¨® en suspenso.
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