La NSA de cazatalentos en Silicon Valley

El mensaje era en son de paz, pero el almirante Michael Rogers, m¨¢ximo responsable de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), lo present¨® como una cuesti¨®n de Estado. La sensaci¨®n entre los asistentes fue muy diferente, como si quisieran poner al zorro a cuidar las gallinas. La segunda incursi¨®n de Rogers en Silicon Valley desde que comenz¨® a ejercer en su cargo en abril pretend¨ªa atraer talento, el eufemismo m¨¢s com¨²n para ofrecer empleo en estos lares.

Ante una audiencia de poco m¨¢s de un centenar de profesores, alumnos y medios de comunicaci¨®n en la Universidad de Stanford, Rogers prometi¨® volver por este lugar al menos dos veces al a?o para tener una relaci¨®n m¨¢s fluida. No habl¨® de toboganes de colores, cafeter¨ªas gratis o comida gourmet a diario, pero s¨ª insisti¨® en que trabajar para su instituci¨®n pronto ofrecer¨ªa los mismos beneficios que Apple o Google.

¡°Vamos a dar la oportunidad de hacer algo diferente, algo que no se puede hacer en ning¨²n otro lado. Tener acceso a algo que no se podr¨ªa en ning¨²n otro lado. Dar responsabilidad desde muy pronto forma parte de nuestra cultura¡±, insisti¨®. Sin embargo, no hubo referencia alguna a uno de sus expertos de seguridad arrepentidos, Edward Snowden, y que, gracias a esa responsabilidad, tuvo acceso a documentos que despu¨¦s desvel¨®. A partir de sus filtraciones la tensi¨®n entre el Gobierno de EEUU y el mundo tecnol¨®gico.

Los gigantes de las telecomunicaciones comenzaron a a?adir refuerzos como encriptaci¨®n de datos para retomar la confianza de los usuarios. Tanto Google como Yahoo trabajan en herramientas para codificar sus servicios de correo electr¨®nico. Algo similar sucede con los m¨®viles. Primero fue Apple con el iPhone 6, cuyos datos no se filtrar¨¢n a las fuerzas de seguridad. Y pocos d¨ªas despu¨¦s, se sum¨® Google con las mismas condiciones en la ¨²ltima versi¨®n de Android. Rogers se limit¨® a proponer la creaci¨®n de ¡°alg¨²n mecanismo¡± para poder saltarse estas medidas en caso de necesidad.

A pesar de esta tensi¨®n latente, Rogers mostr¨® un tono conciliador: ¡°No quiero criminalizar a ninguna de las dos partes. Las personas pueden llegar a diferentes conclusiones sobre lo que es o no apropiado¡±. Y dej¨® la puerta abierta a repensar ¡°qu¨¦ significa privacidad en la era digital¡±.

S¨ª se mostr¨® tajante cuando los alumnos preguntaron por las relaciones con China y Rusia. En su opini¨®n no tiene nada que ver el respeto que se tiene en EEUU con aquellos que utilizan sus poderes como ¡®naci¨®n estado¡¯. ¡°Se infiltran en empresas privadas para hacerse con secretos corporativos y despu¨¦s lo aplican en las que les interesan a ello. Nosotros no vamos a ninguna empresa extranjera a robar su propiedad intelectual y despu¨¦s pas¨¢rsela a firmar norteamericanas¡±, denunci¨®.

El almirante se despidi¨® con tono patri¨®tico: ¡°El mejor inter¨¦s para EE UU es una Internet fuerte¡±. Aunque reconoci¨® que no es f¨¢cil, volvi¨® a tender la mano y explicar c¨®mo han cambiado su pol¨ªtica con las vulnerabilidades ¡®zero-day¡¯, como se denomina a los errores de programaci¨®n que pueden dar acceso a datos privados. Tanto los piratas como la NSA los buscan de manera activa para adentrarse sin permiso, una forma cl¨¢sica de ciberespionaje. Rogers hizo un matiz importante, en lo sucesivo no lo har¨¢n: ¡°Por defecto, en cuanto lo detectemos, lo compartiremos para que se corrija¡±.