Un tranv¨ªa llamado decepci¨®n en Jerusal¨¦n
El terror hace perder viajeros al transporte medio nacido como s¨ªmbolo de convivencia
La "arteria de convivencia" que pregonaban los anuncios del Ayuntamiento de Jerusal¨¦n no era tal. El tranv¨ªa nunca ha sido un foco de convivencia real, pero la lejan¨ªa entre sus usuarios se ha disparado como nunca en estos d¨ªas de atentados terroristas y protestas de j¨®venes ¨¢rabes, presencia intensificada de colonos y marchas de ultranacionalistas jud¨ªos. Hay un 30% m¨¢s de vigilancia armada en su trazado y sus paradas, algunas sobre la invisible L¨ªnea Verde que separa la zona oeste, israel¨ª, del este palestino, donde se levantaba el muro que separaba a las dos comunidades antes de 1967. Pero eso no tranquiliza.
Los viajeros jud¨ªos est¨¢n empezando a abandonar la l¨ªnea y a tomar autobuses alternativos para evitar circular por la Carretera 1, en la que se produjeron los atropellos, y por Shuafat y Beit Hanina, barrios ¨¢rabes. El equipo especial creado por el Consistorio para reforzar la seguridad y devolver la calma baraja ahora desde la colocaci¨®n de c¨¢maras de televisi¨®n permanentes a barreras estables, m¨¢s all¨¢ de los peque?os bloques de cemento ahora instalados, seg¨²n indica Yohanan Danino, el jefe de la Polic¨ªa de Israel, al Canal 10. "El problema es que pueden acabar bloqueando la v¨ªa, segregando el uso, que es lo que est¨¢n pidiendo ya algunos colectivos, que se haga otro muro o valla y se a¨ªsle a los palestinos nuevamente", alerta Ehud Milstein, de la Asociaci¨®n por los Derechos Civiles de Israel.
Los vagones van a medio gas, ante el cariz de los lugares por donde transitan: el barrio nororiental del que proced¨ªa el conductor que arroll¨® a 14 personas el mi¨¦rcoles; la Colina de las Municiones, que fue un puesto militar jordano y ahora alberga un centro de visitantes del Ej¨¦rcito israel¨ª; la tumba de Sim¨®n el Justo, venerada por los ultraortodoxos jud¨ªos; las paradas de autob¨²s que llevan a Ramala, la Universidad Hebrea o la Yeshiva Mir, la mayor escuela talm¨²dica de Israel.
La reunificaci¨®n de la ciudad, que Israel defiende como capital ¨²nica desde 1980 pero que la comunidad internacional no reconoce, ha fracasado en el experimento del tranv¨ªa, como tampoco hay mezcolanza entre los vecinos en otros ¨¢mbitos, m¨¢s all¨¢ de la obligada por el trabajo y alg¨²n servicio. Los centros comerciales del oeste, como Malha o Talpiot, han visto c¨®mo baja estos d¨ªas la presencia de clientes ¨¢rabes, asustados ante alg¨²n intento de venganza.
La separaci¨®n ya era patente en las oportunidades a un lado y otro de las modernas v¨ªas del tren ligero, entre vecinos que pagan los mismos impuestos y a la misma Administraci¨®n, pero reciben desiguales servicios como educaci¨®n, sanidad o saneamiento, con el este "notablemente perjudicado", seg¨²n los informes de Naciones Unidas. La ciudad no tiene fronteras a la vista ¡ªm¨¢s que el muro de hormig¨®n que ha dejado a varios barrios encapsulados al otro lado, en Cisjordania¡ª, pero en realidad no es una ciudad, sino dos capitales que viven de espaldas al vecino.
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