Renzi libra una lucha sin cuartel contra sindicatos y la vieja izquierda
El l¨ªder del PD de Italia prefiere el apoyo de los empresarios para lograr la recuperaci¨®n
El jueves de la semana pasada, Matteo Renzi se desayun¨® con los huevos crudos que le arrojaron unos sindicalistas en la puerta de la factor¨ªa de Alcatel de Monza, pero por la noche cen¨® en un restaurante de lujo de Mil¨¢n junto a 600 empresarios que hab¨ªan pagado 1.000 euros por cabeza para financiar al Partido Democr¨¢tico (PD). La flor y nata de la sociedad milanesa aplaudi¨® a rabiar al primer ministro cuando le pidi¨® relaciones formalmente: ¡°He dicho que voy a cambiar Italia y la voy a cambiar. Con vuestra ayuda ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil¡±.
La jornada anterior, Renzi hab¨ªa invitado a comer a Silvio Berlusconi en el Palacio Chigi para intentar desbloquear junto al todav¨ªa l¨ªder del centroderecha la reforma electoral, pero, apenas unos d¨ªas atr¨¢s, el primer ministro italiano ni siquiera se pas¨® a saludar a los secretarios generales de las principales centrales sindicales que hab¨ªan acudido al mismo lugar ¨Cla sede de la presidencia del Gobierno¡ªpara tratar de suavizar la reforma laboral.
El desprecio hacia los sindicatos y la vieja izquierda del PD que Renzi jam¨¢s se hab¨ªa molestado en ocultar ¡ªlos considera parte de la casta anquilosada que frena el desarrollo del pa¨ªs¡ª se ha convertido en las ¨²ltimas semanas en una guerra sin cuartel. Susanna Camusso, la l¨ªder de la Confederaci¨®n General Italiana del Trabajo (CGIL), el sindicato mayoritario del pa¨ªs, se est¨¢ planteando la convocatoria de una huelga general contra el Gobierno. Su ¨²nica duda es si lograr¨¢ movilizar a los trabajadores contra Renzi.
No hay peor cu?a que la de la misma madera. Berlusconi, un empresario metido a pol¨ªtico, tuvo que tragarse sus ganas de eliminar el art¨ªculo 18 [la c¨¦lebre disposici¨®n del estatuto de los trabajadores que hac¨ªa imposible el despido libre] despu¨¦s de que los sindicatos lograran sacar a la calle a millones de manifestantes. Y sin embargo Renzi, el secretario general del PD, est¨¢ a punto de conseguirlo. Un regalo caro para el mundo empresarial si se tiene en cuenta que nunca un partido italiano de izquierda hab¨ªa roto relaciones con un sindicato formado en su gran mayor¨ªa por sus propios votantes.
Y no parece que se trate, como resaltaba muy gr¨¢ficamente el periodista Enrico Deaglio en las p¨¢ginas de Il Venerdi, de un desacuerdo puntual, sino de una ruptura m¨¢s profunda: ¡°Por primera vez en su historia, un partido italiano de la izquierda ha roto con el sindicato, con su visi¨®n del mundo, su lenguaje, su burocracia, su peso pol¨ªtico, su historia. Sin respeto, sin dar las gracias. M¨¢s bien, como un acto de liberaci¨®n¡±.
En la sede de la CGIL reina un ambiente de luto. Se barruntaban que Renzi no era uno de lo suyos ¡ªde hecho, Susanna Camusso apost¨® p¨²blicamente por Pier Luigi Bersani en las primarias del centroizquierda¡ª, pero jam¨¢s pensaron que se atreviera a tanto. Por un lado, el primer ministro, a trav¨¦s de sus colaboradores, ha enviado a los sindicatos el siguiente mensaje: ¡°El Gobierno no debe negociar con los sindicatos porque las leyes se escriben en el Parlamento. Si los sindicalistas quieren negociar el contenido de las leyes, que se presenten a las elecciones. Las posiciones sindicales no deben tener ninguna influencia sobre los planteamientos del Gobierno ni sobre los resultados electorales del PD¡±.
Por si esa enmienda a la totalidad no fuese suficiente, Renzi tambi¨¦n ha enviado un mensaje a los trabajadores en forma de cheque al portador: sin necesidad de negociaci¨®n salarial, ni manifestaciones, ni huelgas, aprob¨® nada m¨¢s llegar al Gobierno una paga de 80 euros mensuales para todos aquellos empleados que ganen menos de 1.500 euros al mes. En total, 10 millones de trabajadores italianos a los que tal vez no les interese que los sindicatos intenten descabalgar a Renzi del Gobierno.
A pesar de todo, hace un par de semanas, la CGIL logr¨® movilizar en Roma a decenas de miles de personas contra la reforma laboral. ¡°Esta manifestaci¨®n¡±, advirti¨® Camusso, ¡°es solo el principio. Que se preparen para la huelga general¡±. Renzi ni se dio por aludido.
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