Juncker plantea una gran reforma fiscal ante el esc¨¢ndalo luxemburgu¨¦s
El presidente contraataca con cambios impositivos contra la competencia desleal entre pa¨ªses
Jean-Claude Juncker niega por tierra, mar y aire haber sido el arquitecto del alcantarillado en el que se convirti¨® durante a?os el r¨¦gimen fiscal de Luxemburgo, capaz de atraer a multinacionales de todos los sectores con la promesa de ahorrarles los impuestos que deber¨ªan pagar en otros pa¨ªses. Tras casi una semana de atronador silencio, el nuevo presidente de la Comisi¨®n Europea se defendi¨® este mi¨¦rcoles de las acusaciones por su presunta participaci¨®n en un entramado de trajes a medida para reducir la factura fiscal de las grandes empresas durante su largo mandato como primer ministro luxemburgu¨¦s. ¡°No pido disculpas por lo que hice¡±, dijo ante la Euroc¨¢mara. ¡°No se atrevan a describirme como el amigo del capital¡±, asever¨® desafiante.
No se qued¨® ah¨ª: pas¨® al contraataque. En un sensacional golpe de efecto, Juncker se sac¨® de la manga una ambiciosa reforma de la fiscalidad europea, para cerrar las innumerables rendijas legales que deja a las multinacionales. La gran empresa se permite hacer en Luxemburgo, pero tambi¨¦n en Irlanda, Holanda, Malta, Chipre o Austria, ejercicios de contorsionismo financiero para pagar tipos impositivos muy bajos, de hasta el 1%, seg¨²n las informaciones que han destapado 340 pactos opacos de multinacionales como Pepsi o Ikea con el Gran Ducado.
Juncker no dio una sola prueba cre¨ªble para resolver el reguero de dudas que ha dejado ese esc¨¢ndalo, que ser¨¢ objeto de una investigaci¨®n a fondo por parte de Bruselas. En su comparecencia prefiri¨® atribuir el ¡°exceso de ingenier¨ªa fiscal¡±, en Luxemburgo ¡°y en muchos otros pa¨ªses¡±, a la gran variedad de reglas fiscales nacionales, que permiten a las empresas pagar muy poco sin necesidad de violar ninguna ley. Y opt¨® por un movimiento de contorsionismo pol¨ªtico: a pesar de su extenso curr¨ªculo luxemburgu¨¦s, fue capaz de ponerse el sombrero de activista contra la evasi¨®n y el fraude fiscal con una bater¨ªa de medidas de calado para las que necesita el apoyo de los socios europeos, siempre d¨ªscolos en estos asuntos.
Bruselas redoblar¨¢ los esfuerzos para desencallar uno de los proyectos de la Comisi¨®n Barroso, la armonizaci¨®n de las bases fiscales del Impuesto de Sociedades para intentar evitar que las Haciendas europeas se hagan competencia desleal. En plena era de la austeridad, ese es uno de los boquetes por el que se escurren miles de millones de euros. El tipo impositivo medio de Sociedades en los pa¨ªses de la OCDE ha pasado del 50% en 1975 al actual 22,9%. Y a eso cabe a?adir los trajes a medida que ofrecen hasta 22 pa¨ªses en Europa. Juncker propone hacer p¨²blicos esos acuerdos, que permiten a las multinacionales pagar impuestos pr¨¢cticamente a la carta sin sentir verg¨¹enza: ¡°Estoy orgulloso de nuestra estrategia tributaria; se llama capitalismo¡±, ha llegado a asegurar el consejero delegado de Google, Eric Schmidt. Google paga un 2,4% de impuestos globalmente.
La fiscalidad es uno de los rompecabezas que debe resolver la UE para garantizarse una salida airosa de esta crisis de nunca acabar. Pero es terreno minado. La Comisi¨®n ya propuso armonizar los impuestos de sociedades en 2011, pero la negativa de los Estados miembros ha tenido ese proyecto olvidado en un caj¨®n: la fiscalidad es competencia exclusiva de los pa¨ªses, y los socios solo dan pasos adelante a rega?adientes. Ante esa indolencia, Bruselas ha activado una ofensiva por varios frentes. Las ayudas de Estado que investiga Competencia ¡ªcon casos abiertos a Amazon, Fiat, Starbucks y Facebook en tres de los sospechosos habituales: Luxemburgo, Holanda e Irlanda¡ª, los pactos para poner fin al secreto bancario o para mejorar el intercambio de informaci¨®n y directivas que deben aprobarse en breve y que introducen una cl¨¢usula para luchar contra los abusos. Bruselas ha conseguido incluso sortear el vetismo que supon¨ªa la regla de la unanimidad con acuerdos de cooperaci¨®n reforzada, como el que ha permitido a 10 pa¨ªses avanzar para crear la tasa de transacciones financieras.
Con todo, Juncker deja un gran interrogante en el alero: como presidente del Eurogrupo patrocin¨® draconianos ajustes en la periferia con una mano, mientras con la otra cocinaba suculentos acuerdos fiscales que drenaban la recaudaci¨®n fiscal de esos pa¨ªses y engordaban las arcas de la Hacienda luxemburguesa. ¡°No todo lo que es legalmente posible tiene que ser necesariamente justo¡±, le critic¨® el ministro alem¨¢n de Finanzas, Wolfgang Sch?uble.
El Gran Ducado es un lugar curioso. Con apenas medio mill¨®n de habitantes, aloja a 140 bancos: su sistema financiero multiplica por 12 el PIB del pa¨ªs. Y con Juncker ¡ªprimer ministro durante casi dos d¨¦cadas¡ª aprendi¨® a competir de t¨² a t¨² con el Double Irish (el sistema irland¨¦s dise?ado para captar empresas con competencia fiscal a la baja), el s¨¢ndwich holand¨¦s (su equivalente en los Pa¨ªses Bajos) o cualquiera de los para¨ªsos fiscales del Canal de la Mancha, que consideran a Juncker casi uno de los suyos. Nicholas Shaxon, autor del excelente Treasury Islands, calcula que hay m¨¢s de 2,5 billones de d¨®lares ¡ªel doble de la riqueza que produce Espa?a en un a?o¡ª aparcados en veh¨ªculos financieros offshore.
¡°El gran capital tiene mejores amigos en esta casa que yo¡±, espet¨® Juncker a los eurodiputados en un momento de su intervenci¨®n. Nadie le contradijo.
El plan para cerrar el agujero tributario lleva tres a?os parado
La idea de taponar el principal sumidero de ingresos fiscales en Europa surgi¨® hace tres a?os, el mismo tiempo que lleva estancada en las oficinas de las instituciones europeas. El anterior comisario de Fiscalidad, Algirdas Semeta, trat¨® de impedir la huida de miles de millones de euros del impuesto de sociedades, el que pagan las empresas por sus beneficios. Semeta propon¨ªa exactamente lo mismo que trata ahora de revitalizar la nueva Comisi¨®n Europea: fijar una base com¨²n de beneficios empresariales sobre la que cada pa¨ªs aplicar¨ªa su tipo propio para definir el impuesto de sociedades. La falta de voluntad pol¨ªtica la ha frenado hasta ahora.
¡°Si los pa¨ªses han sido capaces de llegar a la uni¨®n bancaria en menos tiempo, ?por qu¨¦ no ocurre igual con esto?¡±, se preguntan fuentes pr¨®ximas al Ejecutivo comunitario. Porque por mucha presi¨®n que se ejerza sobre Bruselas, el grueso del problema est¨¢ en cada una de las capitales. Esas fuentes admiten ¡°inquietud¡± en varios Estados miembros ante la idea de acercar los 28 impuestos de sociedades que rigen en la UE. Adoptar esa propuesta supondr¨ªa que los pa¨ªses dejaran de hacerse una competencia fiscal desleal que acaba perjudicando a la inmensa mayor¨ªa, porque pierden una buena parte de lo que les corresponder¨ªa sin las condiciones privilegiadas que disfrutan las grandes empresas. Pero el miedo a ceder el control de una de las pocas herramientas de pol¨ªtica econ¨®mica que no depende de Bruselas les lleva a refugiarse en su marco nacional.
A la vista de la par¨¢lisis de este proyecto, la Comisi¨®n y los pa¨ªses miembros se comprometieron el mes pasado, poco antes de las revelaciones sobre Luxemburgo, a acelerar los trabajos. Queda por ver si el impulso comprometido ahora por el nuevo presidente, Jean-Claude Juncker, lograr¨¢ superar las resistencias de los Estados miembros.
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