Acertijos en La Habana
Las audiencias de Fidel Castro revistieron hist¨®ricamente un simbolismo especial, enigm¨¢tico, indescifrable a veces
Las audiencias de Fidel Castro en el Palacio de la Revoluci¨®n de La Habana revistieron hist¨®ricamente un simbolismo especial, enigm¨¢tico, indescifrable a veces, propio del acertijo. Hubo encuentros cantados, indudables, bien porque los invitados extranjeros eran aliados, o no si¨¦ndolo ten¨ªan un peso pol¨ªtico ineludible, o simplemente porque al comandante en jefe le apetec¨ªa verse con gente de la cultura y la econom¨ªa. En todos los casos, la onda expansiva de la reuni¨®n resultaba notable.
El ministro de Asuntos Exteriores, Jos¨¦ Manual Garc¨ªa-Margallo, pudo comprobar durante su visita a Cuba la pasada semana que el aleg¨®rico formato de entrevistas en la cumbre no ha cambiado con Ra¨²l Castro, al frente del Gobierno y Partido Comunista de Cuba (PCC) desde 2008. Al igual que otros muchos dignatarios extranjeros que en el pasado dieron por hecho su encuentro con su convaleciente hermano, y finalmente no lo lograron, el canciller espa?ol tambi¨¦n recibi¨® la cort¨¦s llamada telef¨®nica oficial que comunica la imposibilidad de la reuni¨®n en palacio.
Puede ocurrir despu¨¦s que alg¨²n dirigente del partido o de la canciller¨ªa se apiade del frustrado visitante, o tenga instrucciones de hacerlo, y le proporcione alg¨²n dato para sobrellevar el rev¨¦s esclareciendo las razones de la inesperada denegatoria; puede ocurrir tambi¨¦n que quede abandonado a suerte: al resultado de sus cavilaciones, a un tortuoso rompecabezas. Si Margallo no ha recibido ayuda para comprender las razones del plant¨®n, se habr¨¢ visto abocado al jerogl¨ªfico.
?Ra¨²l Castro no le recibi¨® por su tiro por elevaci¨®n contrarrevolucionario cuando aludi¨® a las libertades pol¨ªticas en su discurso de la escuela diplom¨¢tica de La Habana? ?Molestaron sus invocaciones al cumplimiento de los convenios internacionales de la ONU y la OIT sobre derechos civiles, econ¨®micos y sindicales? Cabe suponer, sin embargo, que la orientaci¨®n del discurso, no su contenido concreto, hab¨ªa sido anticipada por la diplomacia espa?ola al ejecutivo cubano, que suele transigir con la libertad de expresi¨®n de sus invitados extranjeros dentro de un orden.
Avanzando hacia el discernimiento, hacia el descifrado del enigma habanero, emerge otra posibilidad: ?Y si el destinatario del desplante no fue el ministro espa?ol sino Estados Unidos? Este peri¨®dico anticip¨® que en su viaje a Cuba y previendo todos una entrevista con Ra¨²l Castro, el titular de Exteriores era portador de un mensaje concreto de Washington, cuyo contenido el Gobierno espa?ol no precis¨®. No parece disparatado suponer que la decisi¨®n del gobernante cubano de no recibir al ministro espa?ol no fue de ¨²ltima hora sino un movimiento t¨¢ctico pensado con tiempo.
Al no recibir al ministro espa?ol no recib¨ªa el mensaje de Barack Obama, y sin responderle, le respond¨ªa: ¡°No tenemos prisas en negociar tus propuestas. Ya sabes cuales son las nuestras¡±. Nada oficial se conoce sobre el mensaje norteamericano entregado al canciller, y como no ha sido publicado, volvemos al terreno de las adivinanzas: ?La liberaci¨®n humanitaria del subcontratista Alan Gross, preso en Cuba, a cambio de beneficios penitenciarios para los tres esp¨ªas cubanos presos en Estados Unidos? ?Un te doy y me das sobre la cumbre de las Am¨¦ricas de Panam¨¢, el a?o pr¨®ximo? ?Algo sobre el embargo? ?Sobre el ¨¦bola? ?Sobre Venezuela?.
Progresivamente, el acertijo cobra dificultad, se torna incomprensible, arcano, porque s¨®lo unos pocos tienen acceso a la sala de m¨¢quinas del Palacio de la Revoluci¨®n. El resto, en Cuba, en Espa?a, y en Estados Unidos, continua suponiendo, devan¨¢ndose los sesos, tratando de descodificar un acertijo intencionadamente misterioso.
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