Alexander Mora, un campesino que anhelaba ser maestro
El joven es el ¨²nico de los 43 estudiantes desaparecidos cuyos restos fueron identificados
Ezequiel Mora cierra el pu?o de su mano derecha y golpea su pierna con fuerza: ¡°Yo no quer¨ªa que fuera a la normal, pero se aferr¨®¡±. Su voz es tan baja que apenas se escucha. Habla de su hijo, Alexander Mora, como si a¨²n estuviese vivo. Sin embargo, en su humilde casa, en El Peric¨®n ¡ªun peque?o pueblo en Guerrero, con 1.900 habitates¡ª, le ha puesto un altar como si estuviese muerto. Una cruz hecha con flores blancas, un par de veladoras y un list¨®n negro rodean los retratos de Alexander, el ¨²nico de los 43 estudiantes desaparecidos del que se han localizado los restos. El 16 de septiembre se vieron por ¨²ltima vez: ¡°Lo llev¨¦ junto con su hermana a un baile¡ hablamos de la escuela. Estaba recontento¡±, comenta Ezequiel mientras arregla los gladiolos rojos que acaba de comprar para la ofrenda. ¡°Su deseo siempre fue ser maestro y llegar hasta el ¨²ltimo rinc¨®n de Guerrero¡±.
El 7 de diciembre, cuando se confirm¨® que algunos de los restos hallados, en un basurero y en el r¨ªo de Cocula, eran de este normalista de 19 a?os, todo el pueblo corri¨® a la casa de Ezequiel, que se ha mantenido incr¨¦dulo ante la versi¨®n del Gobierno. ¡°?Por qu¨¦ s¨®lo han encontrado a mi hijo? ?Por qu¨¦ dicen que s¨®lo ¨¦l ha muerto?¡±, se pregunta. Alexander naci¨® el 25 de abril de 1995. Fue el pen¨²ltimo de los ocho hijos ¡ªseis hombres y dos mujeres¡ª que tuvo Ezequiel con Delia, que muri¨® hace cinco a?os con 51 a?os; su retrato, de cuerpo entero, tambi¨¦n est¨¢ en el altar.
Ezequiel mira las fotograf¨ªas en silencio. Arrastra sus sandalias en el suelo de tierra de esta casa con el techo de tejas rotas y las paredes pintadas de azul. Aqu¨ª creci¨® Alexander. Hace dos a?os, recuerda su hermano Omar, aplic¨® para entrar a la normal de Ayotzinapa, pero lo rechazaron. As¨ª que acudi¨® a la Universidad Aut¨®noma de Guerrero a estudiar Desarrollo Regional. ¡°Su sue?o siempre fue ser maestro¡±, espeta Omar, pero al instante rectifica: ¡°Bueno no, siempre quiso ser futbolista, pero no hab¨ªa pa'tanto¡±. A principios de 2014, Alexander insisti¨®. Lo aceptaron en la escuela normal Isidro Burgos. Su suerte dur¨® poco. El 26 de septiembre, fue detenido por la polic¨ªa local de Iguala junto a otros 42 compa?eros y entregado, de acuerdo con la reconstrucci¨®n del crimen que ha hecho la fiscal¨ªa, a unos pistoleros del cartel llamado Guerreros Unidos que le dieron muerte.
?Por qu¨¦ s¨®lo han encontrado a mi hijo? ?Por qu¨¦ dicen que s¨®lo ¨¦l ha muerto?¡± Ezequiel Mora, padre de Alexander
El apoyo econ¨®mico lo recibi¨® de uno de sus hermanos que trabaja como jornalero en Estados Unidos. Ezequiel de vez en cuando le daba algo de dinero que ganaba con la cosecha de ma¨ªz, frijol y calabaza, y de su trabajo como taxista. Hugo, otro de los hermanos de Alexander, habla poco. ¡°Ya no quiero decir nada, porque todo lo que se dice en los medios de mi carnal [hermano] es pura mentira¡±, arguye. Su mirada est¨¢ puesta en los dos ¨¢rboles ciruelos que est¨¢n en el patio de la casa de Ezequiel y que se han quedado secos. ¡°Dec¨ªan que era de Los Rojos (una organizaci¨®n criminal que opera en Guerrero), que sembraba mota [marihuana]¡ ya no confi¨® en nadie¡±. ¡°La m¨²sica, eso s¨ª que le gustaba un chingo¡±, recuerda Hugo. ¡°Yo tengo un aparato (cadena de sonido) y me la ped¨ªa prestada¡ le gustaba eso del reggaet¨®n, lo que escuchan los morros [los j¨®venes]¡±.
Detr¨¢s de Hugo hay una manta con el rostro de Alexander. Dos m¨¢s cuelgan de una pila de tabiques apilados r¨²sticamente y que sirven de pared. ¡°Ten¨ªa un equipo de f¨²tbol aqu¨ª en El Peric¨®n, se llamaba Juventus¡±, dice Hugo con una leve sonrisa, ¡°pero la verdad es que le iba al Cruz Azul¡±, y suelta una carcajada.
A 114 kil¨®metros de El Peric¨®n, Jes¨²s Hern¨¢ndez, al¨ªas El Chaparro, se ha duchado con agua fr¨ªa. El d¨ªa termina y se prepara para descansar en un peque?o cuarto de escasos cuatro metros cuadrados. El Chaparro ahora duerme solo. Antes del 26 de septiembre, diez de sus compa?eros de primer grado en la escuela Isidro Burgos, le hac¨ªan compa?¨ªa. ¡°Alexander se echaba aqu¨ª conmigo¡±, dice mientras se?ala con su mano morena una peque?a manta carcomida por el tiempo y que por las noches les serv¨ªa de cama. ¡°Fue el ¨²ltimo que lleg¨® y no hab¨ªa espacio para otro¡±, detalla.
No est¨¢ muerto, est¨¢ por un lugar o lo tendr¨¢n secuestrado¡± Jes¨²s Hern¨¢ndez, estudiante
En las paredes del dormitorio, pintadas de rojo y blanco, se extienden algunas cuerdas. De ellas cuelgan algunos vaqueros, camisetas, un par de sandalias y unas deportivas de ¡®La Roca¡¯ o ¡®El Randy¡¯, como le dec¨ªan a Alexander. ¡°Acomod¨¦ toda la que estaba ah¨ª en el suelo¡ toda su ropita sucia que hab¨ªa dejado¡±. Nadie toca nada. El Chaparro a¨²n lo espera de vuelta. ¡°No est¨¢ muerto, a lo mejor est¨¢ por un lugar o lo tendr¨¢n secuestrado¡±.
Desde que era ni?o, Alexander ayudaba a su padre en el campo. ¡°No hab¨ªa de otra, todos mis hijos se han dedicado a la tierra¡±, comenta Ezequiel. Lo poco que sembraban les daba para comer. ¡°Sus hermanos se enojaban cuando se iba temprano del campo a jugar f¨²tbol, pero ten¨ªa que consentir un poco a Alexander, era su ¨²nica diversi¨®n¡±, a?ade. ¡°A veces sal¨ªa algo para vender y el dinero lo repart¨ªa entre todos¡ un d¨ªa con ese dinero me compr¨® unos huaraches [sandalias] y me las regal¨® de Navidad¡±.
Fue la tarde del 27 de septiembre cuando un par de j¨®venes, estudiantes de la normal, acudieron a la casa de Ezequiel para decirle que Alexander hab¨ªa sido secuestrado. ¡°Sus amigos dec¨ªan que no le hab¨ªa pasado nada¡ Pero me di cuenta de que lo hab¨ªan desaparecido. Y desde ah¨ª me sent¨ª mal. Jam¨¢s pens¨¦ que el pendejo Gobierno de Iguala anduviera metido con los narcotraficantes¡±. Lo ¨²nico que le queda de su hijo es el recuerdo. Todas sus cosas se las dej¨® a Ayotzinapa.
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